~Única parte~

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Se miró en el espejo y una vez más volvió a sentir asco de si mismo.

       Repugnancia

Odiaba sus piernas, su muslos gordos y sus brazos flácidos. Odiaba su nariz, odiaba sus piel, odiaba su cabello lacio, odiaba sus ojos, odiaba su altura.

Empezó a recordar lo que comió ese día, fueron una ensalada y una sopa, pero el sintió como si hubiese comido un bufete entero. Al otro día no comió sólo para poder recompensar las calorías consumidas e hizo ejercicio hasta ya no poder.

Hasta que no pudo mantenerse de pie.

El quería ser bonito, quería poder decir sinceramente que lo era. Y no decirlo falsamente, haciendo creer que era feliz, que se gustaba a si mismo.

Quería poder tener confianza en su cuerpo, en su inteligencia, en su rostro.

Quería poder levantar la mano cuando se sabía una respuesta, o poder hablar con sus compañeros sin estar a punto de sufrir un ataque de pánico.

Y ella en algún momento las tuvo, pero su autoestima fue arrebatada primero por su familia, con sus burlas, luego por sus amigos por sus comentarios molestos.

Y el que la mato fue la única persona a la que tuvo el valor de entregar su cuerpo.

Su cuerpo que no fue tocado porque el primero se burló y lo hizo sentir fea,  insegura. La dejo tirada mientras se reía y decía que jamás podría tocar algo así.

Trato mucha veces de reconstruirla pero no pudo. No lo dejaron. Con aquellos comentarios que para ellos son nada pero para ella eran todo.

"Subiste de peso."

"Ese pantalón te queda más apretado."

"Deberías ser como tú hermano."

"Deberías hacer ejercicio, te hace falta."

"Oh, estás mas gordito."

"Deberías de..."

"Deberías..."

Al final dejo de intentarlo, dejo que pasará todo y dejo que su tiempo se detuviera.

Y prefirió dormir, tan profundamente.

Prefiero dejar de sentir.

De llorar.

De escuchar.

Prefirió morir.

Porque nadie la escucho, nadie la ayudó, nadie la apoyo.

Todos siempre dijeron;

"Déjalo, en total son sólo cosas de adolescentes... ".

                                                —•🔱•—

Lo intento, pero no pasó del intento, no pudo.

Soltó una risa llena de amargura.

Tomo fuerzas y bajo, en la mesa había una nota, que decía si podía hacer las compras. Sólo le hablaban cuando lo necesitaban.

Pero como la tonta que era tomo el dinero y fue a comprar. Ni siquiera tomo un abrigo, sólo salió.

Ya en la tienda, mientras agarraba unas cosas, tuvo que pararse de puntillas para alcanzar el cereal, aún así no lo logró. Dejo de intentarlo, en total ella no lo comía.

Se iba a ir, cuando alguien toco su hombro. Se alejó rápidamente, asustada, asustada de que tocarán su cuerpo, de que se dieran cuenta de que su cuerpo era horroroso.

Una historia de autoestimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora