Su mirada estaba pérdida, era una mirada vacía, pará mí era la más hermosa y triste visión que llegaría a contemplar; cuánto llegaba a desear alcanzarla y tomarla entre mis brazos, decirle que ya no lloraría, que nunca me iría dé su lado, más nunca lo lograba, mis manos siempre sé quedaban a la mitad de la travesía para siquiera tocarla, era un meta imposible para mí era así de simple, pero la palabra rendirme, no salía de mí boca, por eso la cuestión era o no podía o simplemente no quería.
Cientos antes que yo lo intentaron y fallaron miserablemente, a esté lamentable pasó yo iba a ser otro dígito en ésa cifra, no tenía esperanzas a esté punto dé la historia, alguien cómo ella sólo sé fijaría en él protagonista de esté cuento, no en un lamentable extra del escrito.
Personas cómo yo pavimentabamos él camino para un sólo individuo, aquel que borraría ésa apagada mirada y traería una sonrisa a él rostro dé quien nos enamoramos.
Pero sí ése era él final pará ellos, que sería dé aquellos que nos quedamos viendo él resultado de nuestros esfuerzos, acaso abría un desenlace feliz pará nosotros? Seríamos los protagonistas dé nuestras propias historias? O los antagonistas en él relato dé otros? Era la pregunta del millón.
Perseguir un sueño era la mentalidad que me cree al pasar del tiempo, era la única opción que me quedaba, había seguido un sueño imposible, una meta sin final, algo que nunca podría atrapar; pero acaso éso estaba mal? Tratar dé conseguir algo y fallar? No simple no, era parte de la aventura llamada vida, fallar y caer, resurgir y levantarse, éso era todo, cemente los caminos para otros, por qué ése no era mi destino.
Más cuánto tardaría en llegar a él interludio dé mí historia... días, meses, años? No lo sabía, simplemente seguía, continuaba escribiendo en mi diario, los minutos que pasaban, las ideas que corrían en mí cabeza, y la historia dé otra persona que llegó hasta él final a través del esfuerzo dé otros.
