15: Eres el único

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 Nicole Campbell

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Nicole Campbell

Wrightsville Beach se extiende ante nosotros con una longitud de cinco millas, el mar luce majestuoso, y las olas golpean la arena, dejando un leve rastro de espuma blanca. Hugo escogió un sitio magnífico para pasar la tarde. A unos cuantos kilómetros de nuestra ciudad se encuentra este destino turístico, muy visitado por las tibias temperaturas de sus aguas y la brisa fresca. Después de encontrar un lugar para estacionar el coche, nos quitamos los zapatos, y con ellos en nuestras manos, corremos hasta sentir la arena bajo nuestros pies.

—¿Qué les parece? —pregunta Hugo, tomando de la mano a mi amiga, lo que causa que a ella se le sonrojen las mejillas.

—Es...hermoso —murmura Ash, y se marchan a caminar por la orilla de la playa.

Adam permanece en silencio con la mirada perdida en el horizonte. Sus ojos verdes resplandecen a la luz del sol, y la brisa pega a su abdomen la delgada tela de la camisa, y esta, al ser blanca, deja ver los músculos a través de ella.

—¿Recuerdas este lugar? —Tomo asiento en la arena y al no obtener respuesta por su parte, continúo—. Fabián nos trajo un día a ver el atardecer.

—No menciones a ese hombre —dice, apretando la mandíbula, y una vena se marca en su frente.

—¿Por qué? —cuestiono, y añado—. Es tu padre, y siempre nos sacaba a pasear cuando éramos pequeños.

—Yo no lo veo de la misma manera.

Se da la vuelta con intención de marcharse, y una expresión sombría en su rostro.  Me pongo de pie y agarro su brazo para detenerlo.

—Adam... lo siento. No quise incomodarte.

La brisa me mueve el cabello, y él lo coloca detrás de mi oreja.

—Tú no me incomodas, Nicole., pero es un tema del que no suelo hablar.  —Su voz, esta vez más serena, me conmueve.

Me da un suave beso en los labios, un pequeño roce que me hace estremecer, y se aleja en dirección a donde rompen las olas.

Se quita los zapatos muy cerca de la orilla, y los deja en la arena, junto a la camisa. Lo veo desabrocharse los pantalones, para sacárselos y quedar tan solo en un bóxer negro, que se ajusta a sus muslos y muestra un trasero envidiable por cualquier mujer.

Corre y se tira al agua, en el acto, los músculos de su espalda tatuada se contraen, e imagino que mis dedos tazan todas esas líneas de tinta negra. Nada por un rato, hasta que sale a tomar aire y grita:

—¡Ven, Nicole, el agua está deliciosa!

—¡No traigo bikini! —digo de la misma manera.

—¡Usa mi camisa!

El cabello le cae en el rostro, y luce muy sexy con la ligera sombra de una barba de tres días. Pienso en usar su camiseta y meterme al agua con él; pero me da un poco de vergüenza, porque la prenda es blanca y cuando se humedezca, toda mi ropa interior será visible a través de ella. Decido hacerlo, y en el momento en que voy a comenzar a desvestirme, el celular suena en el bolsillo trasero de mis vaqueros cortos de mezclilla, y lo tomo para responder sin antes mirar quién llama.

Te quiero para mí [EN FÍSICO]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora