𝐏𝐫ó𝐥𝐨𝐠𝐨

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Amar sin amor propio, es pedir al enemigo que dispare aún sabiendo que vas a morir.
Así que... ámate, y salvate antes de que el asesino jale el gatillo.

─Manuel Ignacio

Era de madrugada... el sol resplandecía un calor agradable, que, a pesar de las cortinas que cubrían la gran ventana, la luz se escapaba de entre los pequeños recovecos que se dejan en visto. La habitación era oscura, pero el sol brindaba una pequeña chispa de alegría. El silencio que abundaba fue abruptamente interrumpido por un pitido irritante. Era la alarma, la cual marcaba las 5:00 A.M. Esta continuo resonando por algunos segundos hasta que fue apagada por alguien. Era Estados Unidos, quien no tenía interés por despertar.

Deseaba permanecer en un eterno sueño en donde sus mayores temores no pudiesen alcanzarlo... pero todo eso era más que una fantasía.

Sus actividades diarias parecian ya no cobrar sentido alguno; sin embargo, tenía que despertar; era su deber. Poseía responsabilidades que dependían de el.

Aunque bien no tenía la energía para hacer siquiera algo ya, se obligaba a levantarse.

Tras haber suspirado con pesadez, finalmente coloco un pie fuera de la cama, y acomodo sus sandalias para dirigirse a la cocina. Su andar era torpe, y caminaba de manera irregular, como si fuera un patrón zig-zag. Encendió las luces, y al haberse acostumbrado a su brillo, se dirigió hacia la alacena. Como lo era en su rutina, busco el frasco de café, para colocar un poco en la cafetera eléctrica.

América encendio su celular para distraerse un rato...
Fue inmediatamente recibido con la imagen de sus hijos sonriendo; a excepción de uno. Esto siempre le animaba, brindándole una pequeña sonrisa melancólica al rostro, esto sucedía en especial al ver su hijo, Alaska, quien se posaba serio frente a la camara, mientras intentaba evadirla....Tenía un gran parecido a él.

No pasó mucho tiempo cuando la cafetera detuvo su estrepitoso crujir. Sin pensarlo mucho, el americano tomo su taza y vertió un poco de café en ella. Al probar un sorbo, se dejó llevar por el dulce sabor a granos tostados.
El café se había convertido en parte vital de su vida; pareciese que no pudiera hacer nada sin el.

Tras haber acabado su bebida, tomó una ducha, y se dirigió hacia su habitación. Abrió el armario, agarrando el primer traje a su alcanze, sin prestale mucha atención al diseño. Volteo hacia el espejo, viendo como se reflejaba en el... Se veía espantoso... Aborrecía su propio ser. Desde su perspectiva, lo único que observaba era un sin-número de imperfecciones.

¿Qué pensaran cuando vean su atuendo?... ¿Acaso su ropa era fuera de moda?... ¿o era el que no encajaba?

Múltiples pensamientos inundaron su mente, más el intentó mantener su compostura. El es Estados Unidos de América... una super-potencia. Debía de ser confiado y autosuficiente,

¿o acaso no era eso lo que todos esperaban ver?

El chico tomó un par de gafas oscuras recostadas sobre su mesa de noche. Y como si fuese un acto de magia, sus ojeras desaparecieron, o ese era lo que deseaba dar a ver. Parecía una ilusión, del cual su efecto se desharía en el momento en que se retirara sus lentes. Solo debía mantenerlos puestos.

América dio un pequeño suspiro y se retiro de la habitación... No deseaba tardar más tiempo.
Tomó las llaves de su automóvil y se dirijo hacia la salida. Su Ferrari se encontraba estacionado fuera de su casa, esperando pacientemente en su sitio. Como lo era de esperar, entró en el vehiculo, emprendiendo su viaje con dirección a donde se llevaría a cabo la reunión.
Por un pequeño momento, sintió una molestia punzante en su cabeza; mas esta no duró mucho. Dejando eso atrás, centro su enfoque en el volante.

¿Depresión? (Depressed! USA × todos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora