Capítulo seis: nosotros.

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Cuando comprendí que debía irme de inmediato del local, era demasiado tarde. Justin aún no me veía o quizás incluso ni me busca mí, pero yo en este momento no puedo siquiera moverme. Steph me agarra del brazo y me arrastra hacia la salida del local, en donde está lleno de reporteros y paparazzis; esto está mal.

Todos ellos se abalanzan sobre mí.

"¿Porqué sales cuando Justin entra al local?"
"¿Están peleados?"
"¿Qué sientes al saber que sus fans te odian?"
"¿Lo amas?"

Sé que debería ignorar a esta gente, pero si Justin no es capaz que negar toda esta estupidez entonces yo lo haría.

"Yo no estoy en una relación con él, ni siquiera somos amigos." Grito debido a que la gente aún sigue haciendo preguntas.

"¿Y porqué han salido a cenar y se toman fotos juntos?" Pregunta una mujer que está en frente mío.

"Esas fotos fueron una estupidez, cenamos por negocios."

"¿Porqué Justin no desmiente su relación?" Porque es un imbécil, claramente.

"No lo sé, yo sólo quiero que me dejen en paz." Y ahora soy yo quién toma a Steph del brazo y la empujo hacia la avenida.

Y gracias al cielo, nadie me sigue.

(***)





Lunes por la tarde.

Hoy salgo temprano, ya que el señor Stockes me ha pedido que me tome la tarde; ni idea el por qué. Pero yo no protesto, es más, se lo agradezco mucho ya que mi ánimo no es el mejor de todos.

Esta mañana he desayunado con Will y Steph, ambos son muy simpáticos y se esforzaron mucho en sacarme sonrisas; lo cual ha sido su objetivo todo el día. Solo nos topamos pocas veces en el trabajo ya que cada uno trabaja en un piso distinto y yo casi nunca me muevo del tercer piso.

Con Justin no he hablado, y tampoco creo que lo haga en un futuro cercano. Probablemente yo ya no soy parte del proyecto y eso, en realidad, es un gran alivio. No quiero tener nada que ver con él. No soy una persona la cual agradezca la atención de la gente, y seguir hablando con él implica que habrá gente quiero saber más de mí.

Me había bajado del taxi una cuadra antes de llegar a mi departamento, por lo que ahora debo caminar una cuadra. Siempre me ha relajado caminar, sin importar el bullicio de los automóviles y demás, me gusta cuando el viento hace que mi pelo se mueva de su lugar y que respirar, inexplicablemente, se me haga más fácil. Cuando camino y estoy triste o preocupada, no siento mis pies, siento que estoy volando y que mis pensamientos pasan por mi cabeza y las soluciones de mis problemas se me hacen cada vez más obvias. Este es un hábito que desarrollé en mis años de instituto, mi madre no tenía el dinero suficiente como para pagarme el taxi todos los días, y ella testarudamente no me dejaba trabajar en algo que no fuera relacionado con mi carrera; me decía que me distraería. En esos años, caminaba de mi casa al instituto, que era como una hora a pié; al principio se me hacía agotador caminar una hora, pero tres semanas después que mi padre murió -desde el día que murió, no fui al instituto porque no podía contenerme-, se me hizo mucho más fácil; le encontré la gracia, por decirlo de alguna manera. Me encantó tener esa hora para mí y recordar como era mi padre e intentar -duramente- de recordar su voz, pero al cuarto día que murió su voz comenzó a desvanecerse en mi mente y luego de una semana, ya no la recordaba.

Siempre me he maldecido por olvidar su voz, pero creo que es algo que a todas las personas les pasa. Es horrible, una de las peores cosas que le puede suceder a una persona.

Estoy a punto de llegar a mi edificio, a fuera de él un grupo de personas obstruyen la entrada; muchas de ellas por lo que noto son adolescentes. Todas suenan muy excitadas y sus chillidos se me hacen insoportables.

"Con permiso." Trato de pasar por entre medio de unas chicas, haciendo espacio para avanzar hacia la entrada. Cuando llego a la puerta me doy cuenta del por qué hay tanta gente aquí.

Justin está aquí, otra vez.

Trato de pasar desapercibida, entro al edificio y le sonrío a la señora Joey, quien va con su nieto menor.

"Creo que nos costará salir, hijo" le comenta al pequeño. El niño no le responde y ayuda a su abuela a caminar.

Estoy a punto de apretar el botón del ascensor, cuando tocan mi hombro.

"Amy."

No me doy vuelta, y presiono el botón.

"Te he ido a buscar a la revista, pero me han dicho que te haz venido a casa. Dijeron que te sentías mal, ¿sucede algo?" Su falso tono de preocupación me apesta.

Giro ciento ochenta grados, y mi mano izquierda choca con su mejilla, provocando un fuerte sonido.

"Eres un hipócrita, ¿con qué cara vienes aquí a preguntarme si me encuentro bien? ¡Haz arruinado mi vida, millones de personas me odian!" Le escupo en la cara una vez que mi mano deja de tocar su cara.

El ascensor llega justo en su momento, me subo en él e intento con todas mis fuerzas ser lo más rápida posible y presionar el botón para cerrar las puertas.

Pero no lo logro.

Justin también entra en el ascensor.

"¡No puedes golpearme así sin más, hay gente con teléfonos allá afuera! ¿Qué creerán de nosotros, Amy?"

Me quiero reír, juro que me quiero reír; pero mi rabia es enorme.

"No pueden pensar en un «nosotros», Justin. No existe un «nosotros»." Intento explicarle calmada. Pero no puedo. "¡Te he visto tres malditos días y creas rumores! No quiero verte, ¿puedes comprenderlo?"

Él no dice nada.

"Sólo quiero tener este día para mí, olvidarme de ti por completo. No me interesa que seas Justin Bieber, me interesa mi privacidad y mi vida."

Nos quedamos en silencio, mientras el ascensor subía hasta el quinto piso en donde se encontraba mi departamento.

"Sólo quiero proponerte algo..." me dice Justin, mientras yo busco las llaves en mi bolso.

"Deberías alejarte de mí, llamaré a la policía si no me dejas en paz; esto es acoso." Le amenazo, ¿dónde están mis malditas llaves?

Él se ríe.

"¿Ah, sí? por casualidad Amy, ¿qué les dirás?" Encuentro las llaves y las saco, las meto en la cerradura.

"Que me estás acosando. Por favor, déjame." Entro a mi departamento y cierro la puerta en su cara; dejo mi bolso en la sofá más cercano y me voy hacia la cocina.

Escucho un golpe en la puerta.

"¿Amy?"

Otro más.

"¿Amy?"

Y un tercero.

"¿Amy?"

¿Quién mierda se cree, Sheldon Cooper? Es un idiota.

"¿Qué quieres?" Vocifero cuando abro la puerta para ver a un Justin bastante impactado por el grito.

"Tranquila." Susurra despacio.

Entro al departamento y me tiro -literalmente- en el sillón donde se encuentran mis cosas. Justin cierra la puerta y se queda de pié.

"Mira, tengo un trato..."

"¿Puedes por favor, sólo por un segundo, cerrar tu boca?" Le pido, o más bien le ruego; me está entrando una jaqueca terrible.

Y se calla, por fin.

"Tenemos que fingir que somos novios, te pagaré lo que quieras, debemos hacerles creer que existe un hermoso nosotros. Acabo de realizar una entrevista confirmando lo nuestro, lo siento Amy; ¿no querrás quedar como una perra, cierto? Debes ayudarme en esto." Dice luego de unos minutos en silencio.

A la mierda la jaqueca.

Me paro del sillón y me lanzó contra la famosa estrella juvenil.

Lo mataré.

La fotógrafa |Justin Bieber|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora