3. ¿Qué dirías si esta noche te seduzco en mi coche?

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Estaba muy mojada

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Estaba muy mojada.

Pasé una mano por mi rostro para despegarme el cabello húmedo. Hacía calor y el clima lluvioso sólo lo empeoraba. Me sentía pegajosa, y no de una manera que me hubiera gustado.

Perdí mi clase de literatura eslava del sábado, así que no me quedó de otra que pasar a buscar las notas en la fotocopiadora para leer de qué hablaron esas dos horas antes de la siguiente clase. Por aluna razón pensé "Aún es verano, iré con falda", y no se me ocurrió chequear el clima antes de salir.

Salí del edificio mientras metía los apuntes en mi bolso y escondí las manos dentro del bolsillo de mi sudadera.

La lluvia era torrencial, de esas que parecen que inundarán las calles en un par de minutos, pero no tenía idea de si pensaba parar y debía tomarme el autobús para volver a casa sí o sí.

—¿Necesitas que te de una vuelta?

Me detuve en seco al oír una voz masculina a un par de metros. Cosa que está mal. Si están leyendo esto y un día alguien se les acerca para ofrecerles una vuelta, corran. No sean estúpidos.

Corran como si les fuera la vida en ello.

Había un muchacho estacionado junto a la acera. Tenía la ventanilla de su auto baja y me costó reconocerlo en un principio, pero entonces algo hizo click en mi memoria.

Era uno de los amigos de Kyle. Lo vi un par de veces en su apartamento cuando lo visité.

Entrecerré los ojos con desconfianza. Kyle no había aparecido aún. Uno de sus compañeros de clase me dijo que él simplemente hizo la transferencia a otra universidad y no le di mucha importancia.

Él era mi ex ahora, y cuando sacas la basura, no regresas para ver cómo está.

¿Pero qué estaba haciendo él aquí?

—Ella ya tiene compañía, tonto —Sentí cómo un brazo se enganchaba con el mío y, cuando miré a mi lado me encontré con, ni más ni menos, que Leigh—. ¿O nos darás un paseo a las dos?

Él hizo un gesto con la mano para restarle importancia a lo que acababa de decir y subió la ventanilla antes de arrancar.

Miré extrañada cómo desaparecía el auto, y luego a Leigh, que sostenía un paraguas sobre ambas. Ella estaba completamente seca, a diferencia de mí, y sobria.

Se veía mucho mejor que esa noche en la bañera, o en el vídeo saliendo de la estación de policía —si es que acaso eso era posible—. Ahora se veía más... despierta.

—Pareces un cachorro mojado —me saludó como si fuéramos amigas de toda la vida—. Te ves patética.

Bueno, a lo mejor no tan amigas.

—¿Disculpa? —Aparté mi brazo del suyo y retrocedí un paso. Las gotas de lluvia golpearon la espalda de mi sudadera y mis piernas desnudas. Mis calcetines ya estaban húmedos dentro de mis zapatos. Pero así y todo yo seguía viéndome espectacular—. ¿Te conozco?

Rainy days ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora