Capítulo 36

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Doy un trago a la botella de agua, seco el sudor que cae por mi frente con mi antebrazo y vuelvo a colocarme el guante para ir de nuevo al saco de boxeo para seguir entrenando.
Me coloco en posición y comienzo a pegar golpes firmes y duros, primero un par lentos y con pausa entre cada uno y después varios fuertes seguidos.
Después de un buen rato entrenando, decido parar por hoy, llevo toda la mañana entrenando sin parar y estoy cansada.
Me doy la vuelta para coger la botella de agua, cuando frente a mí aparece Joschka.







—Hey Joschka –saludo y le sonrío– no esperaba verte, hace tiempo que no te veo por aquí. ¿Qué tal?






—Hey, guapa. Te he visto de lejos y quería acercarme a saludar –sonríe– Estoy bien, he estado con un constipado horrible pero ya estoy recuperado. Echaba de menos verte.
–sonríe y me guiña un ojo.







—Me alegra que estes mejor –sonrío de vuelta– Puedes usar el saco si quieres, ya he terminado mi entrenamiento por hoy.






—¿Tan pronto? –pregunta confundido– Bueno, entonces espero que podamos vernos otro día y tomarnos algo.







—Sí, hoy he venido muy temprano a entrenar. Me gustaría quedarme más tiempo, pero tengo cosas por hacer hoy y estoy muy cansada. Y claro, lo vamos hablando por mensaje. Nos vemos entonces, adiós Joschka.
–sonrío.







—Entonces hasta otro día, Erica.
–responde sonriente.










Asiento con la cabeza y me doy la vuelta.

Agarro mi botella de agua dándole un trago mientras que camino hacia el vestuario. Abro la taquilla, saco mi mochila deportiva y me quito los guantes junto a las vendas que envuelven mis nudillos guardando ambas cosas. Cierro la cremallera, coloco el asa de ésta sobre mi hombro y camino fuera del gimnasio.

Hoy vine muy pronto a entrenar.
A las ocho y media de la mañana ya estaba aquí.
Estaba rayada, con la cabeza dándome mil vueltas sobre diferentes temas y con la ansiedad comiéndome y necesitaba salir a despejarme.
Primero salí a correr a las seis de la mañana por el parque y por gran parte de Manhattan, y después volví a casa para agarrar mi mochila y cerca de las ocho y media llegué al gimnasio.
Necesitaba despejar mi mente y quitarme de encima toda preocupación y agobio que llevaba encima.

Coloco el auricular en mi oreja y el otro lo dejo colgando, saco mi móvil para reproducir la música y canciones de R&B suenan en mi oído, las cuales comienzo a tararear mientras que doy un paseo hasta llegar a casa.

Un largo rato después, llego a casa sudada y cansada. Hoy ha sido un día demasiado soleado y caluroso.
Cierro la puerta detrás de mí y camino hacia mi habitación con la mirada pegada a la pantalla de mi móvil quitando la música para que deje de sonar.
De repente noto como choco contra algo o más bien alguien sin darme cuenta, esperando que sea Katia o Brad, alzo la mirada hacia uno de mis hermanos cuando veo a Miles frente a mi.

Una sonrisa nerviosa cruza mi rostro y cierto nerviosismo me invade.
Me quedo en silencio, sin decir nada, solo observándonos mutuamente. Él me sostiene la mirada y aunque muestra una leve sonrisa, puedo notar que está incómodo y que quiere evitarme.

No esperaba verle, ni mucho menos encontrármelo aquí en casa.





—Hola Miles.
–saludo.





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