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Era de madrugada, el hambre consumía mi cuerpo y lo único que mi mente podía pensar era lo desesperada que estaba por una humeante taza de café y un par de waffles con mantequilla y mermelada, quizá un poco de tocino, o nueces, muy probablemente ambas. Suspiré con un cansancio tremendo y miré con desgano el despertador a mi lado, aún faltaban dos horas para el desayuno, y si iba ahora mismo a la cocina definitivamente despertaría a alguien y eso era lo último que quería.

La habitación me sofocaba, podía escuchar el incesante ruido del ventilador en la habitación contigua, la habitación de Pietro, los pequeños ronquidos que abandonaban los labios de mi novio quien dormía plácidamente a mi lado, tan tierno como un pequeño niño, y completamente ajeno al debate que se desataba en mi cabeza. Mismo que fue interrumpido por la imagen de un pequeño bebé durmiendo en total tranquilidad, con mejillas regordetas y sonrosadas, cabello negro y definitivamente una preciosa sonrisa; ahogué una risita tratando de no despertar al dios nórdico y relamí mis labios poniéndome de pie con una lentitud y cuidado tremendos.

Hice un pequeño recorrido hasta mi armario y tomé el primer abrigo que encontré, el cual afortunadamente cubría por completo mi pijama de shorts de vaquitas y la blusa de tirantes desgastada a juego que llevaba puesta, calcé unos tenis y tomé con cuidado mi bolso y las llaves del auto con toda la intención de salir en busca de mis antojos por mi cuenta.

—¿Cariño? Regresa a la cama, ¿qué haces?

Una voz ronca y adormilada interrumpió mis pensamientos al tiempo que alejaba mi mano del picaporte en la puerta, miré a Loki, quien se encontraba recargado en el cabezal de la cama restregando sus ojos con el dorso de su mano y liberando un bostezo, con una pequeña sonrisa inocente, cual niño pequeño que es atrapado en mitad de una travesura y me acerqué un par de pasos a la cama.

—Regresa a dormir, mi amor, regresaré en un rato, el antojo de unos waffles con mucha mermelada me estaban matando y no puedo esperar dos horas al desayuno. Vendré más tarde, pero ahora iré a conseguir mi comida.

Cuando creí que el hombre volvería a acostarse y dejarme continuar con mi pequeña aventura nocturna, puesto que no respondió nada por un par de segundos, simplemente mirándome sin expresión alguna, hizo todo lo contrario, se puso de pie con la flojera emanando de su anatomía y se acercó hasta donde yo estaba. Abrió con lentitud el cierre de mi abrigo y se arrodilló frente a mí al tiempo que colocaba su rostro frente a mi vientre crecido y abultado, pegando su nariz a este y cerrando sus ojos por unos segundos antes de murmurar.

—Eres muy travieso, pequeñín. Haces que mami me deje solito en mitad de la noche para cumplir tus caprichos —sus ojos se mantenían cerrados mientras murmuraba aquello, sonreí con ternura y por total inercia puse mis manos en su cabeza, acomodando un poco su cabello despeinado—, tenía mis sospechas que fueras mi bebé, pero definitivamente manipulas muy bien a mamá, y eso es algo que yo jamás conseguí, creo que eres una versión mejorada de mí, pero no hay manera de que la deje ir sola por ahí en mitad de la noche, ¿sabes cuántos peligros hay allá afuera? Muchísimos, y hoy no tengo ganas de matar a nadie.

Una risa brotó de mis labios, golpeé con suavidad su hombro y tiré de su brazo para que se pusiera de pie, se veía tan frágil y vulnerable en aquel momento que lo único que yo quería era regresar a la cama y acurrucarme con él, pero definitivamente este pequeño no me las pondría tan fácil después de todo, al menos no hasta que consiguiera lo que tanto anhelaba.

Mi novio se puso de pie a regañadientes y caminó al armario, saliendo a los pocos minutos con un pantalón de chándal un tanto desgastado, mismo que Tony le había obsequiado dos navidades atrás, se colocó una sudadera verde oscura que, con toda seguridad era mía y no entendía cómo él podía entrar en esa miniatura y camino de regreso a donde yo estaba, haciendo un ademán para salir de la habitación esperando a que yo lo siguiera.

