Capítulo VII

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En la semioscuridad, los olores del pabellón de reclusos violentos parecían mucho más intensos. Un televisor que funcionaba sin voz en el pasillo proyectó la sombra de Graham en los barrotes de la reja Del doctor Lecter.

La policía local no dejó que el FBI interrogar a Lecter hasta que la noche llegó de nuevo. Un comisario testarudo con mala leche para los agentes del FBI pensó que dejando a Lecter sentado en una fría silla de metal en soledad y atado lo haría hablar.

El hecho del que el Doctor se mantuvo tan tranquilo como si estuviera escuchando las Variantes de Goldberg solo incremento la frustración de los oficiales. Al final, el comisario entró entonces con un oficial a cuestas, un enfermero desató la camisa de fuerza y coloco las muñecas del doctor en unas esposas ancladas al suelo con cadenas gruesas. El doctor Lecter terminó confeccionado una gallina de papel que cuando se accionaba por la cola bajaba la cabeza y picoteaba. El comisario, furioso, había aplastado la gallina en el cenicero de la entrada mientras gesticulaba indicándole a Graham y Crawford hacerse cargo.

Lecter fue trasladado a su celda de nuevo y Graham entró al pabellón avanzando con las manos sudorosas y la boca seca hasta la celda de Lecter. Las luces estaban apagadas pero Will no pidió encenderla, sería demasiado descortés dada la hora.

-¿Doctor Lecter? -

Will oía su propia respiración y otra que llegaba desde el pasillo, pero que no procedía de la celda de Miggs. La celda de Miggs estaba vacía, inmensamente vacía. Salía de ella un silencio tangible como una corriente de aire.

Graham pudo sentir los ecos de la celda susurrando palabras de muerte con el tono cadencioso de Lecter.
Él sabía que  le observaba desde la oscuridad como lo haría una pantera a su posible presa.

Transcurrieron un par de minutos. Will sentía el dolor palpitante crecer detrás de sus ojos y decidió, sin quitarse su chaqueta, sentarse  en el suelo, a considerable distancia de la reja, con las piernas encogidas y la cabeza hechada hacia tras para ver las sombras proyectadas en el techo.

A sus espaldas, en la pantalla del televisor, un predicador agitaba los brazos.

El silencio se instaló de manera cómoda, como si no estuvieran en las profundidades de un Centro de alta seguridad psiquiátrico.


-Doctor Lecter, ambos sabemos la razón de mi presencia. Piensan que conmigo no se negará a hablar. – susurro Will cuando el predicador dejo de hablar y las alabanzas se alzaron.


Silencio. Al fondo del pasillo alguien se puso a silbar una popular melodía.

-No ha ido personalmente, señor Graham- dijo la voz aceuntada con cierta desepción.

-No era mi lugar hacerlo- respondió Will con un suspiro.

-Crawford opina diferente ¿No?- la voz provenía demasiado cerca, como si Lecter se hubiera sentado justo enfrente de Will, en el suelo frío.- Estudias con los cachorros pero no deseas ser parte de su manada. Dime, agente Graham, ¿Qué haces ahí?-

--No deseo ser parte de la BAU, y… las evaluaciones psicológicas me alejan más de ella –

-Eso no responde mi pregunta-

-Quiero salvar vidas-

El tarareo del hombre mayor le dice que no cree en sus palabras, que ve la mentira o la omisión.

Deseo salvar vidas, porque no quiero dejar salir la muerte que albergó.

-Le han informado lo que encontraron, imaginó-

--Si, lo han hecho-

-¿Quiere saber quién era? – la voz de Lecter se sentía como electricidad en el espacio entre ellos

--Si usted quiere decírmelo-

-¿Qué datos tiene usted?

-De momento sólo han podido llevarse a cabo las investigaciones Preliminares. Varón, de raza blanca, de unos veintisiete años, Odontología europea y americana. ¿Quién era? –

-El amante de Raspail. Raspail, el flautista de Hamelín.-

-Tiene sentido- dice Graham cerrando los párpados.

Habiendo visto las fotografías pudo apreciar el amor en ella, demasiado cuidado, guardada como un recuerdo.

-Lo estranguló-

Lecter sonrió sinceramente fascinado por este joven aprendiz, deseando entrar en esa mente, abrir su cráneo y ver de primera mano como funcionaba su cerebro.

-Veo porque el tío Jack lo corteja- la voz fue llena de diversión y cierto toque oscuro que Will no supo ubicar- Y en efecto, fue estrangulado, un accidente debo decir. Aunque Raspail lo ardono con una historia de traición y celos, pero tendía a hacer tales cosas-

-Por eso mato a su paciente – dijo Will con una mueca- Se canso de sus historias dramáticas o fue demasiado grosero –

-En realidad, fue lo mejor que podía ocurrirle. La terapia no estaba dando resultado. Supongo que la mayoría de psiquiatras tienen uno o dos pacientes de este tipo, cuyo caso quisieran consultarme. Es la primera vez que hablo de esto y estoy empezando a aburrirme. –

Dios no quiera que eso suceda, pensó Graham con sarcasmo.

