si tan sólo él no existiera, tendría una vida más fácil para sobre llevar.
tal vez su corazón no tendría latidos tan fieros, ni sus noches tan firmes recuerdos sobre él.
tal vez, si no fuera como es, si su sonrisa no le hiciera las mejillas arder y...
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- Bienvenido a la repostería Morton, ¿En que puedo-, ¿Norton? - Mike se encontró ligeramente extrañado, viendo a su amigo, -y Crush secreto- en la repostería de su familia. Hace semanas que este no iba al local, además de que hace unos días que no le veía. Queriendo evitarse dolores - ¿Estás bien?, Te ves agotado... - no tardó nada en preocuparse por él, dejando los guantes de hornear que traía sobre el mostrador del local.
Su rostro mostraba una sonrisa, sin embargo, falsa y llena de tristeza.
- hola Mike - murmuró con simpleza, dejando escapar una ligera voz ronca que le hizo estremecer el corazón - perdón por venir así... - resopló ligeramente regalándole una sonrisa comprensiva.
Este idiota que le gustaba tanto...
- no seas tonto, anda, ponte cómodo - el de cabellos azabaches no tardó en asentir, dirigiéndose hacia una de las sillas de espera para clientes. Por suerte ese día no era muy concurrido, al menos no a esa hora - déjame traerte un café, seguro tendrás mucho que decir. Al menos eso imagino yo - alzó una ceja viéndole, mientras se dirigía a la trastienda.
Norton no negó nada, así que lo tomo como un asentimiento interno.
Tras unos minutos regreso con el de ojos ámbar, encontrándole con la mirada perdida en algún punto de aquella repostería. Su corazón se comprimio al verle así, no le gustaba que estuviera tan decaído...pero, el se lo había ganado. William y él trataron innumerables veces de convencerlo para que se comportara menos como un Don Juan.
- Hey - le llamó con delicadeza, posando el café sobre uno de los asientos para poder tomarle de las mejillas - tú estabas listo para cualquier cosa de esas mujeres o algunos hombres...así que, no me explico porque estás así ahora - le soltó con ligereza, al menos eso pretendía. Norton no le dejó apartar las manos y eso le puso muy ansioso - Norton... - le llamó con precaución, quedándose atrapado en aquel brillante ámbar completamente cautivador, por el cual más de uno había caído.
- soy un idiota - dijo por fin, soltándole las manos para luego recibir el café con pesar - me lo dijiste, ambos lo hicieron durante un largo tiempo pero... - miro sus gestos buscando interpretar más allá de su depresión, pero no encontraba nada más que eso - no los escuché y-, y ahora... - sus manos se movían haciendo ademanes, tratando de explicarse. Pero mientras más intentaba más deprimido se ponía, inclusive parecía que empezaría a llorar en cualquier momento lleno de desesperación - y ahora, ahora me enamoré y...y me siento incluso más idiota de lo que se supone que ya he sido - su voz rota le creo un nudo en la garganta difícil de desatar.
Norton estaba destruido, la persona que le gustaba tanto estaba sufriendo delante de él. Como hace mucho tiempo cuando se encontraron por primera vez.
