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Los tacones resonaban en aquel largo pasillo, cientos de trabajadores voltearon a verla y murmuraban blasfemias a sus espaldas.

Ella, la soberbia en persona, sonrió.
Aquellos humanos, seres muy inferiores a ella, sasiaban su sed de envidia a sus espaldas, soltando murmullos y chismes que intentaban perjudicar su imagen.

Con un café amargo en la mano y una carpeta que en su interior contenía papeles importantes, la soberbia paso a lado de cada uno de sus empleados.

Ella amaba las mañanas así, la envidia de sus trabajadores le llenaban el alma de orgullo y la hacían recuperar furrzas, pero no es como si ella lo necesitará.

Con un paso decidido entró a su oficina,  las paredes eran en su totalidad blancas, en una esquina poseía una colección de libros antiguos y en el centro de la sala se encontraba su escritorio de mármol, a un costado de este una sala completa se asentaba.

Los rayos de sol entraban por la gran ventana que daba a toda la ciudad de Seúl, una oficina perfecta para una persona perfecta.

Con un suspiro de satisfacción, se sentó en su comodo sillón, colocando el café y los papeles a un lado de la mesa del centro. Abrió su computadora y se dispuso a hacer su trabajo.

Verán, la soberbia, era bien conocida en el mundo empresarial, su empresa generaba millones de dólares diarios y era temida por muchos (por no decir todos) empresarios. Era bien sabido que no debías meterte con ella o lo pagarias muy caro, cosa que Park Jinwoo aprendió.

Ella sonrió recordando a aquel chico que gracias a ella quedó en el olvidó, su empresa se fue en bancarrota y no tuvo más remedio que ponerla a la venta.

Unos golpes secos en la puerta interrumpieron sus pensamientos.

-Adelante. - contestó.

-Ceo Im a llegado una carta para usted.

Con el seño fruncido la empresaria le hizo un seña con la mano para que le entregase la Carta. Sin más resp su secretaría salió de la oficina.

-¿Qué es esto? No recuerdo haber solicitado nada. -Murmuro.

Al voltear la carta, se percató de las letras rojas brillantes que se encontraban escritas. Letras que solo eran visibles para sus ojos y los ojos de los demás pecados.

"Para la gran Soberbia, Im Nayeon."

Nayeon con los ojos abiertos, procedió a abrir el sobre y leer su contenido.

"Gran soberbia.
Me dirijo a usted como una petición del amo y señor. Debe saber que los tambores han resonado y los Ángeles han cantado, ella a renacido entre los humanos. Ama Nayeon es hora de comenzar a reunir a los pecados capitales, por qué la gran guerra se aproxima y es momento de que ustedes ganen."

Nayeon arrugó la carta con una mano y  se puso de pie murmurando maldiciones.

-Creó que es tiempo de hacerle una visita a mis viejas amigas.

Te presentó a la Gran soberbia, también conocida como Im Nayeon.

______

Como si de un dejá vu se tratace, los tacones de la empresaria resonaban por los pasillos de aquel hospital.

Con una cara que denotaba superioridad se aproximaba hasta la recepción del hospital.

-De que sirve curar a estos estúpidos humanos si muchos de ellos ya van a morir. Pero mira cuantos pecadores veo aquí. -sonrió con malicia. - Estoy segura de que sus almas serán inservibles, pero de seguro me divertire viendo los castigos que cumplirán. -Murmuro.

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⏰ Última actualización: Jul 02, 2021 ⏰

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