No sé lo que es, esta sensación, tan... no lo sé.
Es como un "no tengo motivos para levantarme de la cama" eterno, en todos los momentos del día, todo el día.
Es paralizante, pero como la anestesia, como un lento envenenamiento por monóxido de carbono, no te das cuenta de cómo llegaste a sentirse así, pero aquí estas, con las piernas llenas de energía, pero sin ningún motivo para caminar. Los brazos fuertes y sanos, mas nada útil hacen, no hay en ti eso, eso que ni siquiera sabes que es... o tal vez sí.
"Un motivo para vivir" te dices, ya lo tienes y luchas por ello día a día, hasta el cansancio, "formarme en una carrera para el futuro" eso lo haces, mas practica y zambullirse en esos conocimientos te harían bien, pero... no es eso.
Rebuscas en tu mente una respuesta, y tu cuerpo se estremece, intenta gritarte que ya la conoces, al menos eso piensas.
"Hacer algo tuyo, algo hermoso, apasionante, algo que puedas y quieras amar, algo que sea difícil, un reto, pero fácil, un placer" ¡Es eso! Ya has encontrado la respuesta... no, apenas diste el primer paso.
No sabes algo que todo el mundo a tu alrededor parece saber, o eso piensas.
Tú no sabes que es lo que amas, que te apasiona, que satisface los más profundos deseos de tu corazón.
Te sientes frustrado, día y noche lo has buscado y... lo hallaste, tal vez lo encontraste.
Es aquello que llena tu pecho de vigor, de audacia, de empatía, de poder, de amor, de alegría para ti y para los demás... pero, y a pesar de cómo te hace sentir, te apartas, huyes, porque temes no ser lo suficientemente bueno, temes fallar.
Los que te rodean romantizan el duro fracaso, te dicen que debes fallar, como si no perdieses nada, como si no le causases dolor a nadie, como si nada dependiera de ti.
Un hombre tiene un límite, un punto en el que sencillamente ya no puedes recuperarte, o eso piensas. Eso crees y sentirías a la mentira brotar de tus labios si dijeses lo contrario.
Habrá un punto en el que no tengas nada que perder, nada que proteger, nada por lo que luchar.
Y eso piensas porque te olvidas de la última persona a la cual puedes cuidar, la que siempre estará contigo, la que por más que quiera no puede abandonarte, al menos no por completo.
Si, ya sabes quién es, sencillamente no puedes olvidarla, aunque lo intentas, porque para ti no vale nada, y nunca llegaste a entender porque a los demás si les importa.
"¿Por qué?, ¿Por qué?" repite tu mente, negándose a ver lo que otros ven, o lo que otros insisten que pueden ver en Ti.
El lento envenenamiento de una vida sin sentido, sin placer, sin risas, sin poder hacer algo que "tal vez" amas, el progresivo auto rechazo y sensación de que sencillamente nunca serás importante, o por lo menos alguien capaz en lo que haces, fatiga tu agotada mente, semi destruida por tus largas noches frente al computador y al celular, en las cuales solo buscas algo que pueda darte un momento de felicidad, una pequeña risa.
Ya te vas a dormir, deseando que de alguna forma el mañana sea mejor, que algo ocurra que cambie tu vida por completo, algo que te de un sentido para vivir, una razón para sonreír.
Y aunque a penas puedes oírla, ahí está esa voz, que te repite por siempre la misma frase, la misma idea:
"La única persona que puede tomar el timón, el rumbo de tu vida, eres tú, siempre has sido tu"