Única Parte.

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[Algunas características físicas como la altura  fueron modificadas con fines creativos sujetos a la narrativa]

[Algunas características físicas como la altura  fueron modificadas con fines creativos sujetos a la narrativa]

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La ciudad centro siempre había sido un espacio interesante, era el lugar magnifico para desarrollar el arte y la cultura universal, por eso cuando dos años atrás Jeon Jungkook emprendió camino hacia dicho lugar, se enamoró por completo y actualmente radicaba en un edificio que rentaba departamentos a un buen precio.

Era un lugar tranquilo, la mayoría de las personas que vivían ahí eran abuelitos o uno que otro universitario solitario. Es por eso que una mañana cuando escuchó un estruendoso portazo y un par de gritos en el pasillo se asombró por completo.

—¡Por favor, señor, fue un accidente! —una voz desesperada pidió clemencia, tal vez de rodillas, no lo sabía, al menos eso imaginaba Jungkook con su oreja pegada a la rustica madera de su puerta.

Con el mandil floreado aún puesto dejó su espalda deslizar por el lizo material duro, mientras los gritos seguían, ¿se había mudado algún pandillero?

—¡Santos cielos, pero que ruidosos! ¿no pague al menos cincuenta dólares para que mis muebles estuvieran intactos? ¡malditos juzgadores! sólo ya váyanse, yo acomodo todo.

Una voz nueva apareció en su mini historia, ¿tal vez un hombre alto frustrado había rodado los ojos en la escena? no lo supo, el sonido de su calentadora lo hizo levantarse del suelo recordando su olvidado desayuno. Sea quien sea, su mudanza traería cosas interesantes a la monotonía del edificio.

Después de disfrutar de un par de waffles y dulce frutillas, volvió a la habitación de invitados o al menos a la que poco a poco había re decorado para que quedara como su estudio.

Jungkook siempre había sido un chico amante del arte, es por eso que se dedicaba a la hermosa disciplina, amaba el arte en todo su esplendor, en la pintura, en la danza, en la música, en el dibujo, en el diseño, sin embargo, debido a su físico era difícil que la gente creyera que no era más que un creador de contenido, un ilustrador que trabajaba desde casa y que secretamente gustaba de apachurrar algo esponjoso entre sus brazos al dormir.

La única persona que alguna vez lo llamó adorable y tierno fue su abuela, a quien recordó con emoción que tendría que llamar en el día para preguntar cómo se encontraba.

La gente solía juzgarlo a primera mirada, y realmente no los culpara, medía al menos un metro con ochenta y ocho, pasaba tanto tiempo encerrado que su madre lo obligó a tener algunas máquinas de ejercicio y con el tiempo además de un torso duro desarrolló brazos fuertes que podían dar miedo al primer pestañeo. Intentó parecer menos intimidante, pero lo dejó de hacer cuando descubrió que las botas militares eran los únicos zapatos que realmente le entraban, y que tener ropa oscura era mucho más fácil de adquirir y mantener.

Jeon el abrazador [KookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora