EL PRINCIPIO DEL FIN

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El cielo era gris, como si el cielo supiera lo que acababa de acontecer, el castillo estaba en ruinas y un nuevo grupo se dirigía al santuario.

Cuando arribaron al bosque de Ātmā, los invadió la tristeza y la rabia, el bosque estaba en llamas, los árboles cedían ante el calor de las llamas. A Vito le entró un inmenso coraje, desmontó el caballo y corrió hacía el árbol Giib, Kara lo siguió después y el bardo comenzó a sentirse abrumado, pues había dejado a Topacio en el santuario.

Entraron por la apertura del árbol que ahora estaba en llamas y la escena seguía siendo desoladora, había varias criaturas muertas o estaban bastante heridas, Dane buscó a Topacio con la mirada, pero no encontró mas que muerte y desolación.

—¡¡Topacio!! —exclamó el bardo con tristeza.

—¡Dane!, necesito tu ayuda —pidió Vito.

El bardo se acercó a su compañero y lo vio atender a unas cuantas hadas, tenían las alas quemadas y tosían a causa del humo. Ayudó a su compañero a atender a las hadas heridas, y en su recorrido se topó con algo que le encogió el corazón, varios Mykitas yacían muertos en el suelo, Dane recordó al que había adoptado.

—¡¡Mill!! —llamó al bardo, pero no vio a la pequeña criatura.

—¡Chicos necesito ayuda! —exclamó Kara.

Ambos se acercaron y la chica les señaló el quiosco que ahora estaba en ruinas. Vito negaba con la cabeza y Kara se arrodilló ante la impotencia, los miembros del santuario habían recibido 2 golpes duros en un día.
Los 3 examinaron las ruinas de lo que antes solía ser un hermoso edificio, las estatuas estaban destruidas, el techo ya no existía y los orbes no estaban.

—¡Intrusos! —gritó una voz gruesa.

—¡Es Guidu! —exclamó Kara.

El troll se encontraba en el jardín trasero, blandiendo el tronco contra un par de guardias de Nimag. Kara no lo pensó 2 veces y acudió a la pelea, sacó un par de hachas y sin mucho esfuerzo inhabilitó a los guardias.

—Los orbes, ¿Dónde están? —preguntó la chica poniendo el hacha en el cuello de un guardia.

—¡La dama no nos lo dijo, ella no dice nada! —exclamó un guardia asustado, a Kara no le gustó la respuesta y le cortó la cabeza de un tajo.

—Misma pregunta —amenazó Kara a otro guardia.

—No lo sé, ella solo llegó y nos prometió el mundo. Nimag seria el más grandioso imperio que jamás haya existido.

—No, si nosotros lo evitamos —Kara volvió a cortar una cabeza y se dirigió a sus compañeros —¿Tú que dices Vito, miente?

—Sus pensamientos eran sinceros. Nelia llegó a Nimag y les prometió el mundo entero.

—¿Los orbes están en Nimag? —preguntó Dane.

—Eso no lo sé —respondió Vito —. Muchas gracias Guidu, evitaste una tragedia mayor.

—Yo solo pude salvar a estas criaturas, Yksor no sobrevivió —dijo el Troll y se acercó a unos arbustos, los abrió y salieron varias hadas, Mylitas, Omugs y un caballo.

—¡Topacio! —exclamó el bardo y se acercó a su caballo —. Deja de darme sustos de muerte.

Un pequeño champiñón se acercó a los pies de Dane y lo miró con sus pequeños puntitos negros.

—Parece que conoces a ese Mykita —dijo Vito.

—Es Mill —aclaró Dane, tomando a la pequeña criatura.

El Bardo: viaje al fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora