Capítulo 45: Lo que depara el futuro

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El lugar estaba atiborrado de personas. Todos los allegados a Gustavo estaban presentes para brindarle un último adiós. Un momento de tristeza absoluta. Un evento de no creer. 

 Gonzalo recibió las condolencias y agradeció el gesto. Mantenía una posición serena, cuidando el papel de hermano dolido; un verdadero maestro de la mentira. 

 Miranda Fonseca se acercó al ataúd, trató de contener el llanto; pero al final ganó el sufrimiento. El amor había llegado a su vida, y una vez más le arrebataron la oportunidad de ser feliz al lado de un hombre. En su interior elevó una oración, le reclamó a Dios por haber permitido tal situación. Luego de dedicar un momento al llanto, pidió la fuerza para afrontar la pérdida de su amado y la sabiduría para entender la voluntad del cielo. 

 Primero su madre y ahora su padre, Isabela se sentía como una pequeña huérfana. Lo que la confortó fue la compañía de Felipe, ello lo agradeció inmensamente,  encontró en el joven el cariño que le dio la fuerza para sobrellevar la pérdida. El rubio no se le despegó ni un segundo, la acompañó en el duelo y estuvo allí para consolarla y brindarle su apoyo. 

Luisa y Diego compartieron miradas. Durante un rato no se atrevieron a hablarse, hasta que se encontraron por casualidad en el jardín de la funeraria. 

— ¿Cómo estás? —preguntó Diego, intentando romper el hielo. 

—Impactada con lo que está pasando. Todavía no puedo creer que Gustavo se haya ido. 

—Si, es algo inesperado —Hubo un incómodo silencio por algunos segundos —. Luisa… Yo quería pedirte disculpas por lo del otro día, me comporte como un patán. 

—Vale, no hay afán. Todo está bien. 

—Tienes razón —apuntó el castaño. 

— ¿De qué hablas?

—Yo, no enfrento mis problemas, lo que hago es escapar… No me alegra confesarlo, pero volví a consumir drogas, lo he hecho todos estos días. 

De nuevo el silencio. Un instante donde Luisa reflexionó sobre como debía reaccionar. 

—Lo estás reconociendo —Le tomó la mano —. Eso es lo importante. Ahora lo que sigue es decidir si quieres dejarlo o no. 

—Por supuesto que sí. Todo esto de mi tío me enseñó que hay que aprovechar la vida, de un momento a otro podemos irnos, y que triste haber desperdiciado la vida en vicios y amarguras. 

—Yo te voy a ayudar —Vino a su mente una solución —. La iglesia tiene contacto con un centro de rehabilitación, es un hogar cristiano así que allí vas a poder encontrar ayuda, tanto espiritual como profesional. ¿No se si te interesa? 

 El castaño meditó en la propuesta: —Si, tal vez con la ayuda de otros y de Dios pueda superar esto. 

—Lo harás —Luisa se mostró optimista —. Oye… ¿Y por qué recaiste?

—Lo que pasa es que… me enteré de que Gonzalo no es mi papá —El llanto fluyó sin reservas. Luisa se quedó sin palabras al escuchar tan abrumadora noticia. 

 De forma rápida la actualizó con los últimos acontecimientos. La rubia no pudo más sino entenderlo, lo abrazó y lo consoló.

—Yo sé que es muy duro lo que te está pasando, y que tal vez te sientas desubicado, confundido, sin hogar. Pero Dios es tu papá, y él nunca te va a dejar. 

—Lo sé —Se secó las lágrimas —. Y por eso —tomó tiernamente las manos de Luisa y le habló con dulzura —… Luisa necesito que me esperes. Quiero dedicar un tiempo a recuperarme. Tú tienes razón, yo no puedo estar en una relación sin saber quién soy y sin estar curado. Entiende una cosa, yo te amo, eres la mujer más increíble que haya conocido, y no mereces que sufras por mis problemas. Quisiera que me esperaras. 

—Yo también te amo —Las lágrimas aparecieron —. Y por supuesto que te voy a esperar. Voy a estar orando por ti, y creeme que lo que Dios empezó lo va a terminar. 

 Se unieron en un abrazo confortador. El amor era tan fuerte que ambos darían todo para superar las adversidades. Estaban dispuestos, expectantes, llenos de fe. Ninguno de los dos, en especial Diego, se rendiría. Vendrían tiempos de sanidad y restauración.

Los últimos capítulos han sido dolorosos.

Pero tengan la seguridad que todo mejorará. 🤗

Continúen leyendo.

Nos leemos. 😜

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