Apoyo.

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Alex.

Voy conduciendo sin rumbo fijo, aún sigo enojado pero más que eso triste.

Me tuve que ir cuando ella me pidió quedarme.

Pensar en ello solo hace que me enoje más y acelere. Escucho que mi teléfono suena pero no lo contesto ni lo miro.

Temo que si veo su nombre, regrese con ella.

No soporto esto, pero mi familia también es importante y no puedo dejar que la menosprecien.

Giro cerca de Central Park. Recuerdo la mirada de Daniela y me dan ganas de llorar.

Recuerdo lo fuerte que me abrazo David. En poco tiempo el chico se ganó mi cariño, es inteligente, callado y amable.

Doy un golpe al volante y acelero más.

Llevo un rato así cuando escucho el rugir de una moto. A mi lado se aparece la moto. Quien la maneja no lleva casco.

Es Diego.

Al lado del copiloto me alcanza un auto, es Carlos.

Veo por el retrovisor y un auto parpadea las luces, creo que es Sean.

Acelero porque quiero estar solo, ellos me siguen una calle más hasta que un carro se atraviesan delante de mi haciéndome frenar de golpe.

Estoy acorralado.

Del auto de enfrente sale Derek, Carlos y Sean también salen es sus autos.

—¡Baja del maldito auto ahora!—Dice Diego.

Bajo a muy enojado.

—¿¡Qué carajos les pasa!?—Les grito.—¡Déjenme solo!

—No lo haremos.—Dice Derek.

—¡LARGO!

—¿Por qué? ¿Por qué un niño como tú me lo diga?—Dice Derek acercándose.

—No me provoques o...

—¿O qué? ¿Me vas a pegar? ¿Tú a mí?

—Puedo hacerlo.

—No puedes hacerlo, no tienes lo que se necesita para golpearme. Eres un niño que no sabe...

No lo dejo terminar y lo golpeo, empiezo a pelearme con él, caemos al suelo y seguimos peleando.

—¿Eso es lo único que tienes?

Me enojo más y comienzo a golpearlo con más fuerza.

—¡Ahora!

De repente unos brazos me separan de Derek.

—¡SUÉLTAME!

Sean se pone frente de mi y está serio.

—¡Cálmate! Es a Derek a quien estás golpeando.

Eso hace que me calme un poco y también que me sienta mal. Veo a Derek que se levanta con ayuda de Carlos, eso quiere decir, que quien me sostiene es Diego.

—Suéltame, por favor.

Él lo hace pero me voltea.

—¿Cuál es el problema?

—Solo quiero estar solo.

—Claro que no.

—Claro que si.

—Cuando alguien dice: "Quiero estar solo" es cuando menos quiere estarlo.

Me detengo y lo observo.

Escribiendo Nuestro DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora