Mis ojos se sentían pesados al intentar abrirlos, me ardían un poco, los rayos de luz que atravesaban la ventana eran realmente tenues y cálidos, esto me daba una sensación placida, aunque esta fuese momentánea, la paz antes de volver a la realidad que me aprisionaba. Me incorpore a duras penas, me sentía algo perdida, tarde unos segundos en darme cuenta que estaba en la habitación, no recuerdo como llegue allí, pero estaba acostada en aquella gran cama con sábanas blancas que era tan reconfortante y blanda. La ventana de la habitación estaba entre abierta, solo levemente, lo suficiente para dejar pasar una pequeña brisa mañanera de invierno, esas llenas de aroma a pinos y álamos de aquel enorme bosque que nos acobijaba; mi mirada extrañada buscaba a mi temible compañero pero no estaba ahí.
-¿Samuel?- Lo llame mientras me levantaba de mi cómoda cama, la que sinceramente no quería abandonar.
Camine por las diferentes habitaciones buscándolo, pero no tuve éxito, comenzaba a preocuparme por su falta de respuesta, la casa estaba impecable y pareciera que anoche no había sucedido absolutamente nada, como si se hubiese encargado de acomodarlo todo mientras yo dormía tranquilamente. ¿Dónde podría haberse metido?- pensé –
-¡Samuel!- Grite, asomada a la puerta que estaba abierta, tratando de visualizar su figura en algún lugar de aquel bosque, pensando que quizás estaba fuera de la cabaña haciendo algo o tal vez solo salió a dar una caminata matutina.
-¿¡Qué!?-Grito a mis espaldas, haciendo que salte del susto y me sujete el pecho dándome vuelta instantáneamente.
-¡Casi me matas de un susto! ¿Dónde estabas?- Le reclame molesta, más aun al ver su sonrisa burlona al haberme causado tal terrible sorpresa.-Pensé que algo había sucedido y tú que no contestas-
-Estaba terminado de arreglar las ventanas conejita- Me respondió con total seriedad- Cecilia debería de estar llegando en cualquier momento, ¿No es así?- Agrego
-Si eso creo- Le conteste, había olvidado por completo su llegada, pero él estaba en lo correcto, según lo que había sentido ella estaba próxima a la cabaña,
-Entonces deberías cambiarte de ropa conejita- Me dijo, petulante, mirándome de arriba abajo como si estuviera escaneándome.
-¿Cambiarme de?- Su comentario hizo me observara a mí misma- ¿¡Qué!?¿Por qué tengo puesto un camisón tan revelador?¿Cuando me puse esto?- Exclame mientras me cubría, era muy trasparente y no dejaba mucho a la imaginación.
-Bueno anoche te dormiste y me tome la libertad de ayudarte a cambiar lo que tenías puesto, después de todo tu ropa estaba muy sucia y en mal estado- Contesto, arqueando su ceja y cruzando los brazos sin dejar de observarme, mientras yo le lanzaba una mirada enfurecida sin poder escoger entre todos los insultos cual decirle primero, como si se me hubiesen atascado en la garganta de la misma rabia mezclada con vergüenza.- ¿No me vas ni siquiera a agradecer?- Agrego, dejándome perpleja sin saber si era ironía o desfachatez.
-¡Idiota!- Le grite, tomando una abrigo que estaba colgado en el perchero al lado de la puerta para cubrirme, me sentía desnuda y muy enfadada- ¿Cómo pudiste desnudarme mientras dormía? Eres un pervertido- Le reclamaba entre gritos y gestos, a lo cual no contestaba en lo absoluto, él solo esbozando una leve sonrisa casi imperceptible, coloco ambas manos en sus bolsillos e hizo gesto para que mire detrás mío.
Gire automáticamente para ver a mis espaldas y ahí estaba Cecilia, esta señora casi anciana mirándome con cara de desconcierto y una incomodidad indisimulable, tanto casi, como mi rostro color rojo por la vergüenza que en aquel momento sentí, al entender que aquella escena era realmente algo confusa para cualquiera que estuviera presente.
-¿Interrumpo querida?- Fueron las primeras palabras que emitieron sus labios, haciendo que desee que la tierra se abriese en aquel momento y me tragase de una vez.
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Memorias Oscuras
Mystère / ThrillerElizabeth despierta luego de un largo coma para darse cuenta que ha perdido todos sus recuerdos, sus memorias se reducen a extraños y aterradores sueños donde la realidad se confunde con las penumbras de la noche. Entre el miedo de iniciar una nueva...