Te fuiste

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-Muchas gracias Marcus- me levanto con cuidado, le abrazo cuando se incorpora.

-No es nada, iré con Bob- se despide sonriente guiñándome un ojo.

-Que pasa?- veo a Allan callado y serio. Sus ojos se clavan en mi intensamente. 

-Vamos- frunzo el ceño confundida.

-No venías a entrenar?- señalo su ropa y la bolsa deportiva. Me coge de la mano y tira de mi, hago una mueca. Sin pronunciar palabra alguna se agacha para cargarme como si fuera un saco de patatas y nos saca del gimnasio. Logro ver la cara divertida de Bob antes de salir.

Me baja al lado de la puerta de copiloto de mi coche, lo rodea y se me queda mirando sin mediar palabra alguna, le paso las llaves divertida. Nos adentramos en el coche.

-Que te pasa- pregunto esta vez de forma suave. Sus dedos tamborilean en el volante antes de responder.

- Te fuiste, te fuiste- me mira pero vuelve a apartar la mirada- luego vuelves con un rubio con el que eres muy cariñosa que luego resulta ser gay- sonríe ante lo último- te doy una oportunidad, nos damos una oportunidad y entro al gimnasio y te veo con Marcus dándote un masaje?- sus dedos aprietan el volante. Sin poder evitarlo se me escapa la risa, me mira con el ceño fruncido. Entre muecas me muevo como puedo hasta quedar sobre su regazo. Paso mi dedo índice por su mandíbula.

-Marcus es masajista y la verdad me ha caído muy bien, sus manos son una maravilla- sonrío cuando aprieta la mandíbula. -Que celosito eres- muerdo mi labio mientras rozo nuestras narices. -Tú eres mi diablo- susurro para luego darle un pequeño beso bajo su atenta mirada. Sus manos abandonan el volante para abrazarme por la cadera.  - Y eres mi hámster favorito- digo sin poder evitar reír. Vuelvo a mi asiento tras dejar un beso en su nariz. -Y a donde vamos?- veo como arranca el coche, lo único que recibo como respuesta es su mano en mi muslo y una mirada rápida.  Diez minutos más tarde logro reconocer el edificio donde aparcamos.

Tras bajarnos del coche entramos en el edificio.

- Ya ni una cena primero, esto es rápido amigo- hablo sarcástica haciéndole sonreír. Los recuerdos me asaltan cuando entramos en su apartamento.

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