1. Un pequeño empujón.

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Entrenaba con mucho más entusiasmo del normal, lanzaba golpes y ataques a su compañero de armas quien ahora se convertía en una pobre víctima debido a su imparable frenesí.

—¡Milo, milo!…maldita sea, dame un respiro— DeathMask  se apoyó sobre un viejo pilar, intentando regular su respiración.

—Deja que descargue su emoción, el Patriarca le dará buenas nuevas —el caballero de piscis descendía los escalones acaparando la atención de sus compañeros y algunos otros guerreros. —¿No lo oíste aún, Mascarita?— susurró en la oreja del caballero de Cáncer.

—En primera, deja de llamarme así. En segunda, no oí nada pero ya voy imaginando por donde va el asunto ¿O es que Milo le echó el ojo a alguien más?— entre los dos aparecían aquellas sonrisas cómplices y burlonas, las que ponían siempre que se trataba de Milo en problemas. Pero eran buenos amigos.

—Pues hasta donde yo sé sigue siendo el mismo bobo de hace 15 años— respondió el pisciano apoyando parte de su cuerpo en pilar a la vez que largaba un gran bostezo.

—¡OIGAN, NO HABLEN DE MÍ COMO SI NO ESTUVIERA AQUÍ!— reclamó Milo, llamando nuevamente la atención de los demás.

—Deberías empezar a prepararte ¿no? Ambos sabemos lo que el Patriarca te dirá.

—No me digas…Camus irá con el a una misión— DeathMask tapo su boca con ambas manos. Otra razón para mofarse de Milo.

—Y al parecer solo serán ellos. Por algo se puso rojo ahora.

—¡Cállense! Ya lo verán, esta vez se lo diré.

—¡Suerte! ¡En verdad te apreciamos Milo!— veía como carteles imaginarios de aliento eran sostenidos por aquellos dos al ritmo de un grupo de niñas gritonas.

El patriarca le había solicitado al alba. No sentía molestia alguna pues el principio de su rutina era madrugar, una correcta alimentación y un duro entrenamiento. Pocas veces escapa de su hábito a causa de DeathMask o Afrodita, o cuando el patriarca solicitaba la presencia de los dorados. O solo para deslumbrar su vista con el francés. Oh, sí. Camus de Acuario era su amigo, su compañero de armas. Camus, aquel que no salía mucho de su templo o el que tenía poco tiempo por sus pupilos. No imaginaba que tan frío era Siberia y como un hombre resistía tan bajas temperaturas pero todo cambiaba si se trataba de él. Para Milo nadie podría igualar a Camus. Le tenía un respeto inflexible, una enorme admiración y un profundo cariño. No tan profundo como para que los guardianes de la cuarta y doceava casa pasarán desapercibido pero si para que el Acuariano que no se inmutaba sobre sus sentimientos. 

Desvió sus pensamientos hacia el olvido y se concentró en su nueva tarea, pero una incógnita surgió unos pasos antes de llegar al templo del Gran Patriarca.

¿Porque solo pedía su presencia si Camus también estaba involucrado?
¿O es que la mala suerte venía de nuevo y no pasaría lo que esperaba que pasará?

 Podría ser que Shion tomó otra decisión a último momento. Podría ser que talvez quería sumar a un tercero a completar dicha tarea. Podría ser…

—Buenos días, Gran Patriarca. Ya estoy aquí como pidió— inclinó una pierna como sostén para su cuerpo y bajó la vista en forma de respeto hacia su superior.

—Buenos días a ti, Milo— el caballero de Escorpio levantaba su cuerpo a vez que se retiraba la diadema de su armadura.—Imagino que sabes porque te llame y solo a ti— manifestó con voz más grave de la que solía recordar.

—Bueno…sé que si me llamo es por una misión que tendré que llevar a cabo y también se…bueno todos saben que Camus regresó de Siberia por orden suya, así que supuse…digo, todos suponen que tal vez sea,nose...¿Una misión compartida? Después de todo Camus y yo hacemos buena pareja… de armas claro—  ¿Por qué tenía que pasarle eso cada vez que hablaba de Camus? ¿Cómo haría para decirle lo que realmente siente por él?

No supo si los nervios lo hacían alucinar, pero escuchó un balbuceo, algo así como alguien que quiere arrancar a carcajadas. Solo el Patriarca y el estaban allí y lo consideraba demasiado prudente como para expresar ese tipo de gestos. ¿Acaso el Patriarca se había encogido? No, son solo sus nervios jugándole muy mal.

—A dos horas hacia el norte hay un pequeño pueblo. Se reportó algunos inconvenientes y hace poco la desaparición de personas. Camus y tú partirán mañana cerca del atardecer. Estos sucesos solo ocurren en las noches así que necesito que sean sigilosos y  es por eso que envio a Camus y  a ti.

—¿A mí? 

—Ni te sorprendas, eres de extrema confianza y sé que cumplirás la misión, solo que Camus…bueno, es Camus. Además ustedes son amigos, hasta pueden darse su tiempo, como una especie de vacaciones— ¿Pero qué le sucedía al Patriarca? ¿Desde cuándo su manera de hablar se volvió más amena?

—Pues que puedo decir…. ¿gracias?—  respondió levantando levemente los hombros y con una sonrisa más amistosa.

Sí, me lo agradeceras más de lo que piensas, niño.

—Prepara tus cosas, puedes retirarte. “Y no la vayas a cagar”.

—¿Dijo algo?

—¿Eh?— ¿desde cuándo sus pensamientos tienen altavoz?— No, nada. Ve, se te hará tarde—. Un aura de incomodidad sobresalía del mayor, debía terminar todo antes de que su situación empeorara,

—Pero si la misión mañana…

—Que te vayas ¡Pero ya!

El caballero de la octava casa salía con tanta ligereza que casi volaba ¿Y esa faceta del Patriarca? No lo sentía tan anciano como para clasificarlo en demencia. Pero bueno gracias a eso tenía la oportunidad de su vida, la oportunidad que tal vez tuvo y nunca aprovecho pero no era fácil para él. ¿Y desde cuando lo era? Bueno, la situación sonaba peor si hablábamos de Camus. Un rechazo seguro era peor que 10 o 20 agujas escarlata en el cuerpo. Que se muriera Kanon si mentía. 

—Vamos Milo, eres fuerte, puedes con esto, la vida siempre será aburrida si no tomas riesgos.

“Si este riesgo te lleva a un paro cardiaco, aun así vale la pena”



✨✨✨✨✨✨✨✨

¿Que tal, mis estimadisimos?

Volví y con nueva historia de una de mis primeras ships así que espero que les guste.

Nos vemos✨

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⏰ Última actualización: Jul 22, 2021 ⏰

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