Capítulo único

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Kazemaru Ichirouta había terminado hace un mes la escuela primaria, sus padres vivían en el extranjero, razón por la cual él era supervisado por unos parientes, sin embargo no vivían juntos, solamente se encargaban de hacerle llegar el dinero y cosas que le mandaban para mantenerse, no es como que se quisieran hacer responsables del niño, después de todo siempre decían que tenían cosas que hacer y lo dejaban solo.

Él había aprendido a ser auto-suficiente, es bastante responsable y ordenado para su edad, la vida en Tokio era a veces muy complicada, por lo que difícilmente salía de casa, la soledad en algún momento le generó problemas de confianza, volviéndolo una persona introvertida y bastante seria. Durante la primaria tuvo muchos problemas para socializar, no podía entablar una conversación normal sin ponerse nervioso, quizá esa era la razón por la que había decidido no cortarse el cabello, él mismo definía a su melena como una barrera ante las miradas, se escondía tras un largo mechón que cubría uno de sus ojos avellana y una coleta alta, sus cabellos celestes eran bastante llamativos, por lo que sus compañeros no entendían el porqué ocultarse, incluso lo llegaron a definir como "emo", pero él hizo oídos sordos a eso.

No fue hasta que en clase de deportes que su maestro descubrió su talento para correr, recomendándolo de inmediato al club de atletismo. Kazemaru ya corría de forma amateur, gustaba mucho de ir a la pista del estadio por las tardes a practicar, sentirse una persona veloz satisfacía su pequeño ego, además de regalarle una sensación única de libertad y poder, pero como no socializaba, nadie se había enterado de su sueño de volverse un gran velocista.
En el club de atletismo conoció a quienes serían sus primeros amigos, ganando competencias y pasando buenos momentos juntos, ellos tenían planeado inscribirse en la misma secundaria para mantener su amistad, pero no contaban con que los padres de Kazemaru lo trasladarían a la ciudad Inazuma, teniéndose que despedir de las únicas personas que lo habían hecho sentirse en confianza.

Se instaló en la nueva casa, esta era bastante grande y bonita, pero igual de solitaria que la anterior. Kazemaru se la pasaba el día estudiando y leyendo los libros que usarían en el primer año escolar, lo habían inscrito en la secundaria Raimon, que según las investigaciones del peliazul si contaba con un equipo de atletismo, no era muy reconocido ni había ganado ninguna competencia importante, pero existía y eso era más que suficiente. Saber eso fue un alivio, al menos podría realizar una actividad extra-curricular sin sentirse fuera de lugar.

El primer día de clases llegó, estaba muy nervioso, el uniforme le parecía extraño, todo lo relacionado a su nueva secundaria tenía que tener un trueno sin falta, incluso la ciudad tenía estatuas y figuras del relámpago por todos lados, ¿Por qué?, él simplemente no lo entendía, pero no se iba a quedar pensando en eso, así que una vez arreglado, emprendió el camino hacia la escuela.

La entrada estaba abarrotada de estudiantes, que corrían y se saludaban entre sí, por lo que el chico de la coleta pasó desapercibido, él caminaba solo, intentando llamar lo menos posible la atención, lo último que quería era tener un mal primer día, así que le preguntó al primer maestro que vio donde se realizaría la ceremonia de introducción, para luego ir rápidamente y sentarse casi al final.

El auditorio estaba lleno de estudiantes, aunque para el ojiavellana uno resaltaba entre todos, a dos filas de él estaba sentado un castaño con una llamativa banda naranja en la cabeza, ese chico definitivamente no tenía miedo de destacar, se notaba que era la típica persona que agradaba fácilmente y se volvía amigo de todos, justo lo que Kazemaru nunca había podido ser.

Cuando la ceremonia terminó, la multitud de alumnos se acercó al pizarrón donde estaban las listas con los nombres de los estudiantes, el peliazul pudo ver que su nombre estaba en la primera lista "Kazemaru Ichirouta - 1A". Caminó tranquilamente hasta su salón, al llegar notó como ya habían estudiantes dentro, estos conversaban y reían con total naturalidad, entonces se dio cuenta de lo obvio.

El nuevo (One-Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora