Capítulo 50

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Tras su encuentro con Stark, la ojiazul había vuelto a casa de sus padres a pasar tiempo con sus hijos, los cuales cada vez estaban más pegados a ella, sabía que podían sentir que la joven volvería a irse a Asgard. Llevaba demasiado tiempo alejada de aquel mundo, y sabía que tarde o temprano tenía que regresar a ese mundo donde reinaba junto a Thor.

La ojiazul se encontraba recostada en la cama, con sus hijos a su lado. Los pequeños se habían quedado dormidos junto a ella, causando demasiada ternura en ella. Gaia se repetía las imágenes de lo que había pasado en los días que llevaba en la tierra, y se sentía triste al saber que tendría que volver a dejar a sus hijos en la tierra.

La reina pasaba sus manos con delicadeza por el cabello de sus hijos, arrullándolos aun más. La noche comenzaba a hacerse más espesa, cuando escuchó pasos desconocidos por su casa. Con cuidado, la ojiazul se puso de pie, evitando a toda costa que los pequeños se despertaran. Abrió la puerta con sumo cuidado, y la cerró con seguro, tenía que evitar que alguien entrara a la habitación que mantenía a sus hijos a salvo.

Caminó sigilosamente hasta llegar a las escaleras. Su cuerpo ya había dado lugar a su poder de invisibilidad, logrando ocultarla perfectamente. Bajó las escaleras sin hacer ruido alguno, encontrándose a tres hombres encapuchados, quienes revisaban los objetos que habían por el primer piso.

-¿Se les perdió algo?-preguntó la ojiazul, aun con su invisibilidad activa.

Los hombres voltearon a todos lados, sin saber de donde provenía aquella voz. El que parecía ser el líder comenzó a apresurar a los otros dos. Uno de ellos caminó hasta llegar al inicio de las escaleras, pero cuando intentó subir, chocó con una pared invisible. Gaia había concentrado una gran cantidad de energía que servía como barrera para el segundo piso. Los ladrones parecían exaltados al ver que su compañero no podía subir.

-Veo que nadie les dijo que entrar a casas ajenas es delito- espetó la ojiazul, dejando que su invisibilidad desapareciera.

Los tres hombres la apuntaron con sus armas, pero la reina con un simple movimiento de mano se deshizo de estas. La ojiazul podía ver y sentir el pánico tomar por completo a los intrusos, cosa que le satisfizo. Gaia dejó que su energía envolviera a los hombres y entró en sus mentes, dándoles la orden de dirigirse directamente a una estación de policía y entregarse. El trio de ladrones caminaron a paso seguro hasta la puerta, para después salir y dirigirse hasta donde la reina les había ordenado.

Gaia se adentró de nuevo a la casa, y comenzó a inspeccionar que no faltara nada importante, y para su suerte, ni siquiera les había dado oportunidad de tomar siquiera una hoja de papel. Al asegurarse que las puertas estuvieran cerradas correctamente, la pelinegra subió de nuevo hasta su habitación y con su poder abrió la puerta desde dentro. Sus hijos seguían dormidos plácidamente en la cama, y sabía que si se acostaba nuevamente los terminaría despertando, y no tuvo el corazón para hacerlo. Muy a su pesar, se recostó en el pequeño sillón que había en la habitación, y cerró los ojos, esperando poder dormir.

Por la mañana, la joven despertó ante las risitas de sus hijos. Al abrir los ojos, Gaia encontró a los herederos al trono de Asgard jugando con el collar que Loki le había dado tiempo atrás. La reina de inmediato se levantó del sillón y se acercó a ellos, para tomar el collar, sin ser brusca. Los pequeños la miraron confundidos, pero la ojiazul los distrajo entregándoles otro juguete para que no se molestaran.

Gaia salió de la habitación para ver si sus padres se habían despertado ya, pero al ser sábado, ambos seguían dormidos. La ojiazul regresó a la habitación y les dio la opción a sus hijos de ayudarle a hacer el desayuno. Ambos se emocionaron al escuchar a su madre, por lo que rápidamente se bajaron de la cama y tomaron las manos de su mamá.

Mystic: The life changeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora