Capitulo 3

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Madeleine

La luz del sol indicando que ya era de día, me sorprendió por lo mucho que impactó en mi rostro, traté de moverme y mi sorpresa fue otra. Al lado de mi había alguien, las sábanas y el olor de vainilla en el cuarto hacían que me pareciera familiar todo esto.

Solo estaba cubierta por una delgada sábana blanca y mi conjunto de ropa interior estaba mal acomodado. Los ventanales y las luces del sol indican que esto era el hotel de mi padre, la ropa esparcida por todo el cuarto me hizo pensar ¿qué había pasado esa noche?

Trate de mover la sábana para ver quién estaba ahí acostado.

Esto debe ser un sueño, la imagen perfecta de algo que sin duda nunca pensé. El hombre guapo de la noche, si el mismo al que le guiñe ahora estaba ahí dormido. Su cabello desordenado y aquella barba que hace que se viera más guapo. Tenía que haber una explicación para todo esto, principalmente porque me sentía mal y me dolía la cabeza.

Tomé una de las toallas del hotel y me metí a bañar, el agua caliente se sintió tan bien que simplemente ignoré todas las preguntas que había en mi cabeza.

¿Por qué mierda no recordaba nada?

¿Tan buena había sido la noche que de plano no recordaba nada?

Me imagine que si lograba acostarme o algunos besos con aquel hombre por lo menos tendría que guardarlo en mi lista de "buenos besos" una pequeña tradición entre las hermanas "Crovetto". Salí del baño con el pelo escurriendo y la diminuta toalla que me cubría.

—Pensé que te habías ido.

Ahí estaba, su dorso estaba al descubierto. Su complexión es delgada muy llamativa a mi parecer aun así muy lindo, pero simplemente el hecho de verlo ahí con el pelo revuelto me maldije un poco, por lo menos debe haber un recuerdo de anoche.

—¿Exactamente qué hicimos?

—No lo sé —comentó mientras se acomodaba para verme bien —No recuerdo nada, solo cuando llegamos al hotel gritando y tomando el café que compraste.

Ahora que lo menciona creo que tiene razón, aquel café que compramos en el pequeño local que estaba frente del casino. También puedo recordar algo, estábamos corriendo tomados de las manos.

—Yo no recuerdo nada.

—Sería muy raro que hubiéramos hecho algo.

—Pero es aún más raro despertar desnudos en un cuarto de hotel.

—Por si no te acuerdas —Me extendió la mano en señal de saludo. — Sergio Pérez.

—Madeleine Crovetto.

Cuando nuestros rostros quedaron a pocos metros de distancia me preocupe, Sergio parecía un poco mayor y tenía varias arrugas en su cara. Las arrugas en lugar de verse mal se veían perfectas acorde a su belleza. Las pecas que estaban en su nariz y mejillas lo hacían ver más infantil y a la vez maduro.

—Todo esto es un poco raro. —Note que se paró para tomar su pantalón. —Yo no recuerdo nada, no sé ni porque llegamos a esta habitación.

—Se te olvida algo, el hecho de estar semidesnudos y en el hotel de mi padre.

—Lo último que recuerdo es que compramos un café, específicamente para ti. —Su tono de voz y sus ojos mirándome me hacían sentir nerviosa. —Después me comentaste que el café estaba muy rico, los dos probamos de este y fue todo lo que recuerdo.

—Yo solo ...

Y es que sería mentir si le trato de dar una explicación de lo que había pasado hace unas horas atrás.

—No recuerdo nada. —Concluyó.

—Por lo menos estaría bien poder recordar algo. —Se siguió vistiendo.

Acto seguido su teléfono sonó. Me sonrió y salió a la terraza a contestar.
Comencé a vestirme con aquel pantalón café y la blusa blanca que tenía en un costado de la cama que por algún motivo había terminado ahí.

—No es necesario que vengas, no te necesito Daniela.

Aquel acento mexicano me pareció espectacular, se giró a verme y me sonrió por una vez más.

—¿Quién es Daniela?

Si me pidieran tatuarme algún momento sin duda elegiría este, su expresión cambió radicalmente. Mi padre nos había obligado a mi hermana y a mí a asistir a clases de inglés, español y un poco de italiano. Este último no lo termine de desarrollar tanto como los demás idiomas.

—¿Hablas español? —Note que alzó una ceja. —Una simple amiga. y dime qué más sorpresas tiene la señorita Crovetto.

—Creo que muchas, las cuales sería un delito mencionarlas ahora. —Pude apreciar más de cerca sus ojos con la luz que venía del balcón —Ahora que lo recuerdo no sé mucho de ti o más bien no recuerdo mucho de ti.

—Sergio Pérez, piloto mexicano de la Fórmula 1. —Ahora entendía ese acento tan bueno en el español. —Soy del equipo Red Bull ¿Que más quieres saber?

—No se algo para romper el silencio y la tensión.

—Vine a Mónaco por mis amigos que también son pilotos, específicamente a una fiesta por sus cumpleaños y mírame ahora estoy aquí contigo. —Eso contigo me hizo sentir bien —¿Algo de ti que deba saber?

—Soy casada y tengo dos hijos.

—¿Estás bromeando? —Simplemente alce los hombros en señal de buscar alguna respuesta. —¿Dos hijos? Oh dios sí que estoy en problemas.

Su expresión cambió totalmente mientras yo me seguí riendo.

—¿Es una broma verdad? —Para seguirme riendo le indique que sí. —Por un momento pensé que estaba destruyendo una familia.

—Madeleine Crovetto, trabajo en el hotel en finanzas y también en otros dos más. —Hice una pausa —Bailó en las tardes y me encanta viajar por el mundo.

—Bueno por lo menos compartimos ese mismo amor por el viaje.

[...]

Tratamos de salir de mi habitación lo más precavidos posibles, Sergio tenía todas sus cosas o las pocas que quedaban. en aquel traje que llevaba puesto.

Me maldije unas 100 veces porque mi cerebro era tan estúpido y olvidé todos los detalles. Pero también estuve muy preocupada, si había pasado algo esa noche tuvimos que cuidarnos sin embargo Sergio no recordaba nada y aquí otro maldito problema. Cuando los dos nos encontramos en el elevador el quedo enfrente mío.

—Me gustaría repetir lo que hice anoche —Su pelo me hizo pensar que no había conocido a alguien tan apuesto como él —Y también te quería pedir tu ...

—Si me quieres ver otra vez, te espero el miércoles enfrente del museo de la familia real a las 5:30.

Y sin decir nada más me subí al elevador dejándolo ahí mirándome.


Y sin decir nada más me subí al elevador dejándolo ahí mirándome

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𝐌ó𝐧𝐚𝐜𝐨 | 𝐒𝐞𝐫𝐠𝐢𝐨 𝐏é𝐫𝐞𝐳 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora