Carlos Manuel, ¿fue mi platónico?. Chispie
Que Leiza me ayudase era algo que no me podía creer, pero con esto me había demostrado que realmente estaba interesada y mucho en Carlos Manuel, yo tenía que conseguir de alguna forma hablar con él y convencerlo de que bailará con ella en mi fiesta, ¡pero Dios de que fiesta hablaba!, si aún ni fiesta había planeado con mi madre!. Debía ir un paso a la vez, ya todo se estaba tornando cada vez más difícil, y temía a que todo saliese mal. Solo sabía que lo primero era hablar con mi madre y ya luego lo más difícil era convencer a Carlos Manuel.
Al salir de la escuela como siempre me dirigí a mi casa y al pasar por casa de Ruth, su madre me gritó desde el balcón.
—Oye niña —la miré sin darle tanta importancia—. ¿Donde está mi hija? —preguntó.
Seguí sin hacerle caso, esa mujer era realmente desagradable y otra vez estaba bastante ebria. Esto si ya era un problema grave porque no entendía como esa mujer que el día anterior me había tratado tan amablemente, me estuviese hablando de esa forma. Creí en aquel momento que a parte de la bebida Rita estaba aparentando ser alguien que realmente no era.
Llegué a casa, mi madre no se encontraba, entré a mi cuarto, me quité el uniforme y me quedé en ropa interior ya que había mucho calor.
Al quitarme el brasier inconsciente roce demasiado mi pezón derecho lo cual encendió una chispa, lo cual me emocionó a seguir tocando cada parte de mi cuerpo.
En mi cuarto había un espejo bien grande al lado del clóset, en el cual veía cada día todas mis imperfecciones. Quería examinar mi cuerpo, quería tocarme y sentir con cada gesto delicado que había cambiado en mi en estos años. Mis senos eran pequeños como un limón <<yo diría que un limón no tan pequeño>>, al observarlas estaban paraditas y erizadas se veían muy sexys las verdad, solo daban el deseo de tocarlas, luego con la punta de mis dedos me fui quitando suavecito la tanga hasta quedarme completamente desnuda.
Me miraba en el espejo y sentía el deseo de devorarme a mi misma, mi cuerpo no era el perfecto, pero si era algo sexy y anciaba deseo y placer. Indiscutiblemente era la hora de examinar, examinar cada parte de el y la sensación que podría sentir si Owen fuese el que me estuviese tocando, sentir sensaciones nunca antes sentidas, descubrir también que me gustaba, y me hacía sentir placer, descubrir poco a poco la mujer que se escondía en mi.
Y lentamente pase la punta de mis dedos por mi pezón derecho, los dedos los tenía fríos y los pezones ya bastante calientes así que al contrario de la sensación que sentía al meterme a la ducha, esta si me gustaba bastante, no sé porque pero el pezón derecho era mi preferido, me imaginé que todas las chicas tenían un pezón preferido o simplemente yo era muy extraña. Al seguir tocándolo con la palma de mi mano y presionándolo fuerte una chispa pequeña nuevamente se encendió en vagina, fue leve, fue solo una sensación pero mi cuerpo me pedía a gritos que siguiera frotando mis dedos sobre mis débiles y ya parados pezones y cada vez más rápido.
Intenté probar también cómo sería la sensación si tocase mi clítoris, así que dirigí mi mano hacia el, lo toque, estaba un poco húmedo y caliente y podría decir que palpitaba al mismo tiempo que mi corazón, nunca antes había hecho esto y ¡Dios, solamente rozarlo era verdaderamente placentero!, estaba algo hinchado y mojado, solo pedía que mis dedos lo frotasen y una y otra vez más, cada vez más rápido hasta que soltase un orgasmo maravilloso.Y así hice, lo frote lentamente y otras veces más rápido hasta que me fui introduciendo suave el dedo en la vagina, y fui gestionando los movimientos entre suaves y lentos para sentir más placer. Esto lo había leído en internet y decía que mientras haces diferentes movimientos con el dedo introducido sentías más placer y pues así sucedió me encontraba en el verdadero paraíso cuando...
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Otra cicatriz ©
RomanceMuchos intentaron leerla, pero quizás pocos la lograron entender.