Lo que debió haber sido una típica mañana de domingo, esos de los que no te quieres levantar de la cama, no por cansancio si no simplemente por pereza, terminó siendo en su dolor de cabeza más grande en los últimos 3 meses.
Ella pensaba que aquella rubia, egocéntrica y manipuladora quien años atrás la había llevado hasta el limite una y otra vez, se había olvidado de su existencia, o eso quería creer, pero no. Allí estaban otra vez en aquella ciudad no tan pequeña, haciendo escándalos en las redes sociales, pretendiendo odiarse cuando mucho más pasaba.
Su teléfono comenzó a sonar, quince mensajes de Bex le habían llegado en el transcurso de 4 minutos y una llamada perdida, su cabeza iba a estallar.
No sabía que hacer.
Su estómago dio un vuelco. La persona que había amado por más de once años había decidido lastimarla otra vez.
Su teléfono volvió a sonar. Era Bex nuevamente.
-¿qué mierda quieres?.-dijo al contestar.
-saber como estas.-respondió la pelirroja del otro lado de la línea.
-ya sabes como estoy.-hizo una pausa, respirando profundamente, haciendo fuerza para que las lágrimas amenazadoras en sus ojos no decidan salir a la superficie.-no tienes que preguntarlo, sabes la respuesta.
-llego en diez minutos.-aseguró Bex. Pudo escuchar como tomaba las llaves de su auto en el transcurso.
-no hace falta, estaré bien.-su voz dio un falló.
-Lana.-dijo firmemente.-no te voy a dejar sola, no ahora.-cortó la llamada.
Tan pronto como la llamada se cortó, Lana rompió en llanto. Comenzó a temblar y a ver nublado producto a las lágrimas, no aguantaba más.
En el otro lado de la ciudad, sentada en su sofá con una taza de café en sus manos se encontraba Jennifer, intentando no perder la cabeza.
La había cagado nuevamente, pero esta vez de forma fenomenal. Ella sabia lo mal que estaba, que no debía haberlo hecho, pero pensó que era peor si la dejaba en aquella fotografía.
La gente comenzaría a hablar y ella no podía lidear con eso nuevamente.
Como si en algún momento se hubiesen callado.
Su mente iba más rápido de lo que debería, se sentía desmayar. Sintió a Ava al lado de ella, ella había sentido lo mal que se encontraba su dueña y Jennifer nunca había agradecido tanto la presencia de Ava como hasta en ese momento.
-¿qué estupidez acabas de hacer Jennifer?.-escuchó a Gerardo entrar por la puerta.
-nada que sea de tu incumbencia.-respondió secamente.
-querida, claro que lo es.-la miró con desagrado.-¿o debo recordarte la situación en la que estamos y quién es la culpable de aquello?.-jactó.
-suficiente.-lo miró, con odio.-no necesito más drama por hoy.
-tu misma lo has traído cortándola de aquella foto.-se sentó a su lado, tomando a Ava en sus brazos y comenzando a jugar con ella.-¿tanto la detestas?.-preguntó, mirando a la rubia.
-la amo.-contuvo la respiración unos segundos.-más de lo que te imaginas.-soltó el aire de sus pulmones.
-entonces, ¿por qué la haces sufrir?.-volvió su mirada hacia el pequeño animal que reposaba en sus piernas.
-porque ella se casó.-intentó no llorar.-Se casó con aquel imbécil, fanfarroneó en las redes sobre su matrimonio mientras yo veía todo y no le importaba lo mucho que sufría.-una lagrima se derramó en su mejilla.-y al fin y al cabo, fue todo en vano. Le salió el tiro por la culata, se dio cuenta de la mierda que es Fred y se separó.
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morrilla one shots
Fanfictionhistorias cortas, porque no tengo nada mejor que hacer, sin intención de ofender.