unique.

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cunnilingus, exhibicionismo, mimi dom bottom!
jimin: pelirroja, 1,54.
jeongguk: pelinegra, 1,75.

Cinco treinta de la tarde, un departamento de estilo campestre en el centro de la ciudad y una cocina repleta de plantitas en cada esquina, con un viejo gato cálico tumbado a una orilla de la ventana mientras se acicalaba bajo el perezoso manto del sol de otoño.

Ahí se encontraba Park Jimin, una pequeña pelirroja de ojitos miel que pasaba uno de sus últimos días libres previos a la universidad horneando galletas y bailoteando sobre la punta de sus pies al son de alguna canción reproducida en el parlante de la habitación continua.

La suave melodía de «I don't do drugs» de Doja Cat se infiltraba por sus oídos a bajo volumen, con aquél vestido de flores azuladas balanceándose y acariciando el final de sus muslos con delicadeza.

Era un paisaje habitual, después de todo, durante esos últimos meses su pasatiempo principal había sido dedicarse a la repostería y a la pintura al no encontrarse especialmente emocionada por salir de su casa gracias a la pandemia. Su novia la había apoyado en todo lo necesario, como solía ser común, tendiéndole la mitad de la sala en un pequeño acuerdo para acomodar sus lienzos y sus materiales de arte por más tedioso que resultase.

A cambio, Jimin había acordado darle muchos besos y llenarla de galletas de chispas de chocolate por montón, y ésta, cómo no, había aceptado tan sólo por ver sonreír a su pequeña princesita de mejillas regordetas y labios brillosos con sabor a caramelo.

Sus tardes eran completamente tranquilas, era lo único que debía agradecerle al encierro en cual ambas se encontraban sometidas desde hacía un año o algo por el estilo.

Guiada por la armónica voz de Ariana Grande, abrió la compuerta del horno y sacó con ayuda de los guantes de gatitos que llevaba puestos, la bandeja repleta de galletas, esta vez de chocolate, ahuyentando con una mirada amenazante al gato chillón que la miraba con repentino interés después de haberla ignorado soberbiamente toda la tarde.

Bola de pelos interesada. Pensó en un refunfuño la de rizos ámbar, dejando las galletas sobre la rejilla en el mesón para que se enfriaran a la par que retiraba los guantes de sus manos pálidas.

Alzó la vista y miró sobre murillo del lavabo el reloj que con su singular «tic-tac» marcaba los segundos de su aburrida tarde.

Aún no pasaban de un cuarto para las seis, hora en la que su novia había prometido terminar su transmisión en Twitch para pedir una ronda de sushi y sentarse con ella en el sofá del living para ver alguna película o tal vez fundirse en besos hasta que la noche cayese y pudiesen amarse como solían hacerlo cada vez que tenían oportunidad.

Las cosas solían tornarse bastante monótonas cuando Jeongguk se encerraba en su estudio a transmitir sus partidas con su grupo de amigos en la famosa plataforma. Era bastante reconocida en ella, eso era algo destacable, incluso había sido invitada a eventos de gaming en años anteriores y hoy en día contaba con una base de fans bastante sólida y contratos con muchas compañías de videojuegos que la publicitaban a cambio de que ella reseñase sus juegos como solía ser común.

Era la creadora de contenido gaming más relevante de su país, y decir que estaba orgullosa de ella no era poco.

A petición de la misma Jeongguk, ella había tomado la decisión de abrirse su propio canal de videojuegos para subir contenido y grabar videos juntas de vez en cuando. A pesar de ello, Jimin no solía estar muy activa, pues realmente no era su especialidad. Por más poco emocionante que pareciese, Jimin prefería trabajar en el café con temática de floristería a unas cuadras de su departamento y ocuparse de sus pinturas cuando tuviese tiempo libre. La universidad no la ayudaba demasiado tampoco.

𝘃𝗶𝗱𝗲𝗼𝗴𝗮𝗺𝗲𝘀 ♡ kookmin femDonde viven las historias. Descúbrelo ahora