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By Jungkook

Cuando Wonho abrió la puerta del apartamento de su hermano en Daegu, lo último que esperaba era encontrarse conmigo, con mala pinta apuntándole con un arma. Más que asustado, incluso podía palmar su miedo, el terror en su mirada y cierto sudor recorrerle la frente, ¿Así se sentiría una persona que sabe que está a punto de morir?

Seguramente sí, porque lo siguiente que hizo fue cerrarme la puerta en la cara casi reventándome la nariz por el inesperado portazo.

Mi paciencia se redujo a un menos o%, estaba en mi límite, no, joder, estaba incluso más allá de cualquier limite que haya podido sobrepasar en mi vida y no tenía tiempo que perder. El camino hacía Daegu había sido una tortura, cada kilómetro que me alejaba era un kilómetro lejos de Jimin, un kilómetro menos de salvarle, en mi cabeza sonaba un tic tac inexistente a la par con el ritmo incontrolado de mi corazón y respiración. Estaba desesperado, sí.

Sin tiempo y sin paciencia, revente las bisagras de la puerta tumbándola de una patada.

Desde un principio, ese había sido mi plan. Nunca había tenido intención de empezar una guerra entre Caídos y Encadenados. Engañar a Gore envenenando a sus compañeros sólo era una distracción para dedicarme a buscar a Wonho, su hermano pequeño, y devolverle el golpe de la misma manera que él me lo estaba dando. Me había costado encontrar el lugar donde Gore se había hospedado durante años hasta su regreso, pero cuando di con él en los archivos policiales. Sin saber con lo que me iba a encontrar, en dos horas ya estaba allí, armado y dispuesto a llevarme a Wonho por la fuerza si era necesario, claro que no fue necesario si acepto venir conmigo hacia mi coche por buena voluntad, la buena disposición en la que uno se pone si tiene un arma apuntándole la cabeza con el miedo de que en cualquier momento una bala atravesara su cráneo.

—Si te mueves... Si te mueves te juro que no me va a temblar la mano para matarte, incluso si tuvieras los sesos fuera seguiría disparando.

Sus sollozos fueron interrumpidos por la musiquilla de mi móvil, tuve que contener unos segundos el aire para poder calmarme, me desconocía completamente, no tenía autocontrol de mi cuerpo, iba de un extremo a otro constantemente, y Jimin no estaba para tocarle, no estaba para calmarme y si él no estaba...
Respondí la llamada, sin siquiera ver quien era, tenía la mirada fija en el hijo de puta que tenía enfrente, no se iba a ir pero no me confiaba.

—Capitán... Hemos contactado con Gore, hemos visto a Jimin, joder Jungkook ¿Dónde estás ahora? –estuve a punto de responder, pero el sollozo incesante de Ricky al otro lado de la línea me descolocó por completo así que pedí hablar con ella, Yoongi no se opuso, pero antes de pasarle el móvil me pidió aparecer lo más rápido posible.

—¿Has visto a Jimin? —le pregunté.

—Sí —contestó ella, sollozando.

—¿Y cómo estaba?

—Ellos... yo creo que... Jimin... le estaban... —Ricky rompe a llorar otra vez.

—¿Le estaban... qué?

—No lo sé, no... Jungkook, tienes que acabar con esto ya. Le van a matar.

—¿Le estaban haciendo qué, Ricky? —insistí, con los nervios a flor de piel.

—Antes de que se cortara la línea... Gore le pegó muchas veces y... le iba a... le iba a... penetrar... —Ricky aúllo de rabia, y por un segundo exacto sentí como si el cuerpo se me paralizaba por completo. — Jimin consiguió soltarse y rompió la cámara antes de que... siguieran... no sé qué le habrán hecho... después... ¿Jungkook? ¿Sigues ahí?

Muñeco AcabadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora