Conociendo Al Enemigo

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Undyne era un monstruo que siempre enfrentaba sus problemas de frente. O eso pensaba ella. Los sentimientos nunca fueron su fuerte. Y ese día la dejó con sentimientos complejos.

Un humano apareció en Snowdin durante la mañana, cerrando la puerta de las Ruinas detrás de sí. Llevaba una camisa a rayas, como cualquier otro niño monstruo, pero su alma brillaba roja con poder: era la última alma necesaria para romper la Barrera, y Undyne estaba decidida a capturarle y ser la heroína que liberase a los monstruos. No se trataba tanto de honor como de hacer justicia por todo el dolor por el que habían pasado los monstruos durante generaciones.

Pero es tan joven, insistió un pensamiento, y ella lo reprimió. El deber llama, y ella jamás da un paso atrás. La Unidad Canina en el bosque de Snowdin intentó detenerle, pero ninguno de ellos pudo capturar al humano. Undyne temía lo peor, que este los hubiera matado, pero todos los monstruos que se habían encontrado con este hasta el momento dijeron que era amable y que nunca lastimó a nadie. Ella estaba lívida. Sabía que no se podía confiar en los humanos, que podían poner a tus aliados en tu contra, como en esos animes de historia humana que Alphys le había mostrado. Así que su frustración creció a medida que pasaba el día.

Papyrus y su hermano no fueron una excepción a la regla. El esqueleto alto le informó durante su reporte diario en el camino a Waterfall que había dejado ir al humano, después de hacerse amigo de elle. Él trató de detenerla, diciéndole que no necesitaba tomar su alma. Mas todo esto acababa por confirmar en su mente por qué él nunca podría ser parte de la Guardia Real. ¿Y si el humano no hubiese mostrado misericordia? Pensar en esa idea la repugnaba. Quizá no era el caso, pero alargar la espera de los monstruos para alcanzar la Superficie tampoco le parecía aceptable. Entonces, a pesar de las palabras de su amigo y la aparente actitud pacifista que tenía el niñe, no se rindió en su objetivo.

Le encontró varias veces en Waterfall, caminando junto a un niño monstruo. ¿Tenían una amistad? Oh, el descaro de ese humano, conseguir que alguien más pelee sus batallas. Su ira crecía cada vez que este lograba escapar de sus ataques. Hasta que finalmente, el niño monstruo se fue a casa y ella luchó contra el humano. Su resistencia era asombrosa y elle era capaz de esquivar sus ataques como si los hubieran visto todo antes. A pesar de atraparle con un alma verde la mayoría de los turnos, elle encontró la oportunidad de huir como cobarde hacia Hotland. Al final, ella no pudo seguir el ritmo, debido a su armadura. No quería admitirlo, pero el agua que el humano le había dado le dio fuerzas para volver a casa. Un momento de debilidad. Simplemente estaba agradecida de que hubiera decidido compadecerse de ella en lo mínimo.

En su casa, Undyne meditó sobre todo lo que había visto. La verdad era que estaba agotada y, sin saber cómo lidiar con sus pensamientos, empezó a tocar el piano. Un rato después escuchó un golpe en la puerta y Papyrus entró, como ella esperaba, pero trajo al niño humano consigo. En contra de su mejor juicio, les dejó entrar. Los siguientes eventos aún se repetían en su cabeza. ¿Cómo podía pasar de intentar derrotar a su enemigo a pasar el rato con este en su casa? ¿Cómo resultó eso tan horriblemente bien y tan horriblemente mal al mismo tiempo? No tenía ninguna respuesta, pero una cosa era segura, ese niñe había demostrado que sus expectativas eran incorrectas y había cambiado su opinión sobre algunas cosas.

Undyne ahora estaba sentada en el sofá verde en la casa de los hermanos esqueletos. Y ahora sus pensamientos gravitaron hacia otra revelación más. A Alphys le gustaba ella. De la misma forma que ella se sentía por Alphys. Decir la verdad había sido difícil para ella, eso era obvio y el monstruo de Waterfall también podía identificarse con eso. Undyne era un monstruo que siempre enfrentaba sus problemas de frente, pero los sentimientos nunca fueron su fuerte. Luego, otra idea se le vino a la cabeza. Es cierto, ella era exaltada e impulsiva, pero después de un día tan ajetreado era imposible no tomarse un tiempo para pensar y tratar de darle sentido a todo.

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