Hey! estaré participando en el evento del Luzubowl todo este julio, asi es, todo un mes dedicado a Luzu y ships bonitas con él, ¡no dudes en checarlo si te interesa!
"Incluso los grandes guerreros pueden llorar a un alma que se ha ido".
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— Papá murió. — Y con esas simples palabras, el mundo de Luzu pareció venirse abajo.
No podía creerlo, estando parado como una estatua fría en el teléfono que tenían en su trabajo, dejándolo caer sin querer.
— Luzu, no hagas es-
— Mi padre murió. — Y su compañero de trabajo, Willy, pareció entenderlo todo, tapándose la boca.
— Lo siento mucho Luzu. — Le dijo su jefe, Vegetta, cuando fue a decirle que tenía que salir temprano. — Puedes irte, tómate unos días si quieres.
— Gracias. — Dijo aunque sonando automático, tomando el elevador hasta llegar al último piso, atravesando el lugar y la calle al transporte de la misma manera, como un robot.
Pero es que no podía creerlo. Su padre ese hombre grande y fuerte, que parecía un leñador bonachón, que lo cargaba en sus brazos cuando era sólo una miniatura de 6 años... se había ido.
Y ninguna lágrima parecía querer salir.
Se sentía extraño, gris... pero no lloró, ni siquiera al ver su ataúd o en la ceremonia o al ver como lo cubrían con tierra... no lo hizo.
¿Por qué no pudo llorar como su hermana Kristina o su madre?, ¿por qué no podía ni siquiera verse triste como su hermano o sus tíos?
¿Por qué sentía que estaba roto como una jarra de agua pero no derramaba su agua?
— Vamos a viajar a Japón, ¿quieres venir? — Dos meses después le propuso aquello su amigo Willy y asintió.
Tal vez un cambio de aires le haría bien entre aquella monotonía extraña que sentía.
Viajando al país del sol naciente por primera vez en su vida.
Había tanto ruido, mucha gente, muchos edificios, tecnología, en otros barrios más tradicionales tanta comida...
Y fue entonces que lo conoció, cada quien yendo más a su bola y el pasando por una zona de comida, chocando sin querer con él en uno de los puestos.
— Ah, lo siento. — Se disculpó (en inglés, esperando que le entendiera).
— No te preocupes... hey, ¿te gusta Samurai X? — Y claro que le entendió, viendo su camisa.
— Oh eh, de hecho si. — Admitió con una risita.
— ¡A mi igual!, es un anime asombroso. — Exclamó, ambos comenzando a hablar de la nada, riendo y bobeando con referencias.
— Ay dioses, ¡sí!, amé esa escena. — Dijo Luzu y ambos rieron. — Por cierto, mi nombre es Luzu.
