No sé debe cuestionar ni con bondad, ni con hipócrita algarabía, convertimos una obra de realeza en una de anfiteatro.
Debe esta provocarnos consideración el uno al otro, pero aún, no has comprendido mis momentos de zozobra.
Compuesto por una guerra sin opciones, el arbitrario comportamiento disque de cariño, me desvanece intransigente de mirar a alguien más, sin aquella sensación de salto libre, sin aquella sensación de estrenar y presumir lo poco o nada que, quizá, salga herido de estos momentos de exponerme, sin aquella sensación de desconfianza absoluta sobre la humanidad entera.
Antes de salir todo impaciente, asegurar la ida y el retorno de alguna manera, no existirá más el bandolero patea piedras que pertenece a los tomos más pesados, manteniéndose al margen de la opinión inflexible. Vamos convirtiendo todo en una nueva noticia, alejado de la avaricia e inmunda ambición.
Que vengan, no debo favores a nadie, que me apunten de nihilista patético, porque desataría mi furia en ellos y en sus generaciones de mierda. Que vengan y me tachen de todo de lo que se les ocurra, quizá en un 40 por ciento tengan razón, pero si la tienen, es de puro azar y ellos ni lo sabrían.
El peor de los dolores es aquel que está lleno de algún cambio radical.
Frío moribundo, se que solo es eso.
Descifrando al desertor comportamiento de mis ideales, seguimos con rumbo fijo tocando el cielo. La guerra más difícil y sangrienta se da bajo la piel, y eso todos lo saben pero nadie lo comprende, o no quieren. Que vuestras calles se llenen de asquerosas cucarachas, los putos roedores asquerosos se alimentarán de ellos y se convertirán en vuestra nueva plaga. Las trampas están listas, preparadas y dispersas. Todo se irá junto con la vida entera. Cambiando de plaga por una nueva.
