Contradicciones del corazón

Capitulo-Uno

~solo he echo correcciones de ortografía y lenguaje. Las seguiré haciendo en los demás capítulos y en este si encuentro más fallas.~

Mi nombre es Scarlett y tengo un trastorno por estrés postraumático y ansiedad, todo esto empezó desde que casi muero en un accidente en la carretera hace dos años y medio.

Muchas personas me han dicho que esta "enfermedad", por así decirlo, es un castigo de Dios o que es el karma el que me está cobrando algo, yo no creo en nada de eso. Todos dicen que las cosas pasan por una razón y yo digo que el universo tiene a sus preferidos.

Claro está que yo no estoy en su lista de favoritos.

Mi mamá  me ha estado insistiendo en que vaya al psicólogo más seguido, no he podido tomar mis consultas como debería debido a la pandemia.

Sé que necesito mi terapia para mantenerme controlada y no tener tantos ataques de pánico, pero no quiero arriesgar a mi familia de ese modo, se que en los adolescentes no es muy común que les afecte el virus pero a los adultos si, y no quiero llevarlo a mi casa para que alguien muera por mi culpa. Nadie más va a morir por mi. No de nuevo, nunca me lo perdonaría.

Me senté en la orilla de mi cama, voltee a ver disimuladamente el reloj que estaba en mi mesa de noche y decía que eran las diez de la mañana; podía estar tranquila debido a que era sábado.

Estiré mi mano y agarré el vaso de agua que me había dejado mi madre, le di un sorbo y me decidí a levantarme para abrir las cortinas, el sol entró por las ventanas iluminando todo el cuarto, esa vista al mar era muy parecida a las películas, era una calma enorme, las gaviotas jugando en el agua, el sol saliendo para dejar una marca entre rojiza y anaranjada en el cielo.

Esa imagen era inigualable, la playa es hermosa, preciosa, incluso podría decir que impone un poco gracias al océano.

Saqué mi computadora y la conecté en la cama esperando a que empezara mi clase de italiano, así es, tenía clases de italiano los sábados.

Volteé a ver a mi cuerpo y me di cuenta que traía una pijama de manga corta, automáticamente me levanté al baño, me lave los brazos y después me puse una playera larga para cubrir las cicatrices y heridas, se que le dicho a todos que mejore pero no era así, incluso puede que haya empeorado en ese ámbito, cuando tenía ataques de pánico y estaba sola lo único que me calmaba era rasgarme mi piel y rasguñandome. Se que eso está mal, pero no puedo hacer nada más si los medicamentos no me están haciendo efecto.

Me senté de chinito en la cama viendo a la computadora y poniéndome mis audífonos mientras me metía a la clase.

— ¡Ciao!— saludo la maestra y yo hice lo mismo. —¿Cómo has estado?— preguntó interesada la mujer y yo sonreí.

— sobreviviendo. ¿Tu?— repliqué tomando un gansito que estaba en la mesa de noche también y dándole un mordisco.

— como siempre, cariño.— respondió con una hermosa sonrisa y una cara de calma. —¿Empezamos?

— sicuro. — recité sacando mi cuaderno y una pluma para ponerla en la cama y empezar con todo.

Pasó una hora y media para que terminara la reunión y apenas me salí de la llamada me tumbé en mi cama cansada viendo al techo.

Me levanté con dificultad y fui hasta el baño para darme una ducha rápida, me quite la ropa lo más rápido que pude y me metí a la bañera, el agua estaba caliente, tanto que hacía que me ardieran un poco mis heridas de todo el cuerpo, pero era una molestia menor.

Cerré mis ojos y el agua se apoderó de mí por un segundo, ¡Cuántas ganas de ser como el agua! Qué envidia le tenía, tan liviana, tan pacífica, tan perfecta… el agua era la representación perfecta de lo puro y la soledad. Fluye sin importarle que arrastre con ella,sin importarle que solo quede ella; es imponente pero a la vez primordial, peligrosa pero nos mantiene vivos… Es vital y mortal. La representación perfecta de todo.