−Mi nombre es Martina Stoessel, pero me puede decir Tini, señor− sonrío tendiéndole la mano.
−Señorita Stoessel, bienvenida− dice con desgana sin apartar su mirada de la computadora.
Confundida bajo mi mano.
−Espero que no vuelva a venir con esa rid...
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Pov Tini 🌷
–¡No es lo que piensa!– sale del armario.
–¿Ah no?– aprieto los puños –¿Y qué es lo que pienso?
–Que la estaba espiando mientras se vestía– arregla su ropa y mueve su cuello como si le doliera –Pero mi intención no era esa.
–¿Qué se supone que hacia dentro del armario entonces?
Se queda en silencio un momento, suspira y toma asiento en la cama. Cruza su pierna derecha sobre la izquierda y se saca el zapato.
–¡¿Qué está haciendo?!– mi enojo incrementa.
–Tengo el pie adolorido...me golpeé con su cama cuando estaba dejando su ropa.
–¿Y por eso entró en el armario para espiar?– rápidamente tomo la blusa y me la coloca –¿Sabe qué? Mejor váyase, así tendrá tiempo de inventar una mejor excusa.
–No es una excusa. Es la verdad– continua masajeando su pie con calma.
–¡Igual quiero que se vaya! Aún sigo vistiéndome– apunto la puerta con el dedo índice.
Noto como me mira de reojo mientras se vuelve a colocar el zapato.
–¡Señor Pattinson!
–Está bien está bien. Ya– se levanta y va hacia la puerta –La esperaré en el salón para comer.
Cuando al fin sale y cierra la puerta suspiro aliviada.
–Aunque...tengo una pregunta– abre y asoma la cabeza.
Cierro los ojos, tomo respiraciones pausadas repitiéndome a mi misma: "No olvides que es tu jefe, no le grites. Cálmate. Cálmate"
–¿En qué momento se dio cuenta que estaba escondido?
–Cuando...me saqué la toalla– no puedo evitar sonrojarme.
Me sentía observada, no sabría como explicarlo pero esa sensación hizo que me colocara al lado del ropero, para después mirar por los pequeños orificios de él ¡Vaya sorpresa me llevé al ver a mi jefe!
–Perdón por eso– cierra la puerta otra vez.
¡Que hombre tan cambiante!
Hablando de cambiar: ya debo terminar de vestirme. Me pongo con rapidez la ajustada calza negra y continuo con las bailarinas del mismo color, camino por unos segundos y me sorprendo al tener tanta comodidad con una vestimenta ajena. Luego le agradeceré a Úrsula.
Busco en la mesita de noche mi celular, el cual Olga me dijo que lo dejaría ahí e iría a secar la ropa.
