Salí primero de la ducha cuando terminó de enjuagarse y me até una toalla a la cintura luego de secarme vagamente. Me señaló de dónde y saqué una bata azul, ayudándole a ponérsela luego de salir detrás mío. Tomó otra toalla para secar su cabello luego de insistirme en darme otra para que me terminara de secar. No se me iba a hacer fácil esa costumbre de usar tantas toallas para una única ducha.
Salió del baño cuando se sintió a gusto con su cabello bastante seco, y le seguí de bastante cerca. Iba a regresarme a buscar mi bóxer, pero me sujetó del brazo y me llevó con él. Revolvió sus cajones y me alcanzó uno, que a juzgar por lo intacto que estaba era nuevo. Vagamente insistió en que tenía demasiada ropa que jamás usaba. Típicas quejas de niño rico, acoté.
-Oh, mira. –sacó de su armario un buzo negro, impecable-. Jamás lo usé, no me gusta cómo me queda el negro. –reí un poco al tomarlo.
-Eres todo un quejón, precioso. –aunque se sonrojó, su enojo fue claramente fingido.
-Algún día podrías usar colores. –alcé una ceja y noté que se reía. Me puse el pantalón mientras él aún seguía en bata. Le abracé por la espalda y me quedé apoyado en su hombro.
-¿Te ayudo? –Noté el sonrojo de sus mejillas cuando intentó esconder el bóxer azul que tenía en las manos-. Ven. –se lo quité con suavidad y me agaché. Lo sujeté abierto para que pudiera poner sus piernas y luego lo subí mientras me levantaba. Apenas se quejó un poco.
-G-gracias... –sonreí sacándole la bata. Tomó un pantalón, también azul, y repetí el gesto para ayudarlo. Cuando me alcé subiendo su pantalón, atrapó mis labios entre los suyos. Aunque me sorprendí un poco, le correspondí con gusto, sujetándole por la cadera.
-¿Te sientes un poco mejor? –curioseé luego del beso, apoyando mi frente en la suya. Asintió un poco, con sus dedos acariciando mi barba-. Pero sigues inquieto.
-Es que... –torció un poco los labios, con su mirada fija en los movimientos de sus dedos, como si no se atreviera a fijarse en mis ojos-. T-tenía miedo...
-¿A que doliera?
-No. –su gesto al negarlo parecía más sorprendió por mi comentario de lo que esperaba-. Eso... no. No lo sé. Supuse que dolería, quizás no tanto pero... igual... no es eso. –sus mejillas estaban un poco sonrojadas cuando le tomé del mentón para poder mirarle a los ojos.
-¿A qué le tenías miedo?
-A que te fueras. –automáticamente desvió su rostro al hablar y yo no supe qué decir. Su potencial para sorprenderme era admirable.
Supuse que mi silencio le había incomodado más de lo que él mismo creía, y me arrepentí de tener la mente en blanco cuando se zafó de mis brazos y comenzó a caminar. Le seguí de cerca y sujeté su brazo a unos pasos de la cocina. De un tirón lo volví a acercar a mí, sujetando su mentón con más fuerza para que no pudiera volver a escapar.
-¿Por qué? –gruñó cuando no pudo escapar y solamente desvió sus ojos.
-Porque lo has hecho antes. –alcé una ceja y me dio un empujón para lograr soltarse-. No a... mí, pero aun así. Lo has hecho y que aún no te vayas no tiene por qué significar nada, ni que finjas cuidarme ni que me trates bien, ni que... –rodeé su cuerpo con mis brazos con suficiente fuerza como para no dejarlo escaparse a pesar de que se removió-. S-suéltame.
-Te lo prometí. –Susurré contra su oído, haciendo un poco más de fuerza hasta que se quedó quieto-. No me interesa con cuantas personas hablaste ni todo lo que te hayan dicho de mí. No me interesan. Tampoco me importaron en su momento, lo sé. Pero...
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RomanceGabriel Reyes es un muchacho universitario con una vida monótona y constante. Hasta que un muchachito con rizos de oro se tropieza en su camino, decidido a ser alguien en su vida. [Overwatch AU] ||+18||