-¿Y la cena que ofreció usted a los altos cargos de la orquesta? – pregunto en su lugar

-¿No le ha ocurrido nunca tener invitados y no tener tiempo de ir a la compra? No queda más remedio que arreglarse con lo que hay en la nevera, Will. ¿Me permite que le llame por su nombre?-

-ya lo ha hecho- dice Will con una sonrisa torcida- Y, diría que entiendo tal cosa pero no tengo invitados-

-No socializa con los cachorros, Will. ¿Es debido a su Don?- la pregunta eriza los vellos de Will y abre los párpados, Lecter ve furia en el tono azul glacial de esas pupilas, brillando con su propia luz..- ¿Ninguna amante que lo ayude a mantener las máscaras en su lugar?-

Will frunce los labios y suelta un suspiro largo. La última vez que salió fue con Molly, antes de venir a Virginia. Fue bueno, pero no podía ser lo que ella quiere, por mucho que lo intenté.


-¿Qué experimentó cuando se enteró de lo de mi ex vecino, Miggs? No me ha preguntado nada.-

-No hay nada que preguntar, usted no admitirá o negara nada, aún cuando sabemos las razones detrás de esto- las palabras son dichas con mayor rudeza.

Lecter sonríe sin ser visto, Will se ve encantador en su furia.

-¿Experimentó alegría, cuando se enteró?-

-No-

-¿Experimentó tristeza?-

-No- susurra Will- Miggs fue castigado por sus pecados, Doctor Lecter, hay cierta simetría en como murió ¿No lo cree?-

Hannibal se detiene, solo un segundo aprendiendo al joven sentado sobre el suelo, sintiendo emociones que no experimento en años, incluso antes de su estadía en este sitio.



El doctor Lecter se rió en voz baja. El sonido instalándose en el cráneo de Will, sin su permiso.

-La hay, morir a causa de esa lengua grosera-

Graham siente electricidad de nuevo, está vez lo toca y el fantasma de Miggs solloza en la celda vacía. Los párpados bajan ocultando el azul y Lecter desea, no por primera y última vez, quitar los barrotes y acercarse.

-¿Quiere saber por qué le ayude? ¿Por qué Crawford lo escogió?-

-Se porque Crawford me escogió, Doctor Lecter- dice Graham tensó.

-Lo hace- hay diversión en el tono.

-¿Cuánto tiempo lleva aquí, Doctor Lecter?- pregunta Will de la nada.

Lecter tararea ante eso- Han pasado tres años desde que ví a la querida Clarice, así que diría yo seis años-

--Chilton no estuvo contento con lo que pasó con Miggs, ¿No?- dice Will con la mirada fija en Lecter sin saber, pero aún así sabiendo.

--No, el querido Frederick no tiene nuestro sentido del humor- dice Lecter con aparente diversión.

-Imagino que no- la cabeza de Will gira hasta el televisor, aún sigue el programa religioso- También imagino que ese televisor no es para el encargado, si no por usted.-

Lecter se tensa ante esto, está viendo cómo funciona la mente de Will, con él, con su entorno es magnífico y al mismo tiempo…

-Jack y usted estan jugando- dice Will con voz suave- Insisten en preguntar por Buffalo Bill, y Crawford en enviarme a usted-

Lecter se mueve en la celda sin hacer ruido.

-El no quiere pedir su ayuda, y usted … la ofrece porque desea algo- continúa con seguridad cerrando de nuevo los párpados, demorándose antes de continuar. Sus brazos sobre las rodillas- No estoy aquí porque sea un lindo paquete, como Chilton piensa, la razón es otra. Quid pro quo, ¿Qué desea, Doctor Lecter?-

La luz de la celda se eleva suavemente, Graham puede ver destellos detrás de los párpados que abre lentamente.

Faltaban los libros y los dibujos. La tapa del retrete había Desaparecido.

Por alguna razón, Will siente arrastrarse dentro de él la sensación de la injusticia.

-Quiero que me trasladen a una prisión federal, quiero recuperar mis libros y quiero disponer de una ventana. Pagaré un buen precio por ello. Crawford podría conseguirlo.-

Graham sabe que está siendo escuchado, sabe que sentir simpatía por Hannibal Lecter es indicativo de que algo muy malo vive en él.

Se pone de pie, sacude sus pantalones y alza la mirada para conectar la con la de Lecter, quien lo observan con atención- Buenas noches, Doctor Lecter-

La ira del corderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora