Estrategias, maniobras y plan de ataque
Damien
Me froto la cara con frustración al ver al cadete que hace el inútil intento de auxiliar a la mujer que se torció el tobillo trotando en el campo de entrenamiento. No sé que me estresa más, el que Chad le esté poniendo las manos encima o el que ella haya estado corriendo con los soldados sin necesidad de hacerlo ya que los capitanes de las tropas y escuadrones tienen un entrenamiento especializado solo para ellos.
Supongo que siempre que se involucre a Chad y a ella en una misma oración me va a molestar a tal punto de volverme a pasar una mano por la cara para tratar —inútilmente— de aligerar el estrés.
—¿Qué demonios hace? —le pregunto a Scott, el cual mira lo mismo que yo.
Llevábamos más de veinte minutos mirando el entrenamiento de la tropa alpha hasta que la capitana de dicho equipo se dobló el tobillo y el cadete no tardó en tratar de auxiliarla.
Aprieta el pie derecho de Anastasia provocando un gesto de dolor que me estresa más de lo que ya estoy.
—Está intentado hacer la maniobra que todos sabemos —se encoge de hombros y su respuesta me exaspera más.
—¡Tiene tres días aquí! ¡¿Quién demonios le enseñó a hacer eso?!
—Tu servidor aquí presente. Me pidió que le enseñara y lo hice —hace un ademán para restarle importancia y siento que en cualquier momento me va a dar un infarto de tanto estrés.
—Comandante, la señorita Melanie lo busca —me informa un cadete.
—Estoy ocupado —me limito a decir sin apartar la mirada de la escena que amenaza con hacerme colapsar—. Dile que la quiero en mi oficina en treinta minutos.
Toma eso como una orden para retirarse y de nuevo me paso una mano por el rostro, eso no alivia nada de lo que tengo acumulado así que termino sacando un cigarrillo que enciendo y llevo a mis labios esperando que la nicotina me calme un poco.
—¿Para qué lo trajiste aquí, Damien? —de inmediato entiendo que se refiere al imbécil que no le quita las manos de encima a la mujer que yace sentada en el pavimento.
Exhalo el humo.
—Para que trabaje, ¿para qué más va a hacer? —respondo de mala gana.
—Estaba bien en la empresa y lo trajiste al comando, ¿por qué? —continúa.
—Philippe sufrió un atentado hace días, no me puedo fiar de nadie, Scott, y mucho menos de alguien como él.
—¿Alguien cómo él? Hermano, ni siquiera lo conoces —volteo a verlo para dejarle claro que no estoy de humor—. Oye a mí tampoco me agrada, pero no entiendo que es lo que pretendes con él.
—No es tu asunto —me molesto—. Y sabes a qué me refiero.
—Entiendo —asiente y termino dándome la vuelta para largarme de aquí. No me apetece seguir escuchándolo y mucho menos seguir mirando la escena que tengo en frente—. Estás celoso, Damien —me palmea la espalda con una sonrisa estúpida.
—Ya deja de estar jodiendo.
—No estoy jodiendo, solo digo la verdad —no borra la sonrisa estúpida y me abstengo de mandarlo al demonio cuando escucho otro quejido.
Maldita sea.
—No digas tonterías y hazme el favor de llevarla a la enfermería antes de que Charlie le rompa el pie y yo termine rompiéndole la cara por inútil.
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Secretos y mentiras
RandomAnastasia regresa después de dos años a Londres. Las cosas, por supuesto, no son ni remotamente parecidas a lo que eran antes de marcharse. Las cosas en la central han cambiado, y está luchando consigo misma por no toparse con el más grande fantasma...