— Regalos del pasado —
Lee
Ya habían pasado cuatro meses desde que me dieron el alta en el hospital y hoy terminaría la última sesión de terapia. Ya me encontraba relativamente bien, pero aún llegaban recuerdos a mi mente. Y en todas mis pesadillas, él aparecía.
—Doctor... ¿Cree usted posible la idea de enviar a Lee a un centro de... rehabilitación?— Oí
Indignada, voltee a mirar a Marie, quien observaba al psicólogo ante una respuesta.
—Bueno... Lee ah presentado grandes cambios psicológicos desde que nos conocimos, su problema está claro y me parecería sensato enviarla a un centro de rehabilitación para que allí puedan controlar su vida después de las drogas—continuó mirando su computadora— su sesión ya terminó, esta será la última vez que te vuelva a ver, Lee— dijo poniendo toda su atención en mí— ¿puedo confiar en que no volverás a las drogas?
—Si.
Un simple y corto: Si. Ya que sabía que apenas tuviera señal en el teléfono y esté alejada de Marie y George, llamaría a mi amigo y proveedor, freeze. (Sip, ese era su sobrenombre, pero igual lo quería)
Mark, el psicólogo, me miró por un tiempo para luego reordenar su escritorio...
—Pues, poniendo toda mi confianza en usted, señorita Lee, y en ustedes, los padres—dijo esta vez observando a Marie y George— doy por terminada esta sesión, en la tarde les enviaré por correo electrónico los tres centros de rehabilitación más efectivos de Europa, obsérvenlos, lean las propuestas de cada uno y eligen.
Rodee los ojos, esto sería más difícil de lo que creí. ¿Europa? Eso está al otro lado del mundo, creo, no sé, estudié en casa. Aunque ahora que lo pienso mejor... ni si quiera estudié. Pero, ¿Europa? Tendría que conseguir otro proveedor que me venda drogas exclusivas y a la mitad del precio, como Freeze lo hacía.
—Mark, ¿dijiste Europa? ¿Y en Canadá no? —George dijo parándose del sofá para volver a ponerse su chaqueta de traje y ajustar su corbata— estoy seguro de que cerca de nuestra casa hay uno de esos centros para drogadictos de los que hablas, ¿no puede ir ahí?
«Wow, pero que sensibilidad, papi»
—No, George —se expresó con paciencia el psicólogo, nunca lo he visto arrebatado por algo, es muy sereno— No puede ir ahí— dice rodeando su escritorio— estamos hablando de un problema serio, a la edad de tu hija no desarrollas una adición a estas sustancias, pero ella si la desarrollo, y en su caso se necesitan estudios, ya que incluso con la marihuana, la coca o la heroína siendo inhalada todos los días, niños de 16 no logran mantener una adicción.
Mis dos figuras paternas me miran indignados, ambos lo piensan, pero solo Marie se atreve a preguntar.
—¿Que quieres decir?
—Digo que su hija probó algo que podría matarla si no se detiene, y esto avanza aún más teniendo en cuenta su estado médico.
Caminamos hasta la puerta y Mark es el que abre, dándonos a entender que ya debemos irnos.
—Aún no sabemos que probó, ya que la droga no está registrada aún, ella es el primer caso de Canadá, pero hay otras personas que también la probaron y están siendo enviados al centro de rehabilitación "Tomsworth", es el primero en la lista que les enviaré.
—Gracias, Mark. Marie y yo te lo agradecemos.
—De nada, de nada— dijo besando ambas mejillas de Marie y dándole un apretón de manos a George— adiós—le dijo a mis padres— y adiós a ti también, Lee—recibí una removida de cabello de su parte— Espero no volver a verte nunca más— y me guiño su ojo derecho.
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Broken
Teen FictionÉl era un enigma para resolver, callado, reservado, incluso me atrevería a decir que era un tanto bipolar. Pero sea lo que sea, el era igual a mí. Un adicto, un drogadicto, un dependiente o tal vez, simplemente un infeliz que no encuentra la manera...