¿Felicidad?
Frisk ya no recordaba lo que eso significaba. Habían pasado años atrapada en el subsuelo, recorriendo la misma ruta una y otra vez. No había variado entre neutral, pacifista o genocida. No. Siempre era lo mismo.
Había una razón, claro. Un motivo por el cual mataba a todos en el subsuelo, sin descanso, sin remordimiento. Y esa razón tenía un nombre: Chara.
Aquel demonio que se manifestaba cuando lo llamabas. Frisk solía pronunciar ese nombre en voz alta, esperando su aparición. A veces funcionaba, y lo único que recibía era un seco "Cállate". Otras veces, el silencio era su única respuesta, el mismo silencio que se había convertido en su única compañía.
El amor es impredecible, extraño, y lo que Frisk sentía por aquel espectro no era algo que pudiera contener. No en este mundo. Chara le fascinaba. Estaba dispuesta a sacrificar su propia naturaleza para poder verlo, para sentir su presencia.
Chara era plenamente consciente de los sentimientos de Frisk. Y aunque no los comprendía, los aceptaba. Después de todo, él era maldad pura. ¿Cómo podía entender algo tan contradictorio como el amor?
Observaba en silencio cada vez que Frisk reiniciaba el mundo, cada vez que creaba una nueva ruta genocida. Al principio, Chara había intentado usar a Frisk, moldearla como un arma para tomar el control de ese mundo roto. Pero, en algún punto, se rindió. ¿Cuándo? No lo sabía con certeza.
Quizás fue cuando se dio cuenta de que también sentía algo por ella. Sí. Él la quería.
Incluso si él era un ser de pura maldad.
Incluso si cierto esqueleto lo odiaba con todo su ser.
Quería mantener a Frisk en ese ciclo interminable de destrucción, donde ella seguiría creando rutas genocidas solo para estar con él. Después de todo, él estaba muerto. No podía ofrecerle lo que Frisk verdaderamente anhelaba: afecto físico, una conexión tangible. Y lo sabía. Sabía que Frisk, en su desesperación, pensaba que, si le entregaba su alma, él podría regresar a la vida.
Incluso si eso significaba que Frisk perdería su alma y moriría.
Su amor se había convertido en algo oscuro, enfermizo, una obsesión que consumía cada rincón de su ser. Cada muerte, cada reinicio, cada alma destruida. Todo por él.
Frisk había exterminado a todos de nuevo. Una vez más, el subsuelo se sumía en el vacío. Y fue entonces cuando apareció. El demonio rojo.
Chara la observaba en silencio, pero esta vez, su expresión no era la misma. Su sonrisa habitual, macabra y llena de maldad, había cambiado.
Ahora era... ¿triste?
Frisk había recorrido el subsuelo una vez más, eliminando a cada ser viviente sin piedad. Sus manos estaban manchadas de polvo y su alma, antes brillante, ahora era una sombra de lo que alguna vez fue. Se encontraba sola en una habitación oscura, el eco de sus pasos resonaba en la caverna vacía.
El silencio era opresivo, pesado, pero dentro de ella solo existía un deseo: ver a Chara una vez más. "Tal vez, esta vez funcione...", pensó Frisk, pero una risa baja y cruel resonó en la distancia.
"¿De verdad crees que esto va a cambiar algo?" -la voz de Flowey cortó el aire, mientras se deslizaba fuera de la tierra, sus pétalos retorcidos como siempre. "Este mundo... está roto. Tú lo rompiste."
Frisk levantó la mirada hacia él, pero no dijo nada. Había escuchado esas palabras antes, pero algo en su interior se desmoronaba lentamente.
Flowey continuó, su sonrisa torcida llena de desprecio. "¿Cuántas veces has reiniciado? ¿Cuántos has matado? Todo esto por esa cosa... por Chara. ¿Acaso no te das cuenta? Nunca vas a tener lo que quieres."
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Esperanza | Undertale
FanfictionFrisk estaba quebrada, su único refugio era su amor inalcanzable que ella generaba en sus sueños y esperanzas.