Agresión

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Terminó tardé en Ocean Club. Caminó por la madrugada a su apartamento vestida de mujer en un vestido pegado a su cuerpo, unas zapatillas de punta de clavo, y una mariconera. Deidara caminaba sin prisa alguna. Tenía el dinero para tomar un taxi, la noche atrajo impresionantes ganancias, asimismo poseía una motocicleta. Lo que hacía Deidara era una de sus tantas locuras de su larga lista. Hoy quiso caminar solo a mitad de la madrugada para meditar lo que pasaba por su cabeza. En los últimos cinco días a pensado lo qué en realidad quiere en su vida y a dónde quiere llegar. Seguir con la rutina que ha llevado durante cinco años comienza a aburrir. Kurotsuchi le ofreció viajar a otra cuidad donde había más posibilidades de hacerse de una carrera como actor o bailarín, ella lo apoyaría hasta donde pudiera. Solo estaba en las manos de Deidara decidirse por sí mismo.

Tenía buenos amigos, los cuales no sería nada fácil dejar atrás. Conocía cada rincón de la cuidad, y podía andar libre vestido de mujer o de hombre, no había muchos curiosos. Y, también tenía sus ojos en un hombre, pero reconocía que habían empezado mal como para empezar a darse a respetar.

¿Itachi estaba interesado en él como algo más? ¿O perdía el tiempo de esperar otra reacción de su parte? ¿Solo otro más podía ser para el Uchiha? Necesitaba averiguarlo antes de mudarse por una mejor vida.

El Uchiha había sido hasta entonces el hombre más atractivo y misterioso que había conocido. Pensaba que nunca más volvería a encontrarse con un hombre como él, y que se iba a divorciar dejando posibilidades de conocerlo más.

¿Pero qué tal si nada de ello pasaba? Solo dejaría pasar su oportunidad.

Sasori le aconsejo perseguir sus sueños ante todo, que él haría lo posible por seguir viéndose en persona, y que nunca cortaría contacto con él. El pelirrojo siempre tan atento con él, si la amistad y la confianza que tienen mutuamente no estuviera presente, podía jurar que su amigo tiene otras intenciones hacia con él. Pero eso era otra historia.

La madrugada comenzaba a helar los dedos de sus pies, debía darse prisa para llegar a su apartamento a beberse una deliciosa taza de coco, mientras revisa sus redes sociales y si Itachi contestó sus mensajes.

El trabajo en el club Ocean era un tanto pesado, las desveladas comenzaban a afectarle, no lograba permanecer despierto durante mucho tiempo en el día. Sus pasatiempos como armar bombas caseras e ir a los terrenos con poca posibilidad de encontrarse con personas inocentes y la ley, era como una adicción de su hombría. Subir vídeos en Tik Tok, y entre otras cosas sociales, lo dejaban en ceros.

Ahora comenzaba a arrepentirse no haber tomando un taxi. Tomar un atajo sería la mejor opción, un atajo a través de una fábrica abandonada no era algo que Deidara teme. Fue haciéndose a un lado de la banqueta en busca del agujero que había en la tela metálica oxidada que no permitía el paso a intrusos a la fábrica vacía. Anteriormente había entrado por donde mismo, sabía que no había guardias de seguridad o perros, y que la travesía duraba diez minutos, de los treinta que haría si rodeaba.

Se inclinó y atravesó la tela metálica hacia el interior de la propiedad. Continuó su camino con aquellas altas zapatillas. Lo bueno del terreno que hacía sus pasos fáciles, era un piso de concreto viejo con cero posibilidades de resbalar.

Las luces de las farolas a un lado de la carretera comenzaron a hacerse tenues conforme se entraba más, tres minutos iba a caminar usando la lámpara de su teléfono para hacerse paso entre la oscuridad.

Sin detenerse ingresó una mano a la mariconera cuando de repente un sonido detrás de él emergió. El sonido que hizo al enterarse por el agujero de la tela de metal. Rápido volvió la cara hacia atrás sin dejar de caminar. Lo que sus ojos azules captaron era una señal de alarma. Una silueta más alta que él lo seguía...

Mi esposo, mi amante y mi puta YAOI [Terminada/ ANTI ROMÁNTICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora