Nydia
Escocía mucho, incluso dolía, pero no podía quejarme. La herida que recibí en el kupai del árbol azul fue mucho peor.
—Recuerda, cuando llegues al otro lado busca una superficie firme y recuéstate con la herida expuesta. Tu semilla te encontrará. —La voz de Silas me acompañó, pero él no se movió de su lugar. Este viaje tenía que hacerlo yo sola.
Sabía que Rigel me observaba, todos lo hacían, pero mientras el resto estaba cruzando los dedos para que todo fuera bien, él tan solo estaba preocupado por mí. Así que tomé aire y metí el pie en el agua de aquel precioso estanque. Era tan clara que parecía una piscina, pero estaba mucho más fría. Normal, estaba bajo tierra, allí no llegaba el sol para calentarla. Eso era bueno y malo; bueno porque el frío haría que la herida no doliese tanto, y malo porque de un momento a otro empezaría a titiritar por el frío. Si no llegaba al otro lado rápido, ellos tendrían a su princesa azul, y lo digo porque mi piel acabaría de ese color.
No necesité preguntar cómo se suponía tenía que llegar allí, estaba claro que había un pasadizo bajo la superficie, las ondas de agua rebotaban a mi paso, perdiéndose bajo aquella pared de roca transparente, no rebotando en ella.
El aguan me llegaba a la altura del ombligo casi cuando la alcancé. Solo tuve que doblar las rodillas para poder pasar al otro lado. Cuando mi cabeza salió de nuevo para respirar me encontré con un árbol enorme, casi tan grande como el rojo, solo que su sabia de plata parecía moverse con fluidez. La cueva era mucho más pequeña, obligándole a extenderse más a lo ancho que hacia lo alto. Pero eso no le restaba magia a esa visión. Había cientos de esas semillas flotando en el aire, moviéndose por todas partes como si fueran esas pelusillas que sueltan las gramíneas, solo que estas eran blancas y brillaban, mostrando unos filamentos que parecían bailar en el aire. Era como si estuviesen vivas y volando a mi encuentro.
Trepé por el pequeño desnivel que me llevaría a una zona elevada, fuera del agua, y di unos pasos hacia el árbol blanco. El suelo crujía bajo mis pies descalzos, aunque no había un mullido césped como en el kupai del árbol rojo, esto era... No era capaz de adivinarlo, solo esperaba que no fuesen restos de animales muertos como cucarachas o esos bichos. No me dan miedo, soy mucho más grande que ellos, pero sí que me daban repelús.
El aire allí dentro parecía algo más tibio que al otro lado, no era asfixiante ni parecía recargado, pero sí que parecía... ¿Había algo de brisa? ¿De dónde venía? Seguro que había algún agujero por el que el aire del exterior se colaba y hacía que mi pelo se moviese. ¿Se estaba secando? Sí que era rápido.
Mientras avanzaba, las semillas flotaban creando una especie de danza luminosa a mi alrededor. Eran hipnóticas. Alcé la mano para tocarlas, pero ellas se apartaban, como si no quisieran que las tocara. ¿Les dolería?
En fin, tomé aire y miré a mi alrededor para buscar un lugar donde recostarme. Encontré una superficie despejada, no muy lejos de la entrada, tal vez a medio camino entre el árbol y el estanque de agua. Me agaché y me recosté en la superficie. Llené mis pulmones de aire y me preparé para esperar a que todo siguiera su curso. Las semillas sobrevolaban mi cuerpo como con miedo a acercarse. ¿Las había asustado? Me senté para observar mejor al árbol, como si de él dependiera que sus ¿se les puede llamar hijos?, como decía, como si él pudiese animar a las semillas a acercarse y posarse en mi herida.
Pronto me vi rodeada de semillas flotantes, pero ninguna parecía animarse a... Un picor extraño empezó a inundar mi pecho, y cuando miré hacia mi herido, donde había empezado, encontré unos cuando de esos hilillos blancos y brillantes como escondiéndose dentro de ella. ¿Ya estaba? De repente sentí como el hormigueo se extendiera por todo mi cuerpo, penetrando en lugares tan profundos que parecía como si ... Entonces mi cuerpo colapsó. Sentí como si perdiese el control de mí, y me sentí caer inerte.
ESTÁS LEYENDO
Santuario - Estrella Errante 2
RomanceEl destino de un pueblo depende de que la postulante a reina sea bendecida con una semilla, pero después de casi perder la vida en el kupai del árbol azul, la única oportunidad está en una loca teoría que nunca antes ha sido probada; entrar en el Gr...