—¿No llevarás zapatos?

—Por Odín, mujer, deja de quejarte.

Una sonora carcajada me abandonó ante su pequeño berrinche mientras él conjuraba un pequeño hechizo con sus manos, llevando una pequeña y discreta nube de color verde brillante hasta sus pies y dejándolos calzados a los segundos, y extendiendo su mano en mi dirección me invitó a tomarla para dirigirnos al auto.

Una sonora carcajada me abandonó ante su pequeño berrinche mientras él conjuraba un pequeño hechizo con sus manos, llevando una pequeña y discreta nube de color verde brillante hasta sus pies y dejándolos calzados a los segundos, y extendiendo su ...

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Aquella bebida caliente y su amargo aroma fueron bien recibidas por mis papilas gustativas mientras daba un sorbo a la taza de porcelana que era resguardada en mis manos con recelo, mientras el pequeño en mi vientre esperaba con paciencia por los waffles que habíamos ordenado. Loki descansaba su cabeza en el respaldo del lugar donde se encontraba sentado, con sus ojos cerrados y la respiración calmada y suave.

Habían sido semanas difíciles para ambos, pero definitivamente él lo había pasado peor al tener que lidiar con mis antojos nocturnos, cambios de humor y cansancio extremo, como la noche de hace dos días, donde me encontró en mitad de la madrugada llorando con sentimiento al pensar en cómo Donna había criado a tan estupenda hija como lo era Sophie, y el pensamiento de jamás poder ser buena madre me atacó por completo causando que un mar de lágrimas se desatara en mis mejillas y pequeños sollozos fueran los causantes de despertar a mi novio, quien realmente se molestó al saber que mi drama había iniciado por un musical y no algo realmente importante, pero supo disimularlo para no hacerme sentir peor, y en cambio solamente se dedicó a abrazarme por el resto de la noche, susurrando en mi oído cuán buena madre seré para nuestro pequeño rayito de sol que llegará en menos de tres meses a nuestras vidas...

—¿En qué tanto piensas, min dronning? —mi vista viajó curiosa al peli negro frente a mí y sonreí sin importancia mientras daba otro sorbo a mi taza de café.

—Nada importante —él asintió con suavidad y ladeó su cabeza causando que su cabellera cayera de lado, descubriendo parte de su cuello y revelando las pequeñas marcas rojizas que yo misma había dejado esta mañana—. Lamento haberte despertado, sé que he sido una carga, y lo siento...

—Cállate, no eres una carga, y no quiero que vuelvas a decir eso, ¿me entendiste? No hay absolutamente nada que no haría por ti, o ese bebé, así que no vuelvas a decir que eres una molestia.

Su voz fue tosca, y ligeramente enfadada, pero lo único que provocó fue una sonrisa tímida y enamorada en mis labios, cual adolescente. Por un segundo pensé en cómo responder y al no tener idea alguna, agradecí internamente que la mesera haya traído mi plato con waffles, mermelada, chispas de chocolate y nueces extras. Relamí mis labios al tiempo que un par de pataditas desesperadas se asomaban, estiré mi mano sobre la mesa y tomé la de Loki para invitarlo a sentarse junto a mí, quien sin poner resistencia aceptó, colocando una mano en mi vientre y sonriendo con cariño al sentir a nuestra pequeña criatura moviéndose en mi interior.

—Va a ser una pequeña guerrera, definitivamente podría ser una Valkyrie sin problemas —lo miré arqueando una ceja con escepticismo mientras introducía un pedazo de waffle sin cuidado en mi boca.

—Será niño, un guerrero que luchará junto a los príncipes de Asgard y se unirá a los vengadores.

Él rió negando con suavidad pero sin mencionar nada más, simplemente robando un par de nueces de mi plato y llevándolas a su boca antes de, con su pulgar, limpiar la mermelada que se había corrido en la comisura de mis labios, tomándose un pequeño momento para pasarlo por mi labio inferior y acercarse para besarme castamente.

—Sólo no me odies cuando sea una pequeña princesa.

Loki & Tom's ImaginesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora