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—¡¡Han Jisung!! ¿Qué hora crees que es? —preguntó Seungmin desde el otro lado del teléfono—. Sabes muy bien que hoy te necesitaba para la organización de los preparativos. Te recuerdo que la cena es este fin de semana.

—Tranquilo amigo, ya casi estoy en camino. Primero tengo que ir a la sastrería para encargar mi traje ¿o prefieres que vaya como siempre visto? —se defendió Jisung—. Solo espera un ratito más.

—Está bien. Realmente no quiero que te presentes con tu ropa futurista y me dejes en vergüenza; pero no tardes. Te conozco lo suficiente para saber que te vas a entretener coqueteándole a cuanta persona te encuentres en la tienda. —Suspiró.

—Hey, que no soy puto —replicó—. Además no es mi problema atraer a tantas personas con mi encanto. —Escuchó a Seungmin reír al otro lado de la línea.

—¿Encatos? Sí, claro. Cómo no. Quakka, te recuerdo que tienes 28 años y sigues soltero. La pareja más estable que has tenido fue Félix y solo te aguantó por 15 semanas. —Soltó estrepitosas carcajadas—. Es más, te haré un favor el día de la cena. Voy a presentarte a alguna chica o chico y veremos si alguno está dispuesto a lidiar contigo.

—Y ¿quién te dijo que no estoy con nadie? —Se escuchó otro suspiró por parte de Seungmin—. ¿Qué?

—Han Jisung, ¿a quién quieres engañar? ¿A mí?, que te conozco desde que naciste.

—Oye, soy mayor que tú así que deberías respetarme. —Las risas de Seungmin no se detenían.

—Está bien. Está bien. Pero si quieres que te respete como mi mayor más te vale traer a alguien el día de la fiesta. A veces creo que morirás virgen.

—¿Quien te dijo que lo soy?

—Tranquilo, sé que no lo eres, por ninguna parte —aclaró Seungmin, con tono bromista—, pero —alargó la palabra— creo que después de tanto tiempo sin sexo ya has olvidado lo que es.

Jisung garraspeó.

—Como sea, nos vemos dentro de un rato —expresó Han, pues no quería seguir con al conversación. Sabía que tenía todas las de perder.

—Vale. Te quiero, amigo. Espero que no te me hayas molestado —habló, entre apenado y burlesco. ¿Qué se podía hacer si su relación era así, de amor odio?

—Yo también te quiero, Minnie. Dale un saludo a Jeongin de mi parte. —Colgaron la llamada.

«Maldito Seungmin, no deberías burlarte de mí. Después de todo, si no hubiera sido porque me convertí en cupido ahora no estarías con Jeongin», pensó Jisung mientras caminaba en dirección a la sastrería que le habían recomendado. Aunque en realidad nadie le dijo algo así, sino que le comentaron cuán guapo era el encargado de ese lugar. Le hablaron tantas veces de la belleza del chico que, inevitablemente, tenía que ir a comprobarlo con sus propios ojos. Además, sí necesitaba un traje y visitar esa tienda sería matar dos pájaros de un tiro.

Cuando estuvo al frente de la sastrería, la cual tenía como nombre Momo, revisó su vestimenta.

«Estás tan hermoso como siempre, Han Jisung». Ciertamente lo estaba. Pero no por su vestimenta, ya que esta consistía en unos pantalones anchos un poco desgastados, una playera azul de Doraimon y un sombrero gris de pescador.

Al entrar en la tienda sus ojos se posaron inmediatamente sobre el cuerpo detrás del mostrador. El chico se encontraba de espaldas. Parecía estar organizando algo.

—Buenos días —saludó, captando la atención del dependiente—. He venido por un esmoquin.

—Buenos días. Enseguida le atiendo —contestó, para salir del mostrador—. Acompáñeme. —Hizo una seña para que Jisung le siguiera.

Impudent BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora