~ I AM SORRY ~
Era el día de la independencia y como era de esperarse las festividades se hicieron presentes en ambas facciones de la policía e Los Santos.
Al principio se había llevado a cabo una ceremonia conjunta liderada por los altos cargos, hubo una marcha televisada y un desfile de avionetas seguidas de un par de discursos del alcalde y poco más.
Al final del día la celebración individual era la verdadera cereza del pastel, ambas mallas se encontraban en el Bahamas en una fiesta sin fin en la que absolutamente todos parecían disfrutar a excepción del comisario Jefe y el Director del FBI quienes hacían tensos desde el momento en el que cruzaron caminos al inicio del día.
Los presentes estaban extrañados por la actitud de la pareja, al parecer no todo iba tan bien en aquel paraíso eterno en el que solían vivir; los únicos que los miraban divertidos eran Kovacs y Greco quienes sabían a la perfección lo que rondaba por la mente de cada uno.
Con intención de apaciguar las aguas y divertirse un poco más el de barba les incitó a beber escogiendo con cuidado el licor que le daría a cada uno verificando que si se pasaban de copas fuera en la misma medida ya que era consciente de que el menor de ellos no tenía buena relación con el alcohol.
La tensión en el aire era palpable; ambos esperaban que alguno de los dos hiciera el primer movimiento y se disculpase pero nada sucedió, no al menos hasta que tomaron el primer trago porque luego de eso todo se descontroló.
Además de hacer el ridículo en el lugar y hacer reír a Greco terminaron hablando de más.
El ruso se la pasaba contándole al de la barra que había rechazado a su pareja con un tonto discurso que realmente no sentía y Greco a su lado se reía recordándolo que de eso ya habían pasado 7 años.
También había corrido a quitarle el micrófono a quienes participaban en el karaoke para contarle a los cadetes y todos los presentes todo lo que le gustaba de Horacio, su hermosa sonrisa, sus mejillas tintadas de color carmín, los tatuajes que adornaban su delicada piel canela, la suavidad de su cabello, como arrugaba la nariz y achinaba los ojos cuando sonreía, los lunares en su espalda; recitaba todas sus cualidades y como se había enamorado de él mientras aquel para el que iba toda esa melosa letanía se encontraba en la barra peleando todo el que se le atravesaba y gritando que quería unas fresas con chocolate y papas a la francesa.
Los que atendían la barra ya no sabían en dónde meterse y de qué forma explicarle por quinta vez que ahí no vendían nada de eso al director del FBI, frustrado le había arrebatado el teléfono a un civil para después llamar a todas las pizzerías que conocía y ordenar como a ambos les gustaba mitad con piña y mitad sin ella.
Cuando las pizzas llegaron se armó todo un alboroto afuera del lugar por la cantidad de motonetas y repartidores situados en la entrada y fue entonces cuando las risas de ambos comisarios cesaron pues fueron ellos quienes pagaron la cuenta al no poder encontrar a ninguno de sus amigos por el lugar.
Se habían reencontrado dentro del tocador; Volkov se tambaleaba y abrió la puerta sin delicadeza alguna llamando la atención de su pareja que se encontraba mojándose el rostro en un burdo intento de recuperar lo poco que le quedaba de sobriedad.
Se mantuvieron la mirada por tiempo indefinido y sin poder evitarlo corrieron en dirección del contrario iniciando un apasionado beso que desvaneció las diferencias que habían tenido esa mañana.
Despreocupados por el caos que habían ocasionado se fueron juntos hasta el auto encaminándose hacia su hogar. Durante todo el trayecto desde el elevador y el pasillo hasta llegar a la puerta no se separaron el uno del otro, caminaban trastabillando sin mirar por donde iban o preocuparse por quienes les veían, estaban demasiado ocupados saboreando los labios del contrario.
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