02. Paraíso

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"Hoy la ataraxia embarga mi sistema. Hoy todo vacío se llena y es su extraordinaria existencia quien lo hace. En esta noche se cicatrizan heridas viejas, se posan sonrisas gentiles en mis labios,  se cuentan secretos a la luna y a ella misma le tallo en sus cráteres el nombre que quiero que ella escuche por el resto de mis días, pues he descubierto que el único instante en que sueno inteligente es cuando su nombre me domina la lengua. Hablar de ella es moverse a lo inexpresable, pero aún con la espera de precisar la razón de porqué la amo tanto. Nunca acabo cuando empiezo a decir que está llena de una inmensa inmensidad.

La veo todos los días atravesada en mi mente y es como seguir teniendo delirios entre la fiebre que me provoca creer una vez más, como todo el tiempo, cruzo la línea. Me acostumbré en silencio a morirme por darle un beso en la boca, no tengo nunca suficiente y aunque sé que me ama de vuelta me aterroriza que el estar junto a ella es mirar bruscamente mi perspectiva de la cotidianidad tornarse como tan poco trascendental porque, si le he hecho creer que no la entiendo, no me ha visto entre el silencio observar a los transeúntes y convencerme que siempre ha sido mejor estudiarla en las andanzas que hallarle sentido a un ser ajeno y menos complejo como ella. No me agitan ellos, no me inspiran motivación maravillosa. No me acelero, me aburre alimentarme de la palabra de otros.

Asustada es poco para definir el estado en el que me encuentro. No comprendo orígenes a una mínima cosa de lo que ya siento. Sin embargo, intercambiar el amor entre palabras me da un reposo fuera de todo lo cargado de un "adiós" que, en mi ego inmenso, apuesto tener razón en creer verlo venir en los desacuerdos. Estamos mareadas, tomando retornos, tomando atajos para acelerar el momento en que nos damos el derecho de cumplir la unión total por la que nos hemos estado amando violentamente. Para parecer que lo es, no, no es nocivo, no es incómodo, no es el antónimo de lo bueno. Es desconocido. Casi todo ha sido desconocido desde que ella no pidió permiso para entrar a mi corazón, a mi mente. No podré llamarla mía, pero a ella le otorgué el derecho de elegir sobre mi amor. Puede amarme por partes, si esto es lo que quiere. Es como si estuviera atrapada, como si no pudiese dejar de ser una tonta cuando su palabra deja de ser vacilante, cuando más que nunca dejo de verla como un otro cualquiera.

Pero ella no va a creerme si se lo digo. No suele creer otra cosa más que le convenga afirmar que quiero irme, así que con miedo de ser honesta y decida marcharse ella, intento esconderlo porque va a destruirme, porque le va a parecer extraño que, al tener una moral casi pisoteada, protesto contra la lógica de renunciar a la urgencia —Beatriz, puedes imaginarte cualquier urgencia, todas son correctas—, de cambiar mi lenguaje a uno en el que nadie le ha hablado y deje de saber que mis "sí" los ahuyento de la duda.

A veces puedo tacharla de intratable, pero no soy juez, no soy Dios, no soy un ser que nunca se equivocó ni temió —estoy, de hecho, más atemorizada que nunca porque contarle la verdad me llega a costar su permanencia—, soy sino la Enamorada. Quiero su afirmación, no su indiferencia. Quiero más, ¿voy a tenerlo?, o soy de pronto atrevida por no conformarme.

Con la vigilia del cosmos, la historia se llena rápido, no me da tiempo para leerla y analizarla a detalle, pues cada novedad me ciega y me tiene a la espera de más, de enterarme cómo vamos a sostener este ritmo, porque tengo la seguridad de que para el fin no veo una parada próxima. No imagino uno si no es con mi muerte. Quizás debería preocuparme menos.

Yo sabía que estaba perdida cuando su voz no paraba de reproducirse en mi cabeza como un bucle embelesador. Aunque sostenía la esperanza de que en algún momento yo tendría saciedad de oírla, nunca sucedió; sucedió, al contrario, una obsesión por buscar pretextos para verla parlotear. Apuesto que ella sabía que lo haría si me diese la oportunidad. Y sabía yo también que estaba aún más perdida cuando descubrí que mi corazón no estaría en paz hasta que dejase de proteger su amor por mí en el silencio, en una angustia innecesaria de la que hubo siempre un "cómo" para arreglarlo.

A pesar del resentimiento, de mis ganas de salir de ella, trastocó mi discurso por mantenerme firme al haber podido no repetir un lenguaje casi descarado y necesitado de dulzura enfermiza. La implosión por las noches al fantasear es la que me tiene escribiendo esto, el insomnio sabe más de nosotras que yo de ambas, que soy yo la que intenta usar la expresión. El porqué el insomnio conoce más es algo que ni siquiera hoy lo he encontrado. Supongo que es la amnesia que ella me provoca, pues me intoxica con los sentimientos que me revela, que me embriagan y logran que caiga inconsciente en mi almohada, en mis intentos de mantenerme cuerda porque yo ya estoy alucinando. Es difícil procesar que siga habiendo tanto en tan poco tiempo. No, no me importa, porque atravieso la misma situación, porque la necesito cada vez que el sol se esconde y aparece, porque siento que me suspende la noción, que no importa nadie más que nosotras.

Experimento ahora el tener el pulso desbocado cuando somos dos sujetos a la vez, cuando está envuelta en un resplandor del ser más deseable que antes jamás se me posó enfrente. Se ha adentrado en mi alma, me ha poseído y finalmente se acomoda en las zonas más recónditas. Me llena el pecho de orgullo por presumir haberla elegido perfecta, y no por sus cualidades, no, sino por todo, por hacerme elegir pelear con ella que estar tranquila con alguien más. No está en mis planes que se vaya, que me abandone. Me necesita, de alguna manera, cerca. Me necesita a su lado.

Soy impaciente, cuanto más me atrevo a dedicarme al enfoque de sus besos, nombrarla me sabe a fatiga porque, ¿cómo he conseguido dormir limitando mis ganas de abismarme en su boca y resentir la idea de escapar de ahí?

Sé que pensaré en ella cuando las canciones de amor suenen en la radio. Sé que pensaré en ella cuando la esfera plateada me sonría y me invite a contarle cuán dispuesta estoy por dárselo todo. Sé que pensaré en la forma en que se mueve si estoy frente a las olas del mar. Sé que viviría millones de vidas para topármela, porque si es ella, soy enviada a encontrarla. Incluso si el tiempo se detiene encontraré la forma de llegar a mi Beatriz. Sé ahora que no me importa mucho apresurarme si pienso que ella es mi destino. No me tortura, si eso es lo que piensa.

Beatriz será siempre lo que busco y lo que no esperaba encontrar. Después de esto, ella tendrá la certeza de que el mundo podría colapsar en este segundo y yo sólo me llevaría las memorias en las que protagoniza. Estaría bien con eso que suena tan poco, pero que equivale a todo el dinero del mundo, incluso más, para mí. Después de esto, Beatriz volverá a tomar pedacitos de mi alma y corazón. No tendría más suerte si es la causante del temblor excesivo de este cuerpo que ya encontró un propósito. Estoy agotada de estancarme, pero con ella ya no podré detenerme. Todo parece cobrar vida cuando siquiera menciono su nombre al aire.

Me acoge momentáneamente la dicha. Su amor hoy es completamente mío.

Prometo abrazarla sin lastimarla. Prometo nunca dejarla sola bailando. Prometo nunca irme si ella no me acompaña. Prometo romperme y enamorarme por cada cosa que expresas.

Entonces le diré que sí al paraíso. Le daré una oportunidad a la paz. Le diré a ella que sí, no importa a qué. Quiero sus ojos puestos en mí siempre, su mente desistiendo de mi huida.

La tierra es un lugar en el cielo si Beatriz está junto a mí. Y lo tengo a él en mis manos, lo puedo sentir, lo puedo tocar. Puedo escuchar sonatas de ángeles, disfrazados de su voz tan provocadora de calma y quiebre.

Mi cuerpo flaquea en este momento, mientras los recuerdos abrazan cualquier espacio que no haya sido invadido por ella. Simplemente vibro de alegría cuando vuelve a aparecer en mi cabeza las ocasiones donde se le ocurre recordarme que me ama.

El sueño me reclama ahora, y sonrío. Eso significa que era tiempo de verla en mis sueños, de verla actuar como si estuviera en una película, de la almohada oír su nombre, de mañana despertar con la dicha tatuada en mis poros, en lo más profundo, de sentir que mi corazón ya sólo latirá por ella."

Con amor y nada más que amor, suya, Marcela.

Imaginas| Marcetty | Yo Soy Betty, La FeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora