La música volvió a sonar nuevamente a través de los parlantes y el mundo parecía seguir su curso, mientras yo me encontraba aún sin moverme ni un centímetro.
¿Se habían atrevido a aparecerse en mi casa? Sobre todo el imbécil de Lowell, que me echó a rastras de la suya.
Recuperando mi compostura, salté del sofá y caminé en dirección a ellos. Los tres me miraban de diferentes maneras. La mirada de Asher era divertida, Aegan no mostraba ningún tipo de emoción en su rostro y Lowell simplemente me estudiaba.
—¿Qué se supone que hacen aquí? —pregunté cuando me detuve frente a ellos.
—Venir a tu fiesta —respondió el mayor, encogiéndose de hombros.
—Siempre he tenido curiosidad por ver la ropa que usas para dormir —siguió hablando Asher—. Nunca imaginé que usaras pijamas de animales —soltó una carcajada y continuó diciendo—, y mucho menos de patitos.
La verguenza comenzó a invadirme e, inconscientemente, intenté tapar mi cuerpo con las manos.
—No están invitados a esta fiesta —añadí, ignorando las palabras del menor. Los tres se miraron entre ellos y en ese momento me sentí triunfante.
Entonces Lowell dio un paso hacia delante y se colocó justo en frente de mí. Ladeó su cabeza con curiosidad, haciendo que sus ojos invadieran los míos y, en un movimiento rápido, acercó su rostro al mío. Tragué en seco cuando tenía su aliento a solo escasos centímetros de mis labios. Dejé caer mis manos a los costados y sentí como si hubiese dejado de respirar en ese momento.
De pronto, sus labios comenzaron a hacer un recorrido hasta mi oído. Apenas eran roces lo que dejaba en mi piel, pero provocaban que me erizara por completo.
Soltó un suspiro y me susurró:—¿Estás segura de eso, Siniestra?
Mis ojos se abrieron como un resorte mientras intentaba darle sentido a lo que me acababa de decir. Sentí que la música dejó de sonar a mi alrededor. Las personas desaparecieron y solo estábamos él y yo.
—Tranquila, ellos no saben nada de esto —aclaró refiriéndose a sus hermanos—. Y si quieres que eso siga siendo así, vas a tener que hacer todo lo que yo te diga —siguió susurrando pausadamente en mi oído—. ¿Te ha quedado claro?
Cerré los ojos y respiré profundo.
Es una pesadilla. Tiene que serlo.
Mi cabeza estaba hecha un lío. No entendí nada de lo que estaba pasando.
Si realmente Lowell sabía acerca de mi identidad secreta, ¿significaba eso que el que estaba en la habitación de la Mansión era él? Pero eso era imposible. Lowell fue quién me abrió la puerta. No estoy loca.
Me estaba mintiendo. Estoy segura. Todos debían saber mi identidad. No había otra manera.
Cuando volví a abrir los ojos, la puerta frente a mí estaba abierta y no había nadie junto a ella. Pensé que se habían ido o que me lo había imaginado todo, pero en cuanto me giré, los vi caminando en la dirección contraria a la mía.
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Ni lo pienses ©
Humor"¿Podrá una simple chica asesinar a tres hermanos sin caer en la tentación?" Una asesina serial que se hacía llamar "Siniestra" atemorizaba las calles del pueblo Bornhill. Todos sus vecinos eran cómplices, y cada mes le daban un nombre como sacrific...