𝐄𝐥 𝐓𝐫í𝐨 𝐏𝐫𝐨𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚 || Shoto Todoroki & Katsuki Bakugou

Defensa

"La concentración que el usuario aplica determina la calidad de la alucinación. Así mismo, el realismo en la proyección es decidido por la habilidad del usuario para imaginar." el libro que leías dictaba. Analizabas el texto con gran atención. No sabías cuándo vendría útil lo que ahora aprendías, pero más vale saber que ir a ciegas.

Tu dedo índice y pulgar tocaron una esquina inferior del libro. Alzaste esa orilla un par de milímetros, doblando levemente el papel en el proceso. Cambiaste de hoja. Deslizaste tu extremo índice por la longitud de la página mientras tus ojos consumían el significado de la primera frase.

—Sak- —se aclaró la garganta. —Izaro-san, no es por ser entrometido, ¿pero que lees?— Midoriya se acercó a tu pupitre.

Estaban en su cuarta clase del día, con Aizawa siendo su profesor de la hora.

—Tomen los quizzes que están en mi escritorio. Mañana revisaremos las respuestas en clase. Tienen esta hora, y la tarde para acabar. —explicó el de cabello largo. Bostezó. —Y no hagan ruido, me voy a dormir. —advirtió. Cerró su amarilla bolsa de dormir, aquella capaz de ser vista a kilómetros de distancia por su brillo, y comenzó a casi-roncar.

Todos sabían que hacer ruido no sería un problema —aunque fuese lo opuesto que dijo su profesor— porque el hombre tiene un sueño igual de pesado que la presión del mar en la capa abisal de este.

Es por eso que ahora la mayoría hacía lo contrario a lo acordado.

Pues la actividad era bastante sencilla, y todos aprovecharon su tiempo restante para hacer lo que les place.

—"Cómo dominar las alucinaciones"— dijiste el título de tu lectura. Un tanto de obviedad en tu tono.

¿Es que acaso no vio el nombre del libro desde su portada? El de pelo verde la tiene en frente, y en grande.

—¡Oh, sí! Lo sé. Hablaba del tema... y eso.

—Cómo dominar las alucinaciones. —repetiste, hundida en las letras impresas.

—Ó-ósea, sí. Pero, ó-ósea- —tartamudeó. El de pecas se rascó la nuca.

Reíste bajo tu aliento. Soltaste el libro sobre tu mesa. —Está bien, está bien. Ya entendí. —le prestaste atención a Midoriya. —¿Qué quieres saber?— te miró con extrañeza. Ya te lo había dicho. —En específico, me refiero. Porque soy capaz de recitarte todo el libro, si quieres. Pero dudo tener tiempo para eso.

—Ah, sí, sí. Mmmh- ¿desde cuándo quieres aprender sobre las alucinaciones? Creí que ya te iba bien con la telequinesis. —dudó. Era un tema más personal que teórico.

—Son buena distracción. Además, sacar de juicio a alguno que otro villano al hacerlo creer que se vuelven locos no suena nada mal. —admitiste. Te encogiste de hombros.

—Eso suena de villanos.

—Depende de la perspectiva.

—Decir que depende de la perspectiva no es pretexto para causar mal a otros, I-Izaro-san. —negó en desaprobación.

—Como diga, futuro héroe número uno. —sonreíste. Al chico se le pintaron los cachetes.

—Es mu-uy pronto p-para saltar a conclusiones. —titubeó. El contacto visual entre ustedes se volvió un desconocido.

—Quizás. Pero sólo saltando a conclusiones me salvo de tus sermones, Midoriya-kun. —hablaste con inocencia.

Jugar con la mente de los villanos sigue sonando bien, la verdad.