Invierno.

22 2 0
                                    


IOtro día más en la vida de Roberto... ósea yo... Otro día más en el que debo levantarme de mi cama y ser un ciego mas, despierto a las 6 am, voy al baño, me lavo la caro, y miro a mi espejo, veo mi reflejo, tengo una expresión casi muerta, mi ojo izquierdo esta igual que ayer, lentamente me estoy volviendo uno más, pero aun se me hace curioso, a veces siento como si mi espejo quisiera hablarme, aquella copia de mi, atrapada en el cristal, la cual se ve tan fría y cruda... Es solo un pensamiento más de mi día, luego de salir del baño, abro mis cajones, con mi ropa delicadamente ordenada, saco una camiseta, un pantalón de tela, un par de zapatos marrones y un abrigo amarillo, es bastante abrigado, es curioso, mi abuela decía que el amarillo es el color de la felicidad... Irónico... ¿No?


Agarro mis llaves, mi teléfono, mi billetera, mis audífonos comprados en la tienda del chino, los cuales solo les sirve uno, y salgo de mi casa, decido conectar mis audífonos al teléfono, y reproducir alguna canción para ver si alegra este día gris. Camino de forma tranquila, nada me molesta, nada me motiva, nada me conmueve, solo voy caminando entre la muchedumbre, solo soy yo y m existencia, viendo hacia el suelo, caminando sin recordar mi rumbo o mi destino, hasta que entro en razón, claro, la parada, es mi único medio para llegar al trabajo, no es como si mi trabajo en el que me pagan el sueldo básico me dé para comprar un auto propio, pero no me importa, ya van 10 años en el que sigo la misma rutina, incluso he llegado a contar los pasos que doy desde mi casa a la estación, aun me los sé de memoria, son 1678 pasos en total, a veces son 2 o 3 mas, cuando paro a atarme las agujetas, o cuando afortunadamente encuentro un centavo.Entonces... Llego a mi primer destino, la parada de autobuses, no soy el único que está ahí, ha algunos estudiantes, los cuales miran sin emoción alguna a sus celulares, sin importarles la lluvia o el frio, todo esto ya parece un apocalipsis zombi, y admito que también tengo un celular, pero que te puedo decir, solo soy un hombre de 40 años el cual no disfruta casi nada en su vida, también hay otros empleados como yo, los cuales ya fueron totalmente consumidos por la amargura de este mundo, con sus miradas casi muertas, su ropa remendada, y su expresión deprimente... Espero que mi hora no llegue pronto. No pasa tanto para darme cuenta que el autobús ya llego, subo, y me voy a el ultimo asiento, pegado a la ventana, viendo hacia la parada, pauso la canción que estaba reproduciendo, y guardo mi celular, solo por precaución, y luego de eso, solo miro a la ventana, contemplando el camino, viendo a la gente caminando por las calles, todos teniendo la misma rutina de siempre, quisiera decir que es culpa del invierno, pero incluso en el verano, los días son grises por estos lares. Estaba tan fundido en mis pensamientos, hasta que una joven me pregunto si podría sentarme a mi lado, dije que si ya que no tenía ningún problema con eso, pero algo que fue deprimente, fue ver su ojo derecho... Ella se estaba volviendo una mas... Ella se está volviendo infeliz, pero, ¿Tan joven?... Eso fue algo deprimente, pero tuvimos una conversación amena, era una joven bastante introvertida, tenía unas ojeras muy grandes, y en su mochila se veía un gran peso, una estudiante al parecer, hablamos sobre nuestro día a día, tenia curiosidad de saber cómo consiguió su ojo derecho, pero preferí retenerme ante comentarios, sería muy grosero de mi parte preguntar esa clase de cosas. Pasaron unos 20 minutos, y su parada llego, ella se levanto, y con una expresión algo alterada y triste, bajo del autobús, no sin antes despedirse y darme un pequeño chocolate el cual saco de su bolsillo, y también, me dio un pequeño llavero, era algo así como una cadena llena de pececitos de colores, jamás la he vuelto a ver, pero, espero que ella esté bien...


Llegue a mi trabajo, entro al viejo y gris edificio de todos los días, me dirigía al ascensor, pero al parecer está en reparación... No me toco más remedio que usar las escaleras, normalmente no me gusta usarlas, menos en el invierno, mi cuerpo se siente pesado y viejo al hacerlo, además, mi oficina queda en el último piso del edificio... de 11 pisos... Hoy no es mi día de suerte. Termine de subir las escaleras, busco mi cubículo, no hay mucha gente aun, me siento, agarro una gran pila de papeles, y empiezo a trabajar durante horas, frente a aquella pantalla llena de números y letras, escuchando aquel sonido agudo e irritante de los correos que me llegan, los cuales son del gordo ambicioso, el cual no hace más que dejarnos trabajo, desaparecer, y gastar el dinero de nuestra empresa en lujos, es solo un zángano cegado por el poder... Escuche un rumor el cual decía que empezó a hacer lavados de dinero... Creo que debo buscar un nuevo trabajo.


3 horas...


5 horas...


10 horas...


Hora de ir a casa... Vaya, no he comido en todo el día, mientras bajaba las escaleras, saque el chocolate que esa joven me regalo, lo abrí con delicadeza, y le di un pequeño bocado, fue un alivio al menos tener algo en el estomago, al llegar a la planta baja decidí que esta vez tomare un taxi, me pare en la vereda extendiendo mi mano, así algún taxi paraba a recogerme, milagrosamente uno paro, así que me subí, y le pedí que me llevara hacia el bar... ¿Al bar?... Perdón, solo, creo que necesitaba un descanso.Apenas llegue al establecimiento, sentí el olor a licor de inmediato, me senté en una mesa algo refundida, pedí un vaso de whisky, y luego de eso, fue otra, y otra... y muchas más, no recuerdo más que paso esa noche, pero cuando desperté estaba en el hospital con una de mis manos esposadas, con una migraña muy fuerte, y el pómulo inflamado, un oficial de policía entro a mi habitación de hospital, diciéndome que paso ayer, a parecer perdí el control luego de que un grupo de adolescentes tontos emperezan a molestarme, no fue tan grave, así que decidieron darme 100 horas de trabajo comunitario... Odio el invierno.

Roberto (Mini Historia).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora