Déjame cuidarte.

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Daniela.

Despierto y me siento un tanto adolorida, cansada y caliente.

No quiero ni voy a levantarme aún de la cama, vuelvo a dormir para recuperarme del cansancio.

Siento que alguien me mueve.

—Dani, despierta.—Abro los ojos y es David.—¿Tienes calor? Estás un poco roja.

—¿Qué hora es?

—Las diez, mamá me dijo que viniera a despertarte porque ya era tarde.

—Quiero dormir, estoy cansada.

David me ve un momento más y pone su mano frente a mi.

—Sopla.

Lo hago y enseguida me pone una mano en la cabeza.

—Mierda, tienes fiebre.

Sale corriendo, y yo busco abrigarme más. No pasan dos minutos cuando viene mi mamá. Ella me pone su mano en la frente, cuello y abdomen.

—Levántate para que vayas a bañarte y comas.

—No tengo hambre y tengo sueño.

—Hazlo, hija, no discutas. David ayúdala para que se levanté y la llevas al baño, déjala ahí para que se bañe.

David me quita las sábanas y me toma del brazo.

—Colabora conmigo, Dani.

Me levanto y voy al baño. No tengo fuerza y siento que estoy hirviendo.

Me empiezo a bañar con agua fría aunque no me gusta. Termino y voy a mi cuarto donde sigue David.

—¿Puedes buscar mi pijama rosa?

Él la busca y me la da, sale de mi habitación para darme privacidad. Tardo un poco más de lo normal en ponerme la pijama.

Me levanto y salgo para la cocina. En el pasillo está David, me toma de la mano y vamos juntos.

Una vez ahí veo que están mis padres los saludo y mi papá me ve.

—¿Qué te sientes, hija?

—Cansancio y sueño.

Mi mamá me pone un tazón de cereal y leche, empiezo a comer muy despacio.

—No podré salir, no dejaré a David solo con Daniela así, cariño.

—¿Tienes que salir mamá?—Le pregunta David.

—Si, pero llamaré y diré que no puedo.

—Si el problema es que no quieres que estemos solos, puedo llamar a Layla o... Alex.

Mis padres lo ven pero no dicen nada.

—A Layla.—Le digo, David me ve sorprendido y le sonrío.—Alex trabaja, trata de recordarlo, además ya Sean ayer dejó que todos salieran antes por tu cumpleaños.

David asiente, busca su teléfono y llama a Layla. Habla cinco minutos con ella antes de cortar.

—Dice que ya viene.

Asiento, termino de comer, voy a mi habitación busco una manta, salgo y le dirijo a la sala.

Por suerte ya estamos de vacaciones por la nieve y no tengo trabajos pendientes.

Me acuesto en el sillón. Me quedo dormida rápido.

Estoy sentada en un restaurante y frente de mi está Alex sonriéndome. Dice algo y me hace reír.

Escribiendo Nuestro DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora