58. Aceptación

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Jungkook sentía que media vida se le había ido entre presentaciones y el nuevo ciclo en la universidad, pero no se quejaba. De hecho, se sentía afortunado porque, en un país en el que competencia sobraba, era demasiado difícil hacerse un lugar en la industria, especialmente si la compañía de la que uno venía no formaba parte de las llamadas "grandes empresas".

El pelinegro hace unas cuantas reverencias antes de ingresar a la estación de radio, donde daría una breve entrevista y tocarían algunas de sus canciones. Le es imposible ignorarlo. A medida que su popularidad ha comenzado a subir como una espuma, el comportamiento de las personas a su alrededor, incluso el de aquellas que probablemente antes ni siquiera le habrían dedicado una mirada, había cambiado.

Su entorno se estaba plagando de sonrisas y saludos falsos, tal vez incluso amistades falsas también. Era consciente de ello, pero había optado por no darle importancia. Esa era la vida que había elegido y, aunque no esperaba llegar tan lejos, sabía que podría ser así en cierto punto.

 Esa era la vida que había elegido y, aunque no esperaba llegar tan lejos, sabía que podría ser así en cierto punto

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La entrevista y la presentación en vivo concluyen sin ningún inconveniente. Jungkook nuevamente agradece a todo el equipo y se dirige con Chanyeol hacia la camioneta que los llevaría a la siguiente estación de radio. Antes de poder tomar asiento, una voz que no había escuchado por más de medio año lo detiene.

Voltea y se encuentra con el rostro sereno de su padre. Luce cansado, como si, en el tiempo en el que habían perdido el contacto, todos los años de trabajo le hubiesen pasado factura.

– ¿Podemos hablar?

Chanyeol lo mira nervioso. Había mantenido un comportamiento impecable desde hace unos meses, pero el pelirrojo seguía todavía manteniéndose siempre alerta. No podía culparle. Ni si quiera Jungkook podía fiarse completamente de sí mismo.

– Claro –responde y asiente en dirección a Chanyeol para asegurarle, de alguna manera, que estaba bien con esta situación.

El pelirrojo, todavía con dudas, le hace una señal al resto del equipo y estos los dejan solos en el estacionamiento.

– Te hemos escuchado en la radio hace unos días –comenta su padre, acercándose un poco–. Estamos muy orgullosos de ti.

– Gracias –responde Jungkook con todos los sentidos en alerta máxima.

Luego de un corto silencio, en el que ambos habían sopesado sus opciones, el mayor da el primer paso–. ¿Así que Estados Unidos?

El pelinegro asintió y el otro suspiró.

Jungkook recordaría ese día toda la vida. Fue la primera vez, pensó, en la que realmente conversaba con su padre y no con un completo extraño. Jeon Gongyoo, aquella tarde, había bajado la guardia y Jongin tenía mucho que ver con ello. Luego de su última entrevista, conversaron el resto de la noche y compartieron una cena a la que posteriormente se unió su madre. Sería difícil recuperar años de una relación parental perdida, pero por ahora se sentía increíblemente bien y se conformaría con ello. Era más que suficiente. No quería lastimarse creándose falsas expectativas.

De regreso al departamento que compartía con Eunwoo, Jungkook se prometió que si, por cosas de la vida, llegaba a tener hijos, jamás dejaría que se sintieran como él una vez lo hizo. Esta calidez que lo llenaba ahora sería lo que siempre procuraría darles.

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora