Capítulo 22

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-¿A dónde vamos?- mencione cuando vi que empezábamos a salir de la ciudad.

-Bueno, tengo la llave de la casa de campo de mis abuelos y no está muy lejos, pero si prefieres no tenemos que ir ahí. ¿Quieres?- pregunto, tenía el rostro visiblemente más relajado y el cuerpo menos tenso.

-Está bien.- me límite a contestar, me sentía muy nerviosa, porque había estado pensando ¿Qué se esperaba de esto? Era obvio que dormiríamos juntos y que tendríamos sexo ¿verdad? Entonces estaba bien.

Una parte del camino, si no conversaba conmigo, la pase pensando en casa, en si ya se habrían dado cuenta de que yo no estaba o en si ya habrían llamado a la policía, al servicio secreto o al FBI ¿Cuál era equivalente de eso en el Reino Unido? Deje de pensarlo en cuanto lo sentí a punto de estacionarse en una propiedad que estaba iluminada por las farolas del jardín, aun de noche podía notar que era una casa de campo bella y pintoresca, llena de flores y plantas de colores, olía a humedad y flores, parecía la casa de un hada o un duendecillo.

-¿Estás seguro que no hay nadie?

-Seguro, las farolas se encienden por medio de un sensor de oscuridad o algo así.- estaciono el auto y lo vi correr hacia mi lado del auto para abrir mi puerta.

-La casa es preciosa.-le dije cuando salí del auto.

-¿Quieres verla? ¿Recuerdas el rio Cherwell?- asentí y su sonrisa se torció, seguramente había recordado algunas cosas que sucedieron ahí.- bueno, pues colinda con la casa de mis abuelos, a menos de un kilómetro ¿Quieres ir a ver?

-¿No está muy oscuro?

-Bueno, sí, quizás podamos ir por la mañana.- me sentí nerviosa y le sonreí por pura inercia.- Vamos a casa, creo que acá está más fresco y tú solo traes esa camisola.- asentí y entonces caminamos por un camino empedrado hasta la casa de ladrillos beige y tejas cafés, bastante clásica, en los marcos exteriores de las ventanas, había de manera decorativa, ladrillos de color rojo intercalados.

Saco la llave de su cartera y abrió la puerta, dentro de la casa olía madera, a libros viejos y un poco a humedad. Entro y busco una lámpara que había colocada a un costado de la puerta, era tan alta como yo y no alcanza a iluminar toda la habitación pero si el recibidor. Tom comenzó a quitarse los zapatos y después camino más adentro de la casa para buscar otras lámparas que iluminarán este piso. Había dos sofás con diseño de tartán verde y un sofá cama, la mesa era de madera rústica y estaba rodeada por sillas todas de diferentes estilos, no sabía si había sido a propósito pero me recordaba un poco a Alicia en el país de las maravillas.

-Bienvenida a la casa de los abuelos.- espero que no quieras comer algo porque probablemente solo hay arenques y pepinillos en vinagre con galletas saladas y agua del grifo.- la cocina esta junto a la sala y en medio había un comedor pequeño, era una casa sencilla, me gustaba, estaba segura de que llena de gente seguramente sería muy cálida, seguramente pasaban la tarde en el rio, nadando mientras la madre de Tom horneaba galletas en la estufa verde de los años sesentas que tenían en la cocina y en las noches, jugaban a las cartas en la mesa del comedor mientras bebían limonada o bien ,alguna cerveza de vez en cuando. Tom abrió un gabinete y me enseño un paquete de galletas saladas, después tomo la lata de arenques y la de pepinillos con el vinagre verdoso, se sonrió y se relamió los labios como si de verdad se le antojara.

-No gracias.-arrugue la nariz y mire los sofás de cerca para sentarme en uno, me frote los brazos, los sofás eran muy blandos y sentí que me había sumido mucho en él, por lo que me veía particularmente pequeña.

-¿Tienes frio?- cerro el gabinete y camino hacia el sofá, parado a unos dos metros de mí, esperando a que le contestara, se veía muy guapo con el traje, aunque no llevara su moño. Las piernas se le veían kilométricas, sus pantalones tenían ese corte de sastre elegante que lleva una raya plisada al frente.

When we were youngDonde viven las historias. Descúbrelo ahora