Descenso

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Luca está recostado de lado junto a mi, unos mechones de su cabello le caen por el rostro, su respiración es lenta y pausada, duerme profundamente, debo reconocer que es muy atractivo, la línea perfecta y cuadrada de la mandíbula, hasta el bonito arco de cupido de sus labios, siento los ojos hinchados y cansados, cada músculo de mi cuerpo está dolorido, pero lo peor es el dolor de cabeza, no es tan fuerte, pero lo suficiente para sentirme desesperada, quiero vomitar, cubro mis ojos con un brazo y una lágrima rueda por mi mejilla, un reflejo involuntario de mi cuerpo, tal vez por el exceso de luz, no sé si alguna vez me pueda acostumbrar a esto, me siento sofocada.

— ¿Estás despierta? — lo dice con una voz un poco ronca y baja.

Me giro para ver a Luca que me ofrece media sonrisa

— Totalmente

— ¿Cómo te sientes?

— Como si me hubiera arroyado un camión, ¿Qué pasó?

— Ya pasaron dos semanas de eso, te trajeron ayer antes de apagar las luces, totalmente inconsciente, me quede esperando hasta tarde, por sí despertabas pero al final me venció el sueño

— ¿Cómo es eso posible? no recuerdo nada.

— Por aquí no ha pasado la gran cosa, conté las horas y todos los días tienen veinticuatro horas, apagan las luces por ocho horas, traen comida tres veces al día, el desayuno lo traen una hora después de encender las luces, la comida llega cinco horas después y la cena cinco horas después también, la comida la trae el mismo guardia todos los días, intento hablar con él, pero nunca responde.

— ¿Cómo sabes que es él mismo?

— Por su andar, cojea ligeramente del pie izquierdo

Nos quedamos recostados un rato mirándonos fijamente, su mirada no es algo que me moleste o me ponga incómoda, quisiera saber lo que pasa tras esos ojos. Escucho que la puerta se abre con con click y enseguida la voz gruesa de un hombre atraviesa la habitación que me saca de mis pensamientos.

— Número siete, de rodillas y manos detrás de la cabeza — como no me muevo grita —. ¡Ahora!

Lo hago, con cada movimiento siento como mis músculos se desgarran.

Luca está medio sentado apoyado con una mano, el primer guardia termina de entrar apuntando a mi pecho, los siguientes dos traen las bandejas con comida que dejan en el suelo y se retiran, el que me estaba apuntando no deja de hacerlo hasta que está afuera, cuando cierran me relajo y bajó los brazos.

Creo que entiendo por qué lo hacen y desde mi punto de vista hay dos opciones, la primera es que están haciendo todo esto como parte de un montaje y la segunda es que realmente me tienen miedo porque no saben de lo que soy capaz y más importante, no tienen control sobre mí, sigo de rodillas fijó la mirada en las bandejas que están en el suelo, el contenido básicamente es el mismo, un plato de fruta picada en cada uno, una taza de café, huevos revueltos con tocino y pan tostado, extiendo la mano y de inmediato siento como mi poder envuelve todo mi cuerpo para recoger una de las bandejas con un perfecto equilibrio, empiezo a sentir ese poder como parte de mi, tan natural,  como si siempre me hubiera acompañado, me giro para entregar una bandeja a Luca en las manos, él asiente en agradecimiento, me siento con la espalda pegada a la pared, Luca se acomoda a mi lado, recojo mi bandeja y formó una especie de mesa sobre la que parece que las bandejas están levitando, comemos en silencio.

— Siempre dejo la bandeja junto a la puerta cuando terminó, luego vienen por ella — asiento

Casi enseguida de que dejamos las bandejas junto a la puerta,  está se abre para que un guardia las recoja, pero igual que cuando trajeron la comida me indican que me ponga de rodillas con las manos sobre la cabeza, lo que pasó el otro día fue un accidente, no era mi intención lastimar a nadie, pero son solo palabras que fácilmente se las puede llevar el viento, lo único que puedo hacer es demostrar con acciones mi completa colaboración y buenas intenciones, quiero hacer las cosas bien para poder ir con mi familia, aunque no la recuerde.

Génesis 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora