Sinopsis

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Sinopsis

-Ana, creo que deberíamos darnos un tiempo para pensar las cosas...

-Qué tiempo ni qué tiempo, cuando quieres a alguien no necesitas tiempo para pensar nada, y cuando no lo quieres, menos aún.

-Pero lo nuestro está siendo muy intenso y...

-No me vengas con milongas, prefiero que me digas que has encontrado a alguien que está más buena que yo, a que me vengas con el royo este de <<no eres tú, soy yo>>.

-Pero es que es la verdad, joder. Tú y yo.. -No dejaba de interrumpir al pobre Dani, pero es que no quería escucharlo más.-

-¿Sabes qué, Dani? Estoy harta de tus tonterías, de no poder dar un paso más en nuestra relación porque a la mínima te asustas y sales corriendo, ¡que ya no somos niños! ¿Quieres que nos demos un tiempo? ¡¡Pues cogete todo el tiempo del mundo!! La que necesita tiempo ahora soy yo, pero para darme cuenta de lo tonta que he sido malgastando el tiempo contigo. -Y dicho esto salí disparada de la cafetería en la que estábamos.

Decidí llamar a Aida, una de mis mejores amigas. Era de estatura normal, con el pelo ligeramente ondulado por debajo de los pechos, con unos bonitos ojos marrones y asquerosamente delgada. Era capaz de comer y comer sin engordar ni un gramo.

-¿Si? -Respondió una voz adormilada al otro lado del teléfono.

-¿Estabas durmiendo? -Pregunté pese a saber la respuesta.

-¿Y que iba a estar haciendo sino? -Claro, no tenía nada que hacer después del instituto.

-Bueno, a lo que iba, ¿estás sola en casa?

-No, con el Papa de Roma.- Y podía sentir como ponía los ojos en blanco pese a no estar delante suyo. - Claro que estoy sola en casa, tonta. ¿Qué pasa?

-Voy a comprar todo lo necesario para una noche de chicas y voy hacia tu casa, llama a las chicas.- Y colgué sin esperar una respuesta. Porqué de eso se trataba la amistad, de confiar plenamente en que tus amigas estarían a tu lado cuando más las necesitaras. Y yo las necesitaba urgentemente.

Pasé por casa y cogí mi pijama, unos calcetines gorditos de esos de estar por casa, le dí de comer a mi perra y fui hacia al súper a comprar chuches, patatas fritas, y quilos y quilos de helado. Pagué y la dependienta me miró con cara de intentar averiguar si aquel festín se debía a una ruptura sentimental o a la pérdida de un animal de compañía. No fallaba. Me miró con cara de pena cuando me devolvió el cambio y yo salí escopeteada hacia la casa de Aida.

Llegué en 15 minutos andando rápido y llamé al timbre. Fui la primera en llegar, cómo no. Abril aún estaría ayudando en el restaurante de sus padres y Eva probablemente estaría preparando una maleta dónde guardaría ropa para una semana en lugar de una noche, que es lo que íbamos a pasar fuera de nuestras respectivas casas. Eva era la más bajita de las cuatro, era de piel morena y tenía el pelo completamente rizado, cómo una ovejita. Y Abril era la más alta, también de piel morena, y también de pelo rizado, pero no tanto como Eva. Las cuatro juntas eran mis mejores amigas y si me faltaban ellas, me faltaba todo.

La siguiente en llegar fue Abril, que trajo varios papeles de comida rápida, y finalmente, media hora después llegó Eva, efectivamente, con una maleta desconsiderada.

-He traído Vodka.- Dijo entrando por la puerta.- Cómo no sé a que se debe esta reunión, he pensado que el Vodka encajaría fuera cual fuera el motivo. -Así era Eva, siempre dispuesta a montar una fiesta en cualquier situación.-

-Bueno, cuéntanos que te ha pasado.- Dijo Aida mirándome.

-¿Otra pelea con el estúpido de Dani?- Preguntó Abril. Abril era cómo mi oráculo personal, cuando me enfrascaba en alguna relación (y no sólo sentimental), le pedía opinión y ella siempre me daba un veredicto, el cuál siempre se acababa cumpliendo. Me dijo que Dani no le inspiraba confianza, y estoy segura que después de contarles lo que había pasado esa misma tarde, iba a escuchar un <<te lo dije>>, proveniente de su boca.

-Bueno.. Allá va. -Dije para mis adentros. 

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2015 ⏰

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