Un rumor empezó a rondar entre los habitantes del reino y era el que Helena solo se casaría con el príncipe para mantener un nuevo estatus, de aldeana a futura reina era un cambio totalmente radical.Algunos la apoyaban y otros seguían dando rienda suelta a los comentarios. Incluso se decía que Helena había usado magia para atraer al príncipe Abelardo.
-Parece que cierta damisela en peligro está gozando de nueva reputación- le comentó Gerardo a Helena al verla decaída sentada en la plaza del pueblo con sus dos cestas de pan prácticamente intactas. La mayoría se negaba a comprarle.
Helena se sorprendió gratamente al ver al joven arquero- Gerardo, creí que te habías marchado ya. Hace varios días que no te veía.
-Planeo quedarme una corta temporada en el pueblo- respondió el muchacho- por los momentos me gano la vida como cazador.Gerardo se percató de las cestas de pan intactas y dijo- dame unos panecillos, se ven exquisitos. Te pagaré cuatro monedas de plata.
-¡Es mucho dinero la cantidad que deseas gastar en pan!- le explicó con asombro Helena y Gerardo asintió diciendo- lo sé, no bromeo.
-Gracias por este gran gesto- le dijo con cariño Helena al ver que casi la mitad de una de las cestas se vaciaba con la compra de su nuevo amigo.Ésta vez Gerardo no hizo alarde de su personalidad y sólo sonrió a Helena. Él se sentía contento de poder ayudarla en algo. Especialmente porque dependía de vender sus panes y casi todos los aldeanos le estaban haciendo una mala jugada.
-¿Cómo te has sentido?- quiso saber Gerardo.
-No muy bien, pero, intento seguir adelante. Soy una luchadora.
-El príncipe¿qué te dice al respecto?- le preguntó el muchacho.
-Me pide fortaleza y eso intento- contestó Helena- y yo a cambio también le pido paciencia para que no cometa un error por defenderme.Mientras tanto, dentro del castillo, la princesa egipcia Ammia, le comentaba a la reina Yolanda que le parecía injusto lo que Helena debía afrontar- no deseo ser entrometida, pero, pienso que usted podría ayudar a que esos rumores de disipen.
-Sé que no es correcto las falsas acusaciones que las personas empezaron a decir acerca de Helena- decía la reina con aire preocupado- yo podría intervenir; sin embargo, creo que sería inapropiado. Daría a entender que afecta esas mentiras.Por otra parte, el príncipe Abelardo se había marchado a un campo de entrenamiento y allí estaría varios meses. Helena lo sabía y, aunque le causara tristeza debía acostumbrarse.
Era su amor y la firme promesa de fijar la fecha de la boda luego de su regreso, era lo que le daba ánimos a la pobre muchacha. Sin contar con el apoyo de Ammia y Gerardo en su particularidad.
En cierta ocasión, Gerardo volvió al bosque, exactamente al lugar donde Helena fue atacada, observaba todo y se preguntaba qué habría pasado con la cuarta Arpía, la que había escapado hasta que halló cierta anomalía en el terreno.
-Esto no es producto de fuego en la tierra- pensó al tocar el suelo donde semanas atrás, Ágatha había destruído a la última arpía sobreviviente- es magia, creo que te encontré hechicera.Con el transcurso de los días, llegó de vuelta la tropa de soldados en donde Leonardo era miembro, quienes se habían marchado el día del cumpleaños de Abelardo.
Helena estaba visitando a la reina y a la princesa Ammia, cuando el joven guerrero entró al salón principal para hablar con la soberana dando parte de su experiencia en la misión encomendada.
La princesa Ammia vió a Leonardo y se sintió atraída por él y sintió ruborizarse cuando el muchacho le dirigió una mirada.
-Muy bien Leonardo ¿De qué deseas hablar? Le preguntó la reina Yolanda tras haberse marchado las dos muchachas.
-Deseo pedirle disculpas por no haberle dado a conocer mis intenciones con su hija- decía el guerrero- amo inmensamente a la princesa y deseo que usted me de su consentimiento y si es posible, permítame casarme con ella.La reina lo evaluó con la mirada, no de manera despectiva sino curiosa y dijo- ¿Sabes por qué nunca dije nada? Porque conozco a tu familia Leonardo, sé que te han inculcado buenos valores, son buenas personas. Con respecto a Ágatha, ella es una mujer, la palabra final la tiene ella.
Mientras tanto, Helena y la princesa Ammia charlaban en los pasillos del castillo- ¿Cómo se llama el joven guerrero que vimos hace poco?
-Se llama Leonardo, hijo de uno de los mejores guerreros del reino- respondió Helena con cierta suspicacia.
-Es muy apuesto- comentó con cierto toque tímido la princesa y para evitarle algún futuro problema, la joven aldeana le hizo saber que Leonardo y Ágatha tenían una historia, cierto romance.El guerrero salió y en el camino se topó con ambas doncellas, no sin antes despedirse de ambas. Helena observó a Ammia y pudo notar en su mirar, algo más que un gusto.
Ya en los terrenos del castillo, se encontró a la princesa Ágatha, quien al verlo sintió una alegría que poco había experimentado.
-¡Que bueno que volviste!- le dijo al guerrero quien respondió- por ti he vuelto, quiero que sepas que hablé con tu madre acerca de mis sentimientos hacia tí.
-¿Qué dijo?
-La reina comentó que eres tú la que posee la decisión final.La princesa disfrutó aquellas palabras y rió por lo bajo, era caprichosa y hasta cierto punto estaba logrando su propósito, así que se aventuró a sugerir de manera sutil a Leonardo que le complicara el entrenamiento al príncipe Abelardo, bajo el pretexto de que él sería el rey y debía templar su carácter y habilidades de combate.
-Lo que me pides es muy delicado. Yo podría meterme en problemas.
-Por favor Leonardo- dijo con suavidad la princesa- entiéndeme, deseo que mi hermano se haga más fuerte. El futuro del reino dependerá de él. Solo puedo confiar en ti para pedirte esto y aún así me resulta penoso haberlo hecho.
-Veré que puedo hacer por tí amada princesa- dijo Leonardo dominado por la voluntad de Ágatha y la joven princesa le dió un beso en la mejilla y se alejó.
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La Reina de la Magia Oscura
ФэнтезиUna hermosa pero codiciosa princesa de un antiguo reino, jugará con fuego con tal de obtener el poder necesario para doblegar otros reinos y ser más que una simple mujer con un destino común. Para ello, se valdrá de muchos trucos, pactos y traicione...