18. Magullado

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Narra Guillermo:

Me desperté, agarrado, fuertemente, por el cabronazo que me tenía retenido en aquella mansión, sintiéndome ridículo por aquella situación.

Intenté levantarme, pero su fuerte agarre me lo impidió.

—¿Alguien te ha dicho que podías moverte? —escuché salir de sus labios.



—N-no... —respondí, temeroso de recibir lo que ayer podría haber obtenido. Levanté la mirada para mirarlo y, rápidamente, la aparté.



—¿Te acuerdas de lo que sucedió ayer con el pan? —Sabía que hablaría de ello. Sabía que se acordaría, y lo peor es que me tocaría pagar por ello.





Yo me quedé en silencio, no quería responderle. Aunque sabía que hiciera lo que hiciese, iba a pagar.

Él se levantó de la cama, girando sobre esta, acercándose por mi lado de la cama. Instintivamente, fui a levantarme por el lado contrario, pero él me tomó por el brazo, tirando de mí hacia él, haciéndome caer al suelo. Volví a intentar levantarme, pero éste me pegó una patada en el estómago.





—¡Ah! —grité. Aquello dolió demasiado.



—¿Creías que ibas a librarte de lo que hiciste? —me preguntó, mirándome desde arriba—. ¿Creías que porque te dejé dormir conmigo, iba a perdonarte el que me golpearas?



—P-por favor... S-sólo déjame ir de vuelta a mi habitación... —Pero él ignoró lo que dije.



—Pues muy mal por haber pensado que dejaría pasar tu imprudencia. —Y volvió a propinarme otro golpe, en el mismo lugar—. Levántate. —me dijo. Pero sabía que no era más que una trampa. Hice lo que me dijo, y antes de conseguirlo, otra vez su pie atizando contra mi cuerpo.



—¡Ah! —volví a gritar, esta vez con más fuerza—. Duele... mucho... Para... por favor...



—¿Y a mí qué me importa que te duela? —Cierto, ¿por qué debería importarle a él, el cómo me estuviera sintiendo? —¿Acaso no lo mereces? —me preguntó, agachándose hasta quedar, más o menos, a mi altura. Obviamente mi respuesta era un no en mayúsculas, pero no podía decir eso o acabaría aún peor.



—L-lo merezco... L-lo siento... No volveré a hacerlo... D-déjame ir, por fav... —Esta vez no recibí una patada, sino un tirón de pelos, que me levantó del suelo para volverme a lanzar, quedando de espaldas en éste.



—Y tanto que no volverás a hacerlo. Como que me llamo Samuel De Luque, tú acabarás aprendiendo a base de golpes. —Anoche estaba tan tranquilo, que parecía que no iba a despertar de esta manera. No es que yo creyese que sí, pero al menos pensé que no estaría tan agresivo... Pero quién sabe, quizá lo único que pretendía anoche era traerme aquí porque sabía cómo despertaría... —Aprenderás, pequeño. Oh, sí. Lo harás. —Sus ojos perdieron todo el brillo, que en algún momento pude ver. Estaba cegado por la ira. Quería vengarse por lo que hice, pero dudaba que sólo estuviese así por eso...



—P-por favor... —Volví a suplicar—. Ha-haré lo q-que quieras... Órdename lo que sea... lo-lo haré sin ninguna queja... pero por favor... no me pegues... —Él se agachó, otra vez, ahora quedando sobre mí —aplastando mi estómago, el cual estaba rabiando de dolor— y me miró para empezar a hablar.



—¿Haces las cosas mal y luego pretendes que, arrepintiéndote en el último momento, conseguirás escapar de tu castigo? —Su mano se abrió, clavando sus uñas en mi mejilla izquierda, terminando con su dedo pulgar en mi cuello, como queriéndome amenazar con estrangularme—. ¿Sabes que podría matarte aquí mismo y ahora? —Aquello me asustó muchísimo. No sabía si lo estaba diciendo en serio o era sólo para aterrorizarme, pero sus ojos, inyectados en sangre, los cuales me observaban con atención, me decían que estaba siendo totalmente sincero—. ¿Quieres que lo haga? Tal vez estés mejor muerto, ¿no?



—N-n-no... No, no... P-p-po-por favor... —Cerré los ojos, en un movimiento involuntario, y apreté los dientes, mientras giraba la cabeza hacia la derecha. —Sentí que una sonrisa se dibujó en sus labios, no quise abrir los ojos, pero sin darme cuenta los abrí un poco, lo suficiente par ver su expresión.



—¿Por qué haces que tenga que golpearte? —Por un momento me pareció notar preocupación en su voz, pero en su cara no había nada de eso, sino todo lo contrario—. Todo esto se te haría menos pesado si me hicieras caso. Pero prefieres que te trate mal, así que cómo quieras. —Echó todo su peso sobre mi estómago, lo cual me hizo retorcer de dolor.



—¡¡Aaah!! —grité a todo pulmón.



—¿Te gusta esto, Willy? ¿Te gusta? Porque tendrás mucho de esto.



(...)



Al cabo de unos treinta minutos, los cuales se me hicieron eternos, ya se encontraba más calmado.

Me dijo que no iba a darme de comer, que debía aprender a comportarme.

Yo aún yacía sobre el suelo, sin poder moverme apenas, mirándolo desde abajo. Él estaba sentado en el borde de la cama. Me miraba con frialdad, parecía no sentir remordimientos. ¿Cómo alguien podría no sentir nada después de haber hecho algo así?





—Vamos, te llevaré hasta tu habitación. —dijo, levántandose para acercarse a mí.





Al final iba a ser verdad que estaba aprendiendo, porque de repente se me habían quitado las ganas de hablarle mal, al menos por unos días.

De Luque me cargó en brazos, hasta llevarme a mi habitación. Le dijo algo que no pude oír a la mujer que se encontraba frente a la puerta de la celda, porque prácticamente eso es lo que era.

Cuando me di cuenta, me había echado sobre una manta que se encontraba en el suelo. El colchón había desaparecido. Me lo había quitado por mi mal comportamiento.

Escuchaba su voz que me decía algo mientras permanecía en pie, frente a mí, pero no pude oírla con claridad, aunque imaginé que fue lo que dijo.

Lo vi saliendo del lugar, para a continuación cerrar la puerta tras de sí.



Por fin me quedaba solo.

No quería ningún tipo de compañía. Me daba igual que no fuese a comer, no me importaba si tampoco me traían agua... Solamente necesitaba algo de soledad. Necesitaba descansar de los golpes y de mi mente.

Necesitaba...

(Autora: Mrsdesrosiers17)

Duros caminos del destino [Wigetta y Lutaxx